Se trata de una Virgen Dolorosa con la advocación de Nuestra Madre y Señora de la Aurora, ejecutada en barro cocido y policromado al óleo, de tamaño inferior del natural (mide 84 cm de altura). La obra ha sido realizada para el culto doméstico de Blas López Veloso, y ha supuesto una oportunidad para la libertad creativa del artista onubense, ya que si bien se basa en los modelos clásicos del barroco; ha podido experimentar libremente su particular visión de la escultura sacra, siempre influenciada por su pasión por la pintura.

La Dolorosa, de candelero para vestir y brazos articulados a la altura de los hombros, codos y muñecas, presenta una dulce actitud orante, entrelazando fervientemente las manos. Con respecto a la incipiente intención pictórica y efectista citada anteriormente, merece especial atención el tratamiento que Manuel Caliani ha dado a la policromía de los ojos, grisáceos y sin pupilas, parecidos a los que podemos observar en miradas tan populares como las de las Dolorosas de Pedro de Mena o Diego Roldán.

Sin embargo, el tratamiento de intención efectista ha sido llevado más al extremo, con la disposición de una mirada prácticamente difuminada y dirigida hacia el mismo lado al que la Virgen inclina con dulce mesura la cabeza. Efecto que se enmarca por el pintado de unas pestañas inferiores concebidas prácticamente a modo de sombra, para potenciar la que naturalmente arrojan las superiores de pelo natural. Una mirada que el autor ha considerado personal y adecuada para una Virgen cuyo dolor, si bien acentuado con la adición de cinco lágrimas de cristal, ha sido a la vez matizado en la dulzura de la melancolía, acorde con una advocación esperanzadora que sitúa a María como portadora de la Aurora del Mundo y de la Luz de la Humanidad, sin cuya resignación la acción redentora no hubiera sido posible.

Por último, destacar la buena factura de la corona que la imagen lleva para este reportaje, recientemente labrada por Raúl Cejas, orfebre de Puente Genil; así como del atavío de la imagen, llevado a cabo por el propio Blas López Veloso, de suma importancia para enmarcar y terminar una escultura de estas características.