La última obra del escultor e imaginero alicantino ha sido realizada para el templo parroquial de Nuestra Señora de la Concepción del término municipal de Los Realejos (Santa Cruz de Tenerife). Es obra en madera policromada para vestir, a tamaño natural (155 cm de altura, 180 cm con nube y peana).

Santa Margarita María de Alacoque es la santa por excelencia de la devoción al Corazón de Jesús. En repetidas ocasiones se le apareció Cristo con su Corazón ardiendo en llamas de amor. El artista la representa arrebatada en una de sus cuatro revelaciones principales, ocurridas entre 1673 y 1675:

"Se me presentó el Corazón divino como en un trono de llamas, más ardiente que el sol y transparente como un cristal con su adorable llaga. Estaba rodeado de una corona de espinas, que simbolizaba las punzadas que nuestros pecados le inferían; y una cruz encima significaba que, desde los primeros instantes de la Encarnación, es decir, desde que fue formado este Sagrado Corazón, fue implantada en él la cruz. Desde aquellos primeros momentos, se vio lleno de todas las amarguras que debían causarle las humillaciones, pobreza, dolor y desprecio que su sagrada humanidad debía sufrir durante todo el curso de su vida y de su sagrada pasión."

Este simulacro de la religiosa francesa ha sido labrado de cara a la conmemoración del centenario de su canonización, que tuvo lugar el 13 de mayo de 1920 por el pontífice Benedicto XV. Se dispone sobre peana de nubes plateada montada sobre peana dorada para simbolizar la gloria alcanzada en sus visiones.

El rostro, de gran belleza, se muestra extasiado ante la presencia del Corazón divino, más ardiente que el sol y transparente como un cristal con su adorable llaga. Como atributos de orfebrería lleva el aro de santidad, la cruz de su hábito de salesa y un pergamino donde ha plasmado el Corazón foco de llamas que Cristo le descubre.

En la composición de la figura han colaborado los siguientes artistas: el pintor y restaurador Santiago Rodríguez López en las labores de policromía, el tallista y dorador Manuel Ángel Lorente en el plateado de la nube y en el dorado de la peana, y el platero Jesús María Cosano en el cincelado de los elementos de orfebrería.