VETADA UNA OBRA DE ELÍAS RODRÍGUEZ PICÓN POR LA REVISTA TELVA

20/12/2015


 

 
     
     
 

 

La fotografía -en las imágenes superiores, pueden ver una panorámica general y detalles de la misma- fue realizada por el artista onubense con fines publicitarios para la conocida firma de ropa que aparece en la escena. La marca, especializada en prendas con inspiración ecuestre, le encargó, en tan solo 24 horas, una instantánea para poder presentarla a tiempo con vistas a su edición en el interior de la contraportada del suplemento especial de Navidad de Telva, revista dirigida mayormente al público femenino.

Cumpliendo dicho plazo, la fotografía fue rechazada horas más tarde por Olga Ruiz, directora de Telva, al no considerarla acorde con la línea editorial de la publicación. El motivo esgrimido fue "que con este visual la figura de la mujer no queda en buen lugar" ya que "Telva cuida especialmente la imagen que traslada del sector femenino". Para la fotografía posaron la sobrina de Rodríguez Picón -modelo frecuente del autor- y un estilista de Almonte, campeón de España y de Andalucía en corte de pelo para caballeros.

 

 
 
 
 

 

A raíz de este rechazo a una de sus instantáneas, el autor niega rotundamente a La Hornacina que pueda haber una intención machista en la misma y eso lo hace extensivo a toda su trayectoria artística. De hecho, otras dos de sus últimas obras, que aprovechamos la ocasión para darlas a conocer -Bajo el Velo del Amor (imágenes superiores) y La maté porque era mía (imágenes inferiores)-, constituyen, como varios trabajos anteriores, un homenaje a la mujer como ser humano, así como una defensa a su libertad sexual y personal.

La escenografía, representada con total libertad artística por Elías Rodríguez Picón -de hecho, contó con el visto bueno de la firma para la que fue creada- en uno de los habituales escenarios de tablero creados en su estudio de Rociana del Condado (Huelva), pintado y decorado expresamente para la ocasión, transmite el deseo de una joven pareja entregada con pasión en lo que parece ser la habitación de un hotel, sintiéndose el uno parte del otro, rodeados de rosas rojas, champagne y joyas como símbolos del deseo amoroso y del amor mutuo.

 

 
 
 
 

 

Por último, Rodríguez Picón critica con el veto sufrido la doble moral de una revista que, pese a publicitarse como "defensora de la mujer profesional de hoy", sigue teniendo como corpus principal de su contenido la moda, la belleza, los asuntos domésticos y la prensa del corazón; premiando además anualmente unos patrones estéticos que, junto a lo anterior, lejos de optar por el feminismo, fomentan el arcaico papel de la mujer como objeto esclavizado por el consumo y por unos clichés superficiales propios del patriarcado ultracatólico.

 

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