NUEVAS TALLAS DE SEBASTIÁN MONTES CARPIO PARA CÓRDOBA

Con información de Sebastián Montes Carpio (24/04/2011)

El pasado Domingo de Ramos, la Hermandad de la Entrada Triunfal en Jerusalén de la capital cordobesa daba por concluido el misterio procesional que acompaña a Nuestro Señor de los Reyes, obra labrada en el año 1963 por el prolífico escultor e imaginero bujalanceño Juan Martínez Cerrillo. El nuevo grupo escultórico ha sido creado por el artista villarriense Sebastián Montes Carpio de forma progresiva desde el año 2007.

El conjunto escultórico está compuesto por siete imágenes, aparte de la imagen de Cristo y el pollino. En el mismo se representan las imágenes de San Juan Evangelista, Santiago Apóstol y San Pedro, dos mujeres y dos niños. La escena recrea, con gran colorido y dinamismo, el momento de algarabía que se produjo alrededor de la entrada de Nuestro Señor en Jerusalén según narran los evangelios.

En primer lugar, a la derecha del Señor y a la izquierda del espectador, se sitúa la imagen de San Juan Evangelista, en actitud de tirar de la borriquita, mientras que muestra al pueblo a su maestro. San Juan Evangelista se ha representado de aspecto joven y jubiloso, con una amplia sonrisa, pues así se recrea en él el espíritu joven y entusiasta del Apóstol Amado, en el momento en el que el pueblo de Jerusalén aclama a Jesús de Nazaret, e invita al espectador a, como él, seguir al Maestro. Sus ropajes están inspirados en cuadros barrocos. Lleva talladas unas botas rematadas por cabezas de águilas, su símbolo más popular, doradas en oro fino.

A la izquierda del señor y a la derecha del espectador, también en primer lugar, se encuentra una mujer de rodillas en actitud de expandir una colcha al paso del Señor. Muestra en su semblante felicidad y admiración, que las expresa con una sonrisa mientras fija sus ojos en Jesucristo que bendice al pueblo. Tras la mujer arrodillada se encuentra otra de aspecto más joven, en pie, que mira con admiración al Salvador, mientras con una mano lanza flores que lleva recogidas en su mismo vestido, como signo de alabanza. Los ropajes de ambas mujeres también están inspirados en cuadros barrocos y están confeccionados en ricos tejidos.

Entre ambas mujeres se encuentra una niña de unos seis años de edad que, con admiración, lleva su mano a los pies del Señor, mientras con la otra porta una rama de olivo como alabanza. En su mirada hacia Cristo se muestra la inocencia de la infancia. Tras San Juan Evangelista se encuentra otro niño que agarra también de las riendas del animal, en actitud de avanzar. Su rostro irradia felicidad, con una gran sonrisa propiciada por el momento que está viviendo. Los ropajes de los niños también están inspirados en una obra pictórica del XVIII.

Tras San Juan Evangelista y el Niño, nos encontramos con Santiago Apóstol, hermano de San Juan Evangelista. Se muestra en actitud de empujar los cuartos traseros del animal, a la vez que porta una palma. Su semblante muestra asombro por la algarabía y alabanza del pueblo. Sus ropajes son también barrocos. Para destacar a este Santo se han incorporado a su capellina dos vieiras, como alusión característica del Patrón de España.

En la parte trasera del Paso se sitúa San Pedro, representado como un hombre de edad avanzada, con barba y pelo canoso, menos en la parte superior de la cabeza en el que se ausentará. Su aspecto es bondadoso, también en actitud de alabanza hacia Jesús. Viste túnica y mantolín siguiendo sus colores iconográficos, sobre el fajín que se ciñe a su cintura, porta un manojo de llaves para identificarlo también iconográficamente.

Pulsando sobre el icono, podrán ver una completa galería fotográfica de una composición procesional de estilo Neobarroco. Todas las figuras, talladas en madera de cedro real y policromadas al óleo, presentan anatomizadas la cabeza, las manos y las piernas. Sus cuerpos están preparados para ser ataviados con tejidos naturales, y los brazos se hallan articulados para facilitar su vestimenta. Todas las efigies están ensambladas a peanas de madera de pino macizas para una mayor consistencia de las mismas, la cuales simulan una superficie terrosa y empedrada.

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