NUEVA OBRA DE ESCULTURA CALERO

Miguel Ángel Calero Garrido (27/09/2015)


 

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Desde el taller de Escultura Calero se ha realizado una imagen de la virtud teologal de la fe. El encargo venido por expreso deseo de una devoción privada de la ciudad de Linares (Jaén) parte inicialmente de la intención de realizar una versión pasional de la Sacra Conversazione entre la Virgen, San Juan y Santa María Magdalena, para lo cual se ejecutó hace dos años la primera de las imágenes: la Virgen de la Presentación.

Dada la duplicidad que se dio lugar entonces, ya que la familia poseía una antigua Dolorosa de escayola de pobre factura -rescatada del almacén de una sacristía-, se ha decidido, teniendo en cuenta el cariño con el que se venera en la capilla privada del domicilio, transformarla en icono de la devoción familiar y de la Virgen, dado que la virtud de la Fe está estrechamente ligada a la figura de María y al dogma concepcionista. De esta forma, la antigua imagen, raíz devocional y origen del futuro grupo escultórico, pasa a formar parte del mismo como icono simbólico de Fe y devoción, al conservarse la mascarilla de la primitiva imagen en el interior del embonado de la Fe, con el objeto de que sigua siendo el "alma mater" del proyecto.

Se ha elaborado la presente imagen vestidera en madera de cedro real (mide aproximadamente 167 cm de altura), con policromía al óleo y brazos articulados, a semejanza de la citada Virgen Dolorosa, corrigiendo parte de las asimetrías faciales que presentaba, eliminando la expresión de dolor -impropia para la iconografía que se pretende representar- y definiendo el área bucal; redibujándose los labios, abriéndolos ligeramente para que permitan exhalar de vida la fe cristiana de su mecenas. Por último, y aunque los llevará vendados, se le han incorporado ojos de cristal y pestañas de pelo natural por expreso deseo de su propietario.

En cuanto al resto de la cabeza, a falta de una resolución clara en el modelo, se ha optado por tallar el cabello largo con dos guedejas que enmarcan el rostro y que escapan a un semirecogido en forma de trenza, el cual parte desde la línea media del cráneo, rodeándolo por ambos lados hasta unirse en la parte trasera en forma de una pequeña coleta, dejando hueco bajo el pelo para el vestido de la imagen. Así mismo, se han perforado los lóbulos de ambas orejas para una posible incorporación de pendientes.

Iconográficamente, los ojos han sido vendados por una cinta de gasa y la efigie porta en sus manos dos de sus atributos más habituales: el cáliz eucarístico en la izquierda y la cruz del cristianismo en la derecha.

La complexión general de la figura responde a la de una mujer joven en su plenitud física, con el paso adelantado, dando la impresión de un movimiento estático ya que las plantas de los pies se mantienen pegadas al suelo, afianzándose la efigie por el apoyo de la cruz que a su vez usa como bastón. Un movimiento simbólicamente asociado al avance seguro que la fe aporta al devoto.

En cuanto al vestido, el color blanco ha sido asociado a las representaciones de la fe por sus connotaciones pacificas y de pureza, optándose en un primer momento por una túnica de color hueso, con la incorporación de un manto blanco que cruza por la espalda sostenido por ambos brazos. Por último, se le ha calzado con sandalias elaboradas con tiras de cuero que se entrelazan hasta la parte baja de la rodilla.

Toda la figura descansa sobre una base con inscripciones en los cuatro lados. En tres de ellos se puede leer la oración "La Fe es nuestra esperanza", en español, latín y hebreo, habiendo una cuarta inscripción dedicada a la sanación de una dura enfermedad padecida por uno de los miembros familiares y situada en la cara trasera.

 

Nota de La Hornacina: acceso a la galería fotográfica de la obra a través del icono que encabeza la noticia.

 

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