RESTAURACIÓN DE SEBASTIÁN SANTOS CALERO PARA VALVERDE DEL CAMINO (HUELVA)

09/09/2021


 

 

Ayer se presentó en el templo parroquial de Nuestra Señora del Reposo de Valverde del Camino (Huelva) la restauración de la titular del templo y patrona de la localidad, una obra tallada en 1940 por el escultor e imaginero onubense Sebastián Santos Rojas (Higuera de la Sierra, Huelva, 1895 - Sevilla, 1977).

El acto se llevó a cabo a través de una conferencia llevada a cabo por uno de los hijos de Santos Rojas, autor de la restauración, el también escultor Sebastián Santos Calero (Sevilla, 1943), que calificó la intervención de "muy emotiva", tanto por tratarse de una "obra realmente hermosa de su padre", como por el hecho de ser Valverde del Camino una localidad a la que siempre ha estado muy unido desde su infancia, al ser el pueblo natal de su madre y conservar en el mismo numerosos vínculos y recuerdos familiares.

Nuestra Señora del Reposo representa un pasaje de la Huida a Egipto recogido en los evangelios apócrifos: el momento en que María termina de cubrirse el pecho tras haber amamantado al pequeño Jesús, el cual ya figura plácidamente dormido sobre su regazo. Es una talla realizada en madera de ciprés de alta calidad, posiblemente del mismo Valverde, dorada y policromada. Sus medidas son 148 x 69 x 76 cm. Santos Rojas copió la imagen destruida en 1936, atribuida por el historiador Alfonso Pleguezuelo a Luisa Roldán.

Basándose en la famosa fotografía de 1940 en la que aparece Sebastián Santos Rojas en su estudio de Sevilla junto a sus discípulos José Vázquez Sánchez y José Paz Vélez y junto a su confesor y director espiritual fray Juan Bautista de Ardales, su hijo Sebastián afirmó, a modo de curiosidad, que la cabeza de la imagen de Nuestra Señora del Reposo, que aparece en primer plano tras la saca de puntos, fue tallada en una noche por su padre tras las numerosas insistencias hechas por su madre de cara a su acabado. En dicha instantánea aparecen también la Divina Pastora de Antequera (Málaga), ya terminada, y en proceso de ejecución, la Inmaculada Concepción de Alcalá de Guadaíra (Sevilla) y el Sagrado Corazón de Jesús de Almonte (Huelva).

 

 

Consta que Nuestra Señora del Reposo fue intervenida en el año 1984 por otro hijo de Sebastián Santos Rojas, Jesús Santos Calero, ya fallecido y también dedicado a la escultura y la imaginería. No se redactó entonces un informe, siendo lo más significativo de la restauración efectuada por Jesús los refuerzos internos del embón, la ejecución de un tablero inferior de la base en madera de pino, la intervención en la mano derecha de la Virgen y en la mano y brazo izquierdos del Niño Jesús, y la reparación de fisuras longitudinales en el dorso de la escultura que afectaban a las zonas del estofado del manto.

Los trabajos realizados por Sebastián Santos Calero comenzaron por un estudio previo de la escultura, formada por un embón de ciprés con una oquedad que llega al pecho de la Virgen, siendo el resto de la madera maciza hasta la altura de la cabeza. Por la parte delantera, Sebastián Santos Rojas había añadido abundante madera, también de ciprés, para tallar el anverso de la figura.

Para poder tener acceso a su interior, de donde tenían su origen casi todas las patologías existentes, Sebastián Santos Calero ha realizado dos ventanas en su base -la cual se encontraba muy bien reforzada con una estructura de metal y clavos por su padre, desechándose la idea de desmontarla- que han sido cerradas y pueden volver a abrirse fácilmente en el caso de que resulte nuevamente necesario.

Una vez tenido acceso, el restaurador procedió a la eliminación de los objetos metálicos y al sellado de juntas de ensambles con adhesivo de poliuretano. Llaman la atención las cuatro inscripciones a lápiz que Sebastián ha encontrado en el interior de Nuestra Señora del Reposo, todas ellas invocando la protección de la patrona, habiendo quedado especialmente emocionado con dos de ellas: la de su hermano Jesús, a raíz de la intervención que le realizó en 1984, y la de su padre, que se limitó a escribir "Ruega por nosotros".

 

 
     
     
Comparativa. Antes y después de la restauración

 

En el exterior, la imagen mariana presentaba polvo y suciedad en toda la cabeza, e importantes rozaduras en el lateral izquierdo del cuello, provocadas por el uso de pendientes; en el lateral derecho del cuello, los daños eran también significativos, alcanzando en este caso los cabellos, y habían también sido provocados por los pendientes, así como por el uso de collares. Por el uso de la corona, existían lesiones que afectaban a la capa pictórica del cabello. Respecto a las pestañas superiores de pelo natural, se encontraban en buen estado salvo un pequeño desprendimiento de la que corresponde al ojo derecho.

El Niño Jesús era probablemente la pieza más dañada. Tenía abundante polvo y suciedad compactado en general, rozaduras en la cabeza provocadas por la corona, importantes lesiones provocadas por la colocación del cetro, anillos y otras joyas, una importante fisura en la zona occipital y desperfectos varios.

Respecto a los ropajes de la Virgen, existían fisuras importantes en los laterales del manto, daños por rozaduras en la zona de la rodilla derecha, un golpe con pérdida de masas en la zona izquierda del forro del manto, con abundantes deterioros y rozaduras en el dorado, y daños por rozaduras en las zonas cinceladas del dorado, con numerosas microfisuras debido al empleo de dicha técnica del cincelado, "cuyo resultado final, aunque espectacular, deja muy frágil el oro por el picado que sufre", en palabras del restaurador.

Por último, las cabezas de los querubines tenían suciedad compactada, así como golpes y manchas de cera en las encarnaduras, y la peana mostraba fisuras en todo el perímetro del plinto, con las zonas doradas en muy mal estado; el tablero añadido en la intervención de 1984, al ser de pino -el ciprés repele a los insectos-, poseía numerosos orificios de xilófagos: cinco en el lateral derecho, cuatro en la zona frontal y tres en el dorso.

 

 
     
     
Estado tras la restauración. Detalles

 

Las tareas de restauración han consistido, por tanto, en la limpieza integral de la imagen de Nuestra Señora del Reposo, previas catas; reposición de estuco y policromía en aquellas zonas donde se habían producido pérdidas pictóricas y de la preparación a base de sulfato de cal y cola animal, previa a la aplicación polícroma; un tratamiento contra los insectos xilófagos que ha durado casi tres meses; nuevo dorado para la peana y las zonas del manto con pérdidas a base de pan de oro -en el caso del manto, el dorado se ha matizado con lacas para no perder coherencia con el dorado original; en el caso de las zonas cinceladas del dorado con microfisuras o rozaduras, la reposición se ha hecho con oro líquido para no perder el trabajo del cincelado-, arreglo de la pestaña derecha y reposición de cuatro gemas que se habían desprendido de los ropajes de la imagen.

A lo largo de toda su intervención, Sebastián Santos Calero ha insistido en la necesidad de establecer medidas protectoras de cara a la conservación de la imagen, que no son incompatibles con su carácter devocional y ayudan considerablemente a prevenir nuevos daños en el futuro. Dichas medidas se hallan relacionadas, principalmente, con la colocación de preseas, joyas y otros atributos que afecten a la talla. De momento, se ha añadido un fieltro adhesivo a la corona de la Virgen para que no vuelvan a aparecer rozaduras en el cabello.

 

 
 
 
 

 

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