NUEVA OBRA DE ISRAEL CORNEJO

Alejandro Morante (27/02/2014)


 

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Presentamos la última obra del escultor veleño Israel Cornejo, una representación mariana con la advocación de María Santísima del Dulce Nombre, titular de la Ilustre y Fervorosa Hermandad del Santísimo Sacramento y Cofradía de Nazarenos de la Sagrada Cena de Nuestro Señor Jesucristo y María Santísima del Dulce Nombre, con sede canónica en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen, enclavada en el marinero barrio de Bonanza, de la localidad gaditana de Sanlúcar de Barrameda.

Con esta dolorosa, Israel Cornejo pone fin a la trilogía mariana iniciada con la Virgen de la Aurora de Badajoz y continuada con la hermosa efigie de María Santísima de la Paz, destinada a la cofradía de la Resurrección sanluqueña. La obra que analizamos, una talla con base de candelero ovalado, mide 168 cm de altura y se encuentra ejecutada en madera de cedro. Participa de los rasgos prototípicos de las "vírgenes de barrio", presentando una posición frontal, belleza descarada y ausencia de expresiones dramáticas, acentuadas en este caso por la ausencia de lágrimas en su rostro por deseo expreso de los hermanos de la corporación, al no representar el titular cristífero un misterio calificado como pasionista en el sentido estricto del término.

Existen, sin embargo, rasgos donde presagiamos el dolor profetizado por el anciano Simeón. Los ojos pintados en tonalidad verdosa, un guiño a las aguas cercanas al templo residencial de la cofradía, dejan traslucir una pena contenida a punto de estallar, en correspondencia con el gemido expresado por una boca de labios carnosos y perfilados que dejan entrever lengua y dentadura. Una tez nacarada matizada con suaves frescores, cejas levemente arqueadas y pintadas a pincel con tonos marrones, al igual que la cabellera rematada en moño bajo enredado entre perlas, nariz hebraica, fino hoyuelo y cuello estilizado con anatomía detallada, forman en su conjunto un pleno exponente de la madurez adquirida por Cornejo.

Las manos, de modelado suave, alcanzan elevada expresividad al estar dotadas en sus muñecas con unas rótulas que posibilitan amplios movimientos. Muy significativa es la estilización de los dedos, la flexión de los meñiques y los hoyuelos marcados, cuyos rasgos expresan la lozanía propia de la virginidad atribuida a la Madre de Dios. Con este bello simulacro se hacen presentes las palabras de San Antonio de Padua relativas al Dulce Nombre de María: "Alegría para el corazón, miel en los labios y melodía para el oído de sus devotos".

 

Nota de La Hornacina: acceso a la galería fotográfica de la obra a través del icono que encabeza la noticia.

 

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