La última obra del joven escultor e imaginero tiene como destino Sevilla capital, su ciudad natal. Se trata de una efigie de San Isidro Labrador, de tamaño natural para vestir (mide 155 cm de altura sin contar con la peana), en madera de cedro tallada y policromada al óleo. Esta obra se convertirá en el titular del templo parroquial que lleva su nombre, ubicado en la barriada hispalense de Pino Montano.

La imagen sigue la tradicional iconografía del santo de origen castellano, cuya historia, aunque resulta dudosa, no impidió su canonización en 1622. Parece ser que en el siglo XI era peón de granja en los alrededores de Madrid, ciudad de la que es patrón. Su mujer era María Toribia, canonizada como Santa María de la Cabeza por la cabeza de relicario que los labriegos procesionaban para rogar que lloviese, como la propia santa rogó a su marido que salvase a su hijo cuando éste cayó en un pozo seco, llenándose milagrosamente al instante.

El santo aparece orante sobre pedestal de rocas y va vestido de forma parecida a los antiguos labriegos de Castilla con chaqueta, botas y calzón corto. Lleva cabellera y barba medio largas y como atributo lleva una pala con punta de lanza, típico instrumento de labranza. Completa el conjunto una peana marmorizada.

Otra obra reciente de Enrique Calero Rivera es la imagen de "Jesús cautivo" (detalle en la imagen inferior) que presentamos en La Hornacina el pasado 17 de marzo y que el autor ha realizado durante el confinamiento sin encargo previo, libremente, quedando disponible para cualquier entidad que tenga interés en la misma.