NUEVAS OBRAS DE MANUEL MARTÍN BOILLO

Con información de Eva Hernández Calderón (12/05/2019)


 

Galería de Fotos

 

Soledad

El artista cordobés presenta varias obras en las sedes de la exposición Barro Madera y Sangre (ver enlace), dos de ellas de reciente factura. La obra "Soledad", presente en Two Art Gallery, es una imagen de vestir que representa el dolor de una madre al perder a su hijo. Es un proyecto de tamaño natural (160 x 70 x 50 cm) que comenzó en años anteriores y ha sido retomado ahora para su finalización, al encontrarse Manuel Martín Boillo en una fase mucho más asentada de su estilo y de mayor madurez artística. Si en trabajos anteriores quizás existe preferencia por una policromía de corte más realista -como en el expresivo busto en terracota policromada de Caifás que podemos contemplar en el Conjunto Monumental de San Juan de Dios-, sus últimas obras marcan un nuevo camino en su trayectoria ya que las pinceladas compactas al óleo se han transformado en suaves pátinas de tonalidades blanquecinas que dotan de sutiles matices a la piel; colores ocre y beige, incluso a veces un tanto ceniza, usados más para insinuar que para definir, dotando así a la imagen de un nuevo velo de modernidad pero sin perder ni un ápice de espiritualidad.

 

Vida Eterna

Lo mismo ocurre con esta obra, también visitable en San Juan de Dios y disponible como la anterior para su adquisición, que representa a un Cristo en majestad recibiendo nuevas almas en su paso a la vida eterna. Realizada en terracota policromada, madera y telas naturales, es una de las esculturas de mayores dimensiones que podemos encontrar en Barro Madera y Sangre (200 x 160 x 105 cm). Lo patético, siempre entendido como aquello que mueve el sentimiento, alcanza aquí su expresión máxima. Por primera vez, Boillo concibe la obra como una escenografía, de manera que una composición de tendencia más clásica ha sido convertida en una instalación contemporánea pero sin obviar el sentido de su contexto religioso. Aunque su actitud es de total serenidad, no existe en este Cristo ningún rasgo de rigidez, algo que ya ha dejado patente en sus anteriores esculturas; por el contrario, transpira pura vida, la misma que esas almas están a punto de encontrar bajo los pliegues de su brazo. Esta pieza resume la maestría adquirida durante los últimos años por Martín Boillo, su evolución evidente tanto en la manera de entender los volúmenes como en el uso de la policromía, abriendo nuevos caminos para la escultura en general y la imagen religiosa en particular.

 

Nota de La Hornacina: acceso a la galería fotográfica de las obras a través del icono que encabeza la noticia.

 

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