DESCUBIERTAS DOS OBRAS DE ANTON MARIA DI MARAGLIANO EN CARTAGENA

14/05/2008


 

 

 

Según nota de prensa de la Comunidad Autónoma, gracias al estudio interdisciplinar desarrollado durante el proceso de restauración de las tallas, que ha incluido pruebas estratigráficas y radiológicas, así como diversas comparativas con otras piezas maraglianescas conservadas en Génova y en Cádiz y su provincia, se ha podido determinar que ambas obras, que representan a San Francisco de Asís y San Antonio de Padua, pertenecen al afamado escultor genovés o a su taller.

Las imágenes, que llegarían a Cartagena gracias a las fructíferas relaciones comerciales y artísticas que la ciudad levantina tenía con Génova en ese periodo, presentan notables semejanzas con otras tallas gaditanas relacionadas con Maragliano y su órbita, caso del San Miguel Arcángel y el San Juan Nepomuceno del Convento del Carmen de San Fernando. Todas ellas muestran la cuidada policromía, el gesto teatral, la majestuosidad escultórica y el singular rostro, de ojos rasgados, tan característicos de su estilo.

Según el director del Centro de Conservación y Restauración de la Comunidad Autónoma, Francisco López Soldevila, el estado de las obras, veneradas en la Capilla de las Ánimas de la Iglesia de la Caridad de Cartagena, era deficiente, pues al igual que los cuatro lienzos que también se han restaurado, presentaban suciedad acumulada (polvo, humos, defecaciones de insectos) además de barnices y aceites oxidados.

Las esculturas en concreto tenían pérdidas de soporte, ataques de xilófagos, desencoladuras y roces y golpes en la policromía. La intervención restauradora ha consistido en la desinsectación, sentado de color de policromías, limpieza mecánica y química, arreglo de desencoladuras y grietas, estucado de carencias, reintegración cromática, resanado de oro fino, dorado de las peanas y capa de protección final.

Anton Maria di Maragliano (1664-1739) fue el más célebre de los imagineros ligures. Sus creaciones, documentadas entre finales del siglo XVII y el primer tercio del XVIII, contribuyeron decisivamente a la configuración de la escuela genovesa, gozando de una enorme aceptación tanto entre el público, incluido el español, como entre discípulos y seguidores que siguieron fielmente sus maneras hasta bien entrado el siglo XIX.

 

Fotografías de Agustín Alcaraz Peragón

 

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