La intervención llevada a cabo en la imagen de Nuestra Señora del Amor y del Trabajo, dolorosa titular de la hermandad granadina del Santísimo Cristo de la Buena Muerte (Ferroviarios), ha tenido dos ejes fundamentales: el refuerzo estructural y el tratamiento de las policromías.

En lo relativo a la estructura, se ha trabajado sobre los tableros que forman el faldón de la imagen, reforzándolos mediante la colocación de bandas de lino encoladas en las uniones interiores. Además, se ha cerrado la abertura existente entre las maderas de la peana del altar, donde se asienta la imagen, insertando un listón de madera de pino. Para corregir la deformación de dicha peana, se han añadido también dos pletinas de refuerzo en su parte posterior.

Respecto a la policromía del rostro y las manos, el tratamiento ha consistido en eliminar el barniz oscurecido por el envejecimiento, la oxidación propias del material y la suciedad acumulada. Asimismo, se retiraron antiguas reintegraciones cromáticas que habían perdido su tonalidad original, especialmente llamativas en ambas manos.

Una vez completada la limpieza, se aplicó estuco en las zonas con grietas y pérdidas, nivelando la superficie para reintegrar el color de manera precisa hasta alcanzar la tonalidad original de la policromía.

Durante el proceso de limpieza del rostro, afloraron improntas de dos lágrimas que fueron eliminadas en alguna de las intervenciones anteriores realizadas a la imagen. Tras comunicar este hallazgo a la Junta de Gobierno de la Hermandad, se recibió documentación fotográfica histórica que confirmó tanto la existencia de esas dos lágrimas como la incorporación posterior de otra. En consecuencia, se decidió, con acierto, recuperar las dos lágrimas originales y eliminar la añadida, logrando así una disposición más armónica sobre el rostro.

La Virgen del Amor y del Trabajo es una interesante imagen procesional, fechada en el siglo XVIII, cuyo rostro sigue el modelo impuesto por José de Mora en la Soledad del Calvario y varias de sus dolorosas de busto, de ahí su pronunciado intimismo y la singular exquisitez de su modelado.