LA ESCULTURA FLORENTINA DEL QUATTROCENTO EN MADERA POLICROMADA

23/04/2016


 

 

 

La Galería de las Estatuas y de las Pinturas de los Uffizi (Florencia) alberga hasta el próximo 28 de agosto de 2016 una exposición temporal que ofrece por primera vez al público, a través de una cincuentena de piezas, una retrospectiva sobre la escultura en madera policromada del Quattrocento florentino. El tema, aunque estudiado con pasión por historiadores como Margrit Lisner o Alessandro Parronchi, todavía es prácticamente desconocido salvo para los iniciados, aunque se halla salpicado de obras de gran valor artístico.

En la Florencia del Quattrocento, la escultura policromada, al igual que la escultura sin policromar, constituyó un modelo expresivo esencial para todos los artistas. En particular, el tema del cuerpo doliente de Jesús en la cruz, modelado con un nuevo sentido del naturalismo en los crucificados de Donatello y Brunelleschi, fue objeto de referencia para el trabajo de las generaciones posteriores de artistas. Junto a la calidad en la producción de los crucificados, también hay que destacar las esculturas de la Virgen, de santos de cuerpos atormentados o entregados al dolor (especialmente los eremitas), bustos-retratos, esculturas que presiden retablos mixtos de escultura y pintura, y esculturas para muebles litúrgicos.

Presumiblemente, Donatello y Brunelleschi policromaban, al igual que modelaban sus creaciones, ya que la policromía era un elemento esencial para lograr ese naturalismo integral que perseguían con sus obras. Estas incluyen los soberbios crucifijos de la Santa Croce (imagen superior izquierda) y Santa Maria Novella.

Sin embargo, era más habitual que los escultores acudieran a los pintores para policromar sus obras. Neri di Bicci, que tenía en Florencia un taller localizado en Porta Rossa, fue uno de los pintores más solicitados para tal propósito. Neri di Bicci pintó bustos tallados por Desiderio da Settignano y crucifijos labrados por Benedetto da Maiano. Con otro escultor, Romualdo da Candeli, el pintor mantuvo una estrecha colaboración, reflejada en obras como la Santa María Magdalena del Museo de la Colegiata de Sant'Andrea a Empoli.

Precisamente la Magdalena, a partir de la realizada por Donatello (Museo dell'Opera del Duomo de Florencia), fue otro tema favorito de los escultores florentinos; como lo atestiguan la Magdalena de Francesco da Sangallo (Museo Diocesano de Santo Stefano al Ponte) y la de Desiderio da Settignano (imagen superior derecha, Iglesia de la Santa Trinidad), terminada por Giovanni d'Andrea, discípulo del Verrocchio. Esta última -ejemplo del polimaterismo que adoptó Donatello para su Magdalena, recuperado más adelante, gracias a sus valores técnicos y expresivos, por Pollaiolo y Verrocchio- posee una hermosura elogiada por Vasari, y no se llevó a cabo exclusivamente en madera (de sauce, en este caso), utilizándose corcho para el dorso y yeso para el cabello.

 

 

 

La exposición ilustra también cómo en el último cuarto del Quattrocento algunos grandes talleres familiares, atendiendo a las exigencias del mercado del arte, se especializaron en la realización de crucifijos y no solo para las iglesias, sino también para la devoción privada y conventual. Esta producción fue predominante entre los miembros de la más alta tradición de la talla en madera florentina: los hermanos Giuliano y Benedetto da Maiano, los hermanos Sangallo -Giuliano, Antonio il Vecchio e Francesco-, los hermanos Del Tasso -Francesco y Leonardo-, así como Baccio de Montelupo. En la muestra destacan en particular por su calidad el crucificado de Giuliano da Sangallo (Annunziata de Florencia), el de Benedetto da Maiano (Museo Civico di San Gimignano), policromado por el pintor Cosimo Rosselli, y el ejemplar del convento florentino de San Marco, labrado por Baccio da Montelupo, que perteneció a Savonarola.

El Tondo Doni (detalle en la imagen superior izquierda), que forma parte del circuito de la exposición, es uno de los más felices resultados de la colaboración entre un pintor, el maestro Miguel Ángel, y un integrante de la escultura en madera de Florencia, Francesco del Tasso, quien llevó a cabo el marco de la obra con grotescos, fantasiosos racimos y cabezas humanas, siguiendo seguramente un diseño del propio Miguel Ángel.

