Se trata de dos esculturas en bulto redondo que representan a Santa Ángela de la Cruz y Santa María de la Purísima de la Cruz, cuyo destino es el templo parroquial de San Vicente Mártir del municipio sevillano de Tocina. Ambas han sido realizadas en terracota policromada al óleo con una altura de 80 centímetros.

Las dos religiosas aparecen de pie. El escultor e imaginero de Marchena (Sevilla) ha pretendido que muestren la dulzura, la alegría y la bondad que las caracterizaban, pese a su arduo esfuerzo de atender diariamente a los más desfavorecidos a través de la Compañía de las Hermanas de la Cruz.

Mientras la fundadora de la referida congregación se presenta a los fieles sosteniendo el libro de las constituciones de la misma, señalándolo con el dedo índice de su mano derecha, su discípula acaricia la cruz pectoral con la derecha y enseña el crucifijo del rosario con su mano izquierda, en alusión a la frase de Santa Ángela: "No hay nadie que viva sin cruz y el que huya de una, encontrara otra mayor".

El rostro y las manos de Sor Ángela, así como su estudio postural, reflejan una edad avanzada. Respecto a la Madre María de la Purísima, Humanes ha hablado, de cara a su ejecución, con personas que la conocieron personalmente, de ahí que haya querido plasmar en ella su sonrisa permanente que todos comentaban.