UN CENTRO DE INTERPRETACIÓN SOBRE TORCUATO RUIZ DEL PERAL EN GUADIX

Antonio Fajardo (23/04/2021)


 

 

El 16 de mayo de 1708 nació Torcuato Ruiz del Peral en la población de Exfiliana, muy cercana a Granada, cuando comenzaba un nuevo siglo y empezaba a reinar en el trono de España una nueva dinastía.

Nada sabemos sobre la infancia de Ruiz del Peral, solamente que era hijo de labradores acomodados, y que era el sexto de nueve hijos, nacidos del matrimonio entre Nicolás Ruiz y Jerónima del Peral. Al parecer, a los 14 años se traslada a Granada y con 17, consta que está de aprendiz en el taller granadino de Diego de Mora, donde vivirá y aprenderá el oficio de imaginero. A los 29 años, sabemos que tiene taller propio en la ciudad de Granada. Este taller se mantuvo activo hasta su muerte, acaecida el 6 de junio de 1773. Cuando contaba con 65 años de edad, fue sepultado en la iglesia de San José de Granada. Por la partida de defunción sabemos, además de que fue un buen artista, que fue un artista de éxito y con holgura económica, ya que sus exequias especifican que se enterró a "Apino". Dejó mandado también que se celebren 150 misas por el eterno descanso de su alma. Según historiadores como José Cecilio Cabello Velasco, fue un católico fervoroso y un artista que puso sus amplios conocimientos y las grandes facultades que tenía al servicio de la piedad y la religión católica.

La figura de Ruiz del Peral tiene el doble carácter de epígono y epílogo. Epígono en cuanto a seguidor y heredero de un estilo anterior al suyo, es lo que se ha denominado la Escuela Granadina, una corriente escultórica que contó con personajes tan ilustres como Pablo de Rojas, Alonso de Mena y su hijo Pedro de Mena, Alonso Cano, Pedro Atanasio Bocanegra, Juan de Sevilla, la familia de los Mora, José Risueño... Ruiz del Peral Beberá del barroquismo granadino, lo mismo que de Benito Rodríguez Blanes, quien fue sacerdote de la iglesia granadina de los santos Justo y Pastor, para la que trabajó mucho Ruiz del Peral. Aprendió en la obra de Cano la mesura y brillantez de su policromía. Su obra está cargada de tradiciones e influencias, como se puede reconocer en los rostros ovalados, las narices pronunciadas, bocas pequeñas y cerradas, en el caso de las imágenes marianas; y pómulos marcados y barba partida, en el caso de las imágenes cristíferas.

Epílogo porque, después de Torcuato Ruiz del Peral, la llamada Escuela Granadina no tuvo a nadie que la continuara con la brillantez y cuotas de calidad que había alcanzado.

Al mismo tiempo, Ruiz del Peral aporta unas características singulares, como el exquisito tallado del pelo, un gusto especial por los modelos geométricos, una brillante policromía llena de delicados matices y muy preciosista, movidos y amplios ropajes con bordes aristados, y postizos para añadir mayor efectismo: telas encoladas, encaje de hojilla en el borde de los mantos, ojos de cristal, pestañas superiores de pelo natural, etcétera, conjugando así un realismo agudo y teatralizante.

En sus imágenes de pasión, el dolor es contenido, sereno, muy cercano a la estética estremecedora y con un llamado "realismo inmisericorde" cuando la escena a interpretar lo requiere, como es el caso de la Degollación de San Juan Bautista de la Catedral de Granada o de Cádiz. Las imágenes de sus santos son de una profunda espiritualidad, llenas de misticismo, expresado mediante un rostro trasformado en mirada estática y perdida que ayudan a crear en el fiel un estado de serena quietud y elevada piedad.

La belleza, además de una cualidad estética, es un atributo moral, que Ruiz del Peral irradia desde la expresión del rostro y las manos. Huye de todo efecto histriónico o banal, que vaya en detrimento de la religiosidad de la escultura. Sus obras son más que obras de arte, son intuiciones donde los santos cobran vida en sus imágenes. Y en esto, Ruiz del Peral tuvo un don cuasi divino, poner aliento, alma, vida a la materia.

Su obra está extendida por toda la geografía andaluza y española. La mayor producción se realizó para las ciudades de Guadix y Granada. La discreción plástica de sus seguidores, como la generalización de las nuevas tendencias academicistas, hacen de su figura el broche de oro del barroco granadino.

La Iglesia de Guadix y, sobre todo, la Catedral y el templo de San Francisco fueron incondicionales de Ruiz del Peral, de tal modo que se convirtió en el artista por antonomasia para realizar las obras o las imágenes de culto en el periodo en que estuvo activo. De esta relación con la Catedral de Guadix es notoria la estrecha amistad que unió a Ruiz del Peral con el canónigo y también artista Antonio Moyano, autor del medallón de la Encarnación de la fachada principal de la catedral accitana, y miembro de la Real Academia de San Fernando, al que Ruiz del Peral nombra en su testamento albacea de todos sus bienes junto a su esposa, Beatriz Trenco.