Otros hitos de la estrecha colaboración entre pintores y escultores surgieron de la realización de los retablos mixtos o grandes altares con una estatua de madera en su centro y tablas laterales pintadas. La belleza de estas composiciones escenográficas, que destacaban en el espacio litúrgico, se halla representada en la muestra por la escultura de San Antonio Abad (imagen superior derecha) tallada por Benedetto da Maiano -Museo Nacional de Villa Guinigi (Lucca), el santo era parte central de un retablo hoy desmembrado y originalmente estaba acompañado por dos tablas de Filippino Lippi que se conservan ahora en el Norton Simon Museum de Pasadena (Estados Unidos)- y por el Tabernáculo de San Sebastián (imagen inferior izquierda, Sant'Ambrogio de Florencia) tallado por Leonardo del Tasso y policromado por Filippino Lippi.

En el desarrollo de la escultura en madera policromada se contó también con la presencia de artistas extranjeros en Florencia: en 1457 aparece documentado en la ciudad el misterioso escultor Giovanni Teutonico, autor de obras como el crucificado de la Iglesia de Sant'Jacopo Soprarno, que trajo de Centroeuropa (era de origen tudesco) un naturalismo basado en una cruda y expresiva teatralidad del drama humano, distinto de Donatello aunque también inspirado en una verídica e indisoluble humanidad. De otro escultor alemán, Veit Stoss, se expone un San Roque (imagen inferior derecha, Annunziata de Florencia) que fue alabado por Vasari.

En el pensamiento clasicista que caracterizó al Cinquecento, la escultura de madera estaba, de hecho, pensada para exhibir el material lígneo y no recubrirlo con la policromía. Esta exposición, titulada Fece di scoltura di legname e colorì. La scultura del Quattrocento in legno dipinto a Firenze, ha sido promovida por el Ministerio de Bienes y Actividades Culturales y Turísticas de Florencia, con la colaboración de la Galería de los Uffizi, la Galería de las Estatuas y de las Pinturas de los Uffizi y los Museos Florentinos.

 

 

 

Con esta muestra, gracias a los nuevos estudios y a los hallazgos incidentales, maravillosas esculturas han sido liberadas de siglos de segregación en oscuras capillas, otras han recuperado su esplendor de antaño gracias a cuidadosas restauraciones y otras disfrutan de una colocación más adecuada. La exposición también ha servido para demostrar que la escultura toscana era mucho más cosmopolita de lo que se pensaba: absorbía las mejores novedades de España y Centroeuropa y mostraba unos adornos inspirados en la orfebrería francesa.

La Historia del Arte, fuertemente impregnada de los cánones estéticos del siglo XIX, ha diferenciado siempre la escultura de la pintura, asignando la pureza del candor a la primera y el color a la segunda. Cuando estos dos aspectos se encuentran juntos en una sola obra de arte, caso de la escultura policromada, el resultado se ha interpretado como carente de inspiración idealista y, por tanto, como popular, vernáculo y menor.

En realidad, desde las más antiguas manifestaciones arqueológicas hasta las corrientes hiperrealistas y neoexpresionistas contemporáneas, la casi totalidad de la escultura es policromada. En la escultura florentina del renacimiento, al igual por ejemplo que en la imaginería española, la policromía es un factor al servicio del nuevo realismo de la época y se expresa en obras tridimensionales con igual potencia que la pintura.

Estatuas como el San Roque del germano Veit Stoss, que ha llegado hasta nosotros en la marrón desnudez de su alma lígnea, eran en origen total o parcialmente policromadas, como la Magdalena orante de Donatello, que conserva también grandes fragmentos de dorado.

Famosos pintores se pusieron al servicio de compañeros escultores hoy casi desconocidos. Artistas de enorme prestigio no desdeñaron tallar la humilde madera de tilo, delegando a menudo la labor de policromarla a colegas de rango inferior; las Madonnas más sublimes eran replicadas en estuco y pintadas para contentar a clientes menos pudientes (o más avaros). Del Tondo Doni de Miguel Ángel se pone en relieve, por primera vez, su enigmático marco -todo un juego de símbolos- esculpido por el virtuoso Francesco del Tasso.

 

 
     
     

San Juan Bautista

Francesco da Sangallo
Hacia 1515-1520
Iglesia de San Romolo (Bivigliano)

 

San Pedro Mártir

Donatello
Hacia 1440-1450
Iglesia de San Domenico (Fabriano)

 

Dirección y horario: Piazza Pitti 1, Florencia. Martes a domingo, de 08:15 a 18:50 horas.
Durante los meses de verano cuenta con apertura especial algunas tardes.

 

 
     
     

San Bernardino de Siena

Lorenzo di Pietro (Il Vecchietta)
1460-1464
Bargello de Florencia

 

Santa Margarita de Antioquía

Andrea Guardi
Hacia 1465
Museo Nacional de San Mateo (Pisa)

 

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