HALLAZGO DE PINTURAS MURALES DEL SIGLO X EN BARALLA (LUGO)

Fernanda Follana para www.lavozdegalicia.es (01/05/2007)


 

 

Los núcleos rurales gallegos esconden un patrimonio de valor incalculable. Tras la cal que se echaba a las paredes de las iglesias para sanearlas en épocas de pestes, aparecen de vez en cuando pinturas murales. Las del ábside de la iglesia románica del siglo X de San Martiño de Berselos, en Baralla (Lugo), tenían cuatro capas encima y estaban ocultas durante siglos hasta que Vania López Arias, licenciada en Bellas Artes y especialista en restauración, las encontró en mayo de 2005, cuando se disponía a presupuestar la recuperación del retablo del siglo XVII.

López Arias le propuso al párroco de Berselos hacer unas pequeñas catas en la cúpula del ábside que revelaron la presencia de los frescos. "El descubrimiento se le comunicó a Patrimonio, que autorizó trasladar el retablo a la nave para librar el acceso al ábside y poder recuperar las pinturas", explica el propio párroco.

Los trabajos de restauración, iniciados hace 15 días, están mostrando que las pinturas se encuentran en muy buen estado, a la espera de que la datación revele su verdadero valor histórico. "Las figuras aparecen perfectamente definidas y puede interpretarse completamente un tema, que en este caso es el juicio final, lo que desde el punto de vista artístico tiene gran importancia", explica López Arias, que se encarga de la recuperación de los frescos. "Las tres últimas capas salen bien, pero cuando echaron la primera, la pared estaba húmeda y la cal se ha carbonatado, lo que dificulta su extracción", explica López Arias, que retira con un un bisturí y precisión de cirujano la cal hasta llegar a las pinturas. Las faltas en las formas se completan en acuarela, con trazos de líneas o puntos, si se trata de una superficie pequeña, o con tinta neutra de un tono más suave, en caso contrario.

López Arias explica el objetivo de su trabajo: "recuperar una imagen de los frescos originales lo más fiel posible diferenciando lo que corresponde a la restauración, que sólo se aprecia con una mirada cercana".

A pesar de que la superficie a la vista es relativamente pequeña, se reconoce perfectamente la representación del Juicio Final. En la cúpula del ábside, un Cristo Pantocrátor sedente y en actitud de bendecir domina la escena. Tiene los brazos alzados y el detale de las manos permite apreciar con claridad la posición de los dedos. "El origen del Pantocrátor es ateo y era la denominación de Júpiter, el padre omnipotente de los dioses. Con la llegada del monoteísmo el pueblo elegido se lo aplicó a Dios", explica el párroco Ramón.

Se han descubierto también dos figuras orantes y otras dos de ángeles músicos que tocan la trompeta. En la parte media aparecen las simpáticas figuras de los resucitados, que han sido las últimas descubiertas durante la restauración, y, coronando la cúpula, un sol con el anagrama JHS, que alude a Cristo Salvador de los Hombres.

 

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