ATRIBUCIÓN DE DOS OBRAS A FRANCISCO DE GOYA

04/12/2013


 

 
 
Muerte de San Alberto de Jerusalén

 

La atribución ha sido lanzada por Fernando Tabar, catedrático emérito de Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid, para quien no hay duda de que Huida a Egipto y Muerte de San Alberto de Jerusalén, dos lienzos que se conservan en el Convento de las Carmelitas Descalzas de Cuenca, son atribuibles a la obra temprana de Francisco de Goya. Según un artículo que firma este experto en arte en el último número de la revista Ars Magazine, coincidiendo con el quinto aniversario de la publicación, ambas obras fueron pintadas en torno a 1772-1775, previas a la marcha final de Goya a Madrid, y las mismas tienen como punto de partida el Cuaderno Italiano del pintor de Fuendetodos (Zaragoza), que se conserva en el Museo del Prado.

Aunque no se ha realizado ningún tipo de estudio científico para comprobar la autoría de ambos lienzos, Fernando Tabar ha señalado que el "ojo del experto" es la mejor constatación que se puede realizar, y ha destacado que se trata de una atribución exclusivamente suya, ya que no ha tratado de hablar con ningún experto del Museo del Prado ante su deseo de ser dueño de su "propia opinión". "Se quieren certezas objetivas pero desgraciadamente ningún procedimiento, máquina ni análisis puede determinar a ciencia cierta que una obra es de Goya", ha precisado el catedrático de la Complutense, quien ha añadido que La Virgen con San Joaquín y Santa Ana (ver enlace) es de la misma época que los ahora descubiertos.

Los dos lienzos nuevos han permanecido ocultos "e ignorados" en la clausura conventual de las Carmelitas Descalzas de Cuenca, y salieron a la luz por primera vez, sin ser identificados, con motivo de la exposición en la catedral conquense Callada Belleza. Arte en las Clausuras de Cuenca, celebrada entre agosto de 2007 y julio de 2008. Ambos óleos, según publica Ars Magazine, permitieron su identificación hace años "a la espera de un estudio directo", y se limpiaron para la muestra, en la que se catalogaron como barrocos.

Conviene señalar que, hace un año, los lienzos llegaron a Alcalá Subastas para su posible venta como pinturas españolas del siglo XVIII. Las sospechas sobre la autoría de ambas obras, consideradas anónimas, no tardaron en surgir: desde un primer momento los responsables de Alcalá Subastas creyeron hallarse ante creaciones de Francisco de Goya, y guiados por esta intuición, contactaron con Richard de Willermin, experto en pintura española e italiana de los siglos XVII y XVIII de la citada sala. Tras examinar los lienzos, el especialista dictaminó la autoría de Goya. Así lo adelantó el diario La Razón en enero de este año. Sin embargo, la sala de subastas finalmente lo negó, y nada más se volvió a saber de las obras hasta ahora.

 

 
 
Huida a Egipto

 

Las dos obras poseen idénticas medidas, 35 x 60 cm, un formato inusualmente alargado y raro, según Tabar, quien considera que ambas forman pareja o son partes de un todo, a pesar de que los asuntos que abordan, de carácter religioso, no guardan relación entre sí. Así, en Huida a Egipto Goya representó la historia de la infancia de Jesús y la vida de la Virgen ambientada en un paraje boscoso de luz crepuscular, mientras que en Muerte de San Alberto de Jerusalén pinta sobre la tela un episodio de martirio, representado en muy pocas ocasiones fuera del ámbito carmelitano. Para Tabar, el tamaño de este pequeño lienzo hace pensar en un boceto que pudo ser concebido para el mural perdido del mismo asunto en la cartuja de Aula Dei de Zaragoza, hacia 1772-1774, y guarda una gran semejanza con el Cuaderno Italiano de Goya que se conserva en el Museo del Prado.

En el caso de Muerte de San Alberto de Jerusalén, el lienzo está plenamente justificado en la Orden Carmelita, al ser San Alberto quien hizo la regla de la Orden del Carmelo, y en el mismo aparece la figura de San Alberto, con atuendo sacerdotal, debatiéndose a manos de sus asesinos, uno de los cuales le sujeta por detrás mientras otro se dispone a apuñalarle con un cuchillo. Encima, dos ángeles niños ofrecen la corona del martirio a la víctima desde una nube mientras la escena, que se desarrolla en unas gradas, es contemplada por fieles.

Según Tabar, además del estilo general goyesco, característico de la época temprana del maestro aragonés, hay detalles formales que conducen inequívocamente hasta el Cuaderno Italiano, como el torso de uno de los asesinos con el Torso Belvedere. Para Tabar, ambas pinturas, que se conservan en el convento de las Carmelitas en buen estado, guardan numerosos paralelismos con las figuras del Cuaderno Italiano y con la decoración que Goya realizó para la iglesia del Monasterio de la Cartuja del Aula Dei de Zaragoza.

Fernando Rayón, director de Ars Magazine, ha asegurado que normalmente cuando alguien atribuye una obra a algún clásico del arte siempre piden segundas opiniones, aunque en esta ocasión no lo ha hecho al primar "el criterio" de Fernando Tabar, "quien ha demostrado en muchas ocasiones que es un buen investigador".

 

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