A DIVINIS. EL MODELO CLÁSICO EN LA ESCULTURA DE CAPUZ

Con información de José Francisco López (27/02/2015)


 

 

La exposición A Divinis. El Modelo Clásico en la Escultura de Capuz, comisariada por José Francisco López Martínez, propone un recorrido por la influencia de los modelos clásicos en la obra del escultor valenciano José Capuz Mamano. Si era costumbre en el mundo antiguo realizar retratos divinizados de la figura del emperador, en los que éste se revestía de los atributos iconográficos que caracterizaban a las deidades clásicas, el nuevo arte cristiano surgido del Edicto de Milán utilizaría los antiguos modelos formales profanos para configurar la iconografía cristiana con un nuevo significado religioso.

Siglos después, cuando la escultura del siglo XX busque un nuevo ideal figurativo, recurrirá de nuevo a los modelos antiguos para ofrecer una visión renovada del clasicismo. En ese contexto escultores como José Capuz recurrieron al estudio de los arquetipos formales de la Antigüedad y no dudaron en utilizarlos como referentes más o menos directos en la concepción de su imaginería religiosa. Así ocurrió con la utilización del vaciado en yeso de un busto clásico fechado en el siglo II d. C. para elaborar la imagen de San Juan Evangelista para la Cofradía de los Marrajos de Cartagena (imagen superior), donde más allá de la clara utilización del modelo, subyace el interés de Capuz por el mundo clásico y los valores simbólicos que la transposición del panteón grecorromano a la iconografía cristiana ha aportado desde el origen del arte sacro.

Durante su estancia en la Academia Española de Roma, Capuz recibiría la influencia de la estatuaria clásica, no solamente con el conocimiento directo de los originales de la Antigüedad sino también a través de las creaciones del Renacimiento, y en especial de la obra de Miguel Ángel Buonarroti, cuyo recuerdo, a través de la Alegoría de la Noche en las tumbas mediceas, afloraría años después en su obra al realizar la Virgen de la Piedad para Cartagena (detalle del rostro en la imagen inferior).

En otras ocasiones, Capuz acude a la cita literal de la escultura antigua, o bien recurre al arcaísmo griego para reinterpretar su simplificación formal en clave contemporánea, ofreciendo obras de claro estilo personal y entroncadas en las corrientes artísticas del momento, como podemos advertir en la Diana Cazadora.

El interés de José Capuz por el mundo clásico se muestra de una manera más espontánea en los numerosos dibujos acuarelados -algunos de ellos los podemos contemplar en esta exposición inaugurada hoy en el Museo de Teatro Romano de Cartagena (Palacio Pascual de Riquelme, Plaza del Ayuntamiento nº 9)-, en los que esboza composiciones de posteriores elaboraciones escultóricas, y en las sencillas piezas en barro, a modo de clásicas tanagras, en las que Capuz centra su trabajo de los últimos años.

La ciudad de Cartagena cuenta con el más importante conjunto de obra religiosa de José Capuz, y tiene ahora la oportunidad de disfrutar de una muestra de la colección particular del escultor, gracias a la inestimable colaboración de las familias Cubillo-Capuz, Capuz-Camacho y López-Aguirrebengoa-Prats.

 

 

La figura de José Capuz (Valencia, 1884 - Madrid, 1964) destaca entre los escultores que incorporaron a la escultura española, agotada en academicismos y anecdotarios, los aires de modernidad, sin romper por ello con la tradición sino, antes al contrario, ofreciendo una renovación a través de una lectura de las vanguardias tamizada con las nuevas corrientes de simplificación clasicista, entre las que podemos encontrar movimientos como la mediterraneidad de Aristides Maillol o el noucentisme catalán.

Tras una formación inicial, tanto en el taller de imaginería familiar como en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, en 1904 se trasladó a Madrid para trabajar en un taller de escultura. En 1906 gana la pensión para la Academia Española de Roma donde el renacimiento italiano se configuraría como uno de los referentes fundamentales de gran parte de su producción posterior. En 1912 se encuentra en París, donde toma contacto con la nueva interpretación de la figura humana de Rodin y la revisión del clasicismo griego, vitalista, de formas rotundas, de la escultura de Bourdelle. De regreso a España, en 1914 comienza a trabajar la imaginería religiosa en los talleres de Félix Granda en Madrid, lo que significará la incorporación de un género como el de la escultura religiosa, anclado en la tradición, a las corrientes artístcas del momento. En 1922 consigue la cátedra de Modelado y Vaciado en la Escuela Superior de Artes y Oficios de Madrid y en 1924 es elegido académico de la Real de San Fernando. Es en esta época cuando comienza a recibir los encargos de los Marrajos de Cartagena, marcando para siempre el lenguaje escultórico de esta cofradía, para la que realizaría en 1930 su grupo del Descendimiento, considerado por la crítica como la mejor obra de arte religioso del momento.

La realización de obra pública urbana fue otro de los campos abordados por Capuz con su habitual perspectiva renovadora. Su colaboración con destacados arquitectos le permitiría elaborar una importante producción escultórica ligada a la arquitectura y el monumento urbano.

En definitiva, partiendo de influencias de diversa procedencia, tomadas tanto de la historia del arte como de las corrientes estéticas del momento, Capuz consigue crear una obra absolutamente personal y al mismo tiempo dotada de un espíritu inconfundiblemente entroncado en la modernidad contemporánea, erigiéndose en una referencia indispensable en el panorama escultórico español del siglo XX.  

 

 

Del 27 de febrero al 30 de mayo de 2015. Horario: martes a sábado, de 10:00 a 18:00 horas
(del 1 al 30 de mayo, hasta las 20:00 horas); los domingos, de 10:00 a 14:00 horas; los lunes, cerrado.

 

Noticia Relacionada en este

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com