Aunque en definiciones clásicas se reservaba el término Historia para hacer referencia a los acontecimientos que contaban con el respaldo de documentación escrita, a nadie se le escapa ya que hay otros documentos también sobre los cuales alzar el relato de la Historia. Uno de ellos, sin duda, el Arte.

Las obras de arte han reflejado -y reflejan-, de manera más o menos especular, la época en que ven la luz. Así, reflejan ellas las relaciones de poder, las estructuras de la sociedad, la economía de su tiempo, los cambios en la espiritualidad, etcétera, aparte el devenir mismo de su propia esencia plástica, procedimental.

Con la exposición Un Espejo de Mil Años. Chiclana, el Museo Oculto II, los responsables del Museo de Chiclana, dirigido por Jesús Romero -comisario también de este evento-, han querido hacer hasta el próximo 12 de abril un recorrido por el arte -siempre figurativo- europeo a lo largo de 1.000 años, los que van desde el Medievo hasta finales del siglo XIX, centrándose en el tratamiento que la figura humana, con todos sus vaivenes, ha recibido en ese largo espacio de tiempo. Tras las obras plásticas, una concepción del ser humano que, trascendiendo el arte, se apoya en éste a la par que lo apoya.

Para lograr su objetivo, el Museo ha recurrido al patrimonio privado de Chiclana. Las 40 obras de la muestra proceden de cinco colecciones particulares de la localidad gaditana. Entre ellas se cuentan piezas originales, pero sobre todo acertadas reproducciones pictóricas -algunas de ellas con varios siglos de antigüedad- de obras maestras de Murillo, Tiziano, El Greco, Zurbarán, Goya o Ribera.

El Románico, el Gótico, el Renacimiento, el Manierismo, el Barroco... Todos estos estilos se dan cita en Un Espejo de Mil Años. Chiclana, el Museo Oculto II. Son en realidad momentos de la Historia del Arte que reflejan la Historia y la intrahistoria, a la que asoman, a la vez criaturas y creadores, los hombres y las mujeres. Momentos esquemáticos, naturalistas, idealizados, dramáticos...

La nueva exposición del Museo de Chiclana, ubicado en la Casa Briones (siglo XVIII, Plaza Mayor 7), quiere llevar al público esas piezas -originales y réplicas- que, ajenas a la mirada de la mayoría, ocupan un espacio privado en domicilios de chiclaneros o de personas estrechamente vinculadas con la ciudad.