NUEVA ADQUISICIÓN DE LA FUNDACIÓ GALA-SALVADOR DALÍ

15/01/2014


 

 

La Fundació Gala-Salvador Dalí ha presentado la última adquisición: el óleo sobre madera Carreta Fantasma (1933). Esta pieza de estilo surrealista, comprada a un coleccionista particular que quiere permanecer en el anonimato, se incorpora a unos fondos que se han ido ampliando desde 1991, con más de 300 piezas, 11 de ellas de la época surrealista, formando así la más grande antológica de Dalí, ubicada en su ciudad natal.

La Fundació Dalí tiene como uno de los objetivos prioritarios preservar, difundir y ampliar el legado del pintor. Desde 1991 se lleva a cabo una intensa política de adquisición de obra destinada a completar el universo daliniano que se conserva en el Teatro-Museo Dalí, del que se celebra en 2014 el 40 aniversario. El objetivo de la política de adquisiciones es mantener el museo de Figueres como la pieza fundamental para entender la evolución pictórica, el pensamiento y la vida del artista ampurdanés Salvador Dalí.

Esta pintura había formado parte de la colección del poeta inglés Edward James (1907-1984), ferviente defensor del surrealismo. Fue también mecenas de Salvador Dalí entre 1936-1939, así como de René Magritte. Su casa, Monkton House, cerca de West Dean en Sussex (Inglaterra) era un sueño surrealista: incluía objetos como un gran sofá al que Dalí dio la forma y el color de los labios de la actriz Mae West -el conocido sofá-labios-, y el teléfono-langosta, en cuyo diseño el propio poeta colaboró con Dalí. Este óleo hay que contextualizarlo en los años 1933-1936, cuando Dalí realiza diversas obras que tienen a la llanura del Empordà y la playa de Roses como protagonistas: las dedicadas a su prima Carolina o Carreta Fantasma.

En el centro de una llanura árida y luminosa observamos una carreta de dos ruedas que se mueve en dirección hacia un pueblo. La forma de la tartana se mezcla con la ciudad, convirtiéndose así en su propio destino. Se trata de una ilusión de perspectiva en la que la habilidad del pintor intenta confundirnos una vez más. Donde esperábamos ver las ruedas, hay dos estacas clavadas en el suelo. Los personajes que aparecen sentados en el carro se identifican con la arquitectura de la ciudad del fondo. Como en otros juegos visuales propuestos por el pintor, tiene un papel fundamental el método que bautizó como paranoicocrítico: "método espontáneo de conocimiento irracional basado en la objetividad crítica y sistemática de las asociaciones e interpretaciones de fenómenos delirantes". Vemos una tartana y una ciudad o ambos elementos a la vez.

La carreta o tartana era el medio de locomoción habitual durante la adolescencia de Salvador Dalí. En su autobiografía Vida Secreta hay referencias relacionadas con la familia Pichot: "Partí en una tartana con el señor y la señora Pichot y Julia, su hija adoptiva, de dieciséis años de edad, que tenía largos cabellos negros. El señor Pichot guiaba él mismo el carruaje". El carruaje es también un elemento presente en la iconografía surrealista y en la filmografía del cineasta Luis Buñuel: aparece, por ejemplo, en Belle de Jour.

Dalí y su paisaje, elementos inseparables en su producción artística. Josep Pla retrata en Grandes Tipos esta relación: "En aquella época [1926] Dalí parecía un leopardo famélico. Pero todo esto eran simples venadas de juventud que faltamente pasarían. Y, en efecto, siempre que durante estos años se expresó con auténtica sinceridad aparecieron en seguida las breves cualidades de dibujante al servicio de su descubrimiento: del descubrimiento del paisaje del Alto Ampurdán, que ha sido, es y será la obsesión de su vida. Sobre esta base inició los primeros tanteos de sus grandes síntesis posteriores, realizadas con una precisión prodigiosa, con un lúcido realismo. Cuando nosotros, los ampurdaneses, vimos aquella tartana en el llano dilatado, bajo la bóveda del cielo neto, claro, resplandeciente e inmenso, comprobamos que nos había nacido el pintor, el pintor que había descubierto y comprendido (tan bien como un payés del terruño) nuestro país".

Desde el punto de vista técnico esta pintura, que se puede ver desde ayer en el Teatro-Museo Dalí, recuerda a otras obras de la Fundació, como Retrato de Emilio Terry, El Espectro del Sex-Appeal o Retrato de Gala con dos Costillas de Cordero en Equilibrio sobre su Hombro, tanto por la minuciosidad característica del momento, como por el uso de maderas nobles -caoba en este caso- de medidas reducidas como soporte de una pincelada precisa, con capas transparentes y detalles casi imperceptibles que hacen que Carreta Fantasma ocupe un lugar de honor en la Sala del Tesoro del Teatro-Museo Dalí (Plaza Gala Dalí, nº 5, Figueres-Girona).

 

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