 

 

La Catedral de Guadix guarda la mejor obra de juventud de Ruiz del Peral, los dos magníficos púlpitos esculpidos en piedras semipreciosas y su postrera obra, el coro catedralicio, con una novedosa singularidad, la aprensión en la escultura de la técnica pictórica. Lo que hace es someter la luz al dominio estético, orientando planos y superficies, disponiendo concavidades y convexidades, distribuyendo masas y volúmenes, creando de esta manera un espacio envolvente y una atmósfera trasformada en la luz y por la luz.

De igual modo, la Iglesia de San Francisco (imagen inferior) encontró en Ruiz del Peral al fiel intérprete de su visión plástica de la religión. La orden franciscana, incondicional de su valía, le favoreció ampliamente con sus encargos. De su gubia, salieron para San Francisco obras tan brillantes como San Antonio de Padua, de un barroco estremecedor y con una sinuosidad de puntos de vista inimaginables; la Inmaculada Concepción, para la cofradía del mismo nombre; San Buenaventura, San Francisco Solano, Santa Rosa de Viterbo, y la que es sin duda la obra cumbre en Guadix, la maravillosa dolorosa sedente, hoy llamada Virgen de la Humildad, que en sus ojos de dolor enrojecidos por las lágrimas, más que ver, nos hacen sentir la pena.

Este artista, junto con al arquitecto Lorenzo Rodríguez, es el más relevante de cuantos en las tierras de Guadix surgieron, y fue y sigue siendo un nombre insoslayable para entender la imaginería barroca de la centuria del siglo XVIII granadino, y muy especialmente en la ciudad y diócesis de Guadix.

La Iglesia de San Francisco, posible sede del Centro de Interpretación dedicado a la figura de Torcuato Ruiz del Peral, es un templo de una sola nave, separada mediante arco de triunfo del presbiterio. Mecenas de esta iglesia fueron la mayoría de las familias nobiliarias de Guadix, pero sobre todo la familia Pérez de Barradas y Figueroa, la cual tenía derecho de enterramiento en la cripta mayor. La iglesia, como casi todas la de la ciudad, luce una importantísima armadura mudéjar. La de la nave central es un gran artesón con limas moamares a los pies, que se ochava sobre pechinas planas, decoradas mediante lacerias, junto al arco de triunfo del presbiterio. Cuenta con seis pares de tirantas dobles apeinazadas, además la armadura tiene labor de jaldetas y copulín mocárabe, la armadura de la capilla principal o presbiterio es de estructura ochavada apeinazada con forma de estrellas y cruceras, exceptuando el almizate con forma de ruedas de ocho. Y en el centro una piña de mocárabe. En el arrocabe están los escudos de la familia Pérez de Barradas y Figueroa.

La Iglesia de San Francisco, gracias a las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, se salvó de la destrucción en la Guerra Civil Española, y con ella la imaginería religiosa que posee en su interior, de tal modo que las obras que en Guadix se conservan de Ruiz del Peral, pertenecen casi en su totalidad a este templo.

Crear en la Iglesia de San Francisco el Centro de Interpretación sobre la vida y obra de Torcuato Ruiz del Peral nos posibilitaría, en primer lugar, reivindicar su figura artística para la tierra en la que nació y para la ciudad que confió en su arte desde su juventud hasta su muerte, apoyándolo con sus encargos. En segundo lugar, permitiría contemplar su obra plástica en el contexto para el que se realizó. Y en tercer lugar, se pone en valor una de las mejores obras arquitectónicas mudéjares de Andalucía, la Iglesia de San Francisco, mandada construir por los Reyes Católicos en 1490, y declarada Monumento Nacional en 1931.

El espacio expositivo se desarrollaría ocupando las capillas, el presbiterio y la sacristía, dejando la nave central libre y diáfana. En ellas se contextualizaría la figura de Ruiz del Peral dentro de la Escuela Granadina, y sobre todo, de lo que fue la obra de Diego y José de Mora, principales fuentes estéticas de Ruiz del Peral.

El capítulo central será el catálogo de obras de Ruiz del Peral, hoy depositadas en el Museo de la Catedral de Guadix, y la reproducción por distintos medios actuales de otras de sus obras más importantes que están ubicadas fuera de Guadix, caso de Santa María de la Alhambra en Granada, o bien fueron destruidas en la Guerra Civil, como pueden ser la Virgen de las Angustias, la Virgen de Belén o la imaginería del coro de la Catedral de Guadix. Un tercer bloque sería relacionar el arte de Ruiz del Peral con artistas de su misma época de la escuela murciana y sevillana, para terminar con los nombres más destacados que siguieron a Torcuato Ruiz del Peral, como puede ser Agustín Vera Moreno y otros.

Este Centro de Interpretación Torcuato Ruiz del Peral, ideado por el Cabildo de la Catedral de Guadix, sería de especial singularidad, ya que en Andalucía no hay ningún otro dedicado en exclusiva a la figura y obra de un artista imaginero. Y fuera de nuestra tierra solo existe el Museo Salzillo de Murcia.

 

 

Nota de La Hornacina: Antonio Fajardo es deán-presidente del Cabildo de la Santa Apostólica y Real Iglesia Catedral de Guadix.

 

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