La obra se titula Luz sobre la Muerte y representa a Cristo muerto y yacente en el interior del sepulcro, con la corona de espinas a sus pies. La figura mide 100 cm de altura y ha sido modelada por el escultor e imaginero cordobés en terracota policromada. En vez de la típica piedra o losa, el autor utiliza como lecho una singular peana de mosaico realizada con más de 1.700 piezas, cada una de ellas labrada y pintada a mano, con terminación a base de cemento para tapar las juntas.

Tanto la escultura como su escenografía poseen un tratamiento tenebroso, inspirándose Martín Bollo en los magistrales lienzos de Caravaggio. El realismo de la muerte se manifiesta en el vientre, muy hundido; el rostro demacrado, pero sereno, y el cuerpo inerte y consumido, aunque conservando corpulencia en el torso y las extremidades. Las carnaciones claras y limpias de sangre, mostrando solo las llagas de la crucifixión, contrastan con el rojo intenso del escueto sudario.