SOFONISBA ANGUISSOLA EN EL MUSEO DE BELLAS ARTES DE BILBAO

03/06/2021


 

 

Esta pintura de Sofonisba Anguissola, titulada Desposorios místicos de Santa Catalina, ha sido descubierta recientemente, lo que supone una extraordinaria novedad en su escasa producción religiosa conocida. Firmada y fechada por la propia Anguissola, presenta un excelente estado de conservación que solo requirió de una leve intervención para su participación en la exposición "Historia de dos pintoras. Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana" (ver enlace), que, comisariada por Leticia Ruiz, tuvo lugar en el Museo del Prado en el año 2019. Hasta ese momento el cuadro había permanecido inédito.

La obra muestra el episodio del matrimonio místico entre Cristo y Santa Catalina de Alejandría, recogido por Santiago de la Vorágine en su "Leyenda dorada". Santa Catalina, princesa que vivió en el siglo IV y fue martirizada por su fe cristiana, recibe del Niño Jesús la alianza en presencia de la Virgen María y de una mujer mayor que bien podría tratarse de Santa Ana. A pesar de ser este un tema muy popular, la existencia de esta princesa culta y refinada, representada con la rueda dentada con la que fue torturada y con la palma del martirio, se considera bastante dudosa.

La fecha de la obra, 1588, indica que fue pintada en Génova, ciudad en la que residió Sofonisba Anguissola entre 1580 y 1615, años en los que disfrutó de una posición acomodada que le permitió dedicarse de lleno a la pintura. Esto invita a pensar que allí conoció directamente la obra homónima de Luca Cambiaso -uno de los mayores representantes de la escuela genovesa-, que reprodujo con gran fidelidad en el lienzo Desposorios místicos de Santa Catalina que ahora se incorpora a la colección del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Es posible que la artista sintiera interés por esta iconografía novedosa, que presenta a un Niño Jesús ya crecido y con gran parecido físico con su madre, lo que humaniza su figura y le da mayor protagonismo.

A pesar de seguir fielmente el original de Cambiaso, la obra de Sofonisba Anguissola posee unos matices que la singularizan. La indumentaria de la santa es aquí más rica, con reflejos en el paño y la manga de seda que no existen en la pintura de Cambiaso. Anguissola trata además la corona con mayor detalle y lujo, e incorpora perlas en el tocado y en la manga del manto.

Otra aportación de la pintora es la composición del suelo, con un escalón en el borde inferior que enmarca la escena y del que brotan pequeños racimos de flores. Anguissola no describe la botánica con total precisión en sus cuadros, pero en este se distinguen ejemplares de violeta, matricaria, chiribita de flor doble y rosa de boticarios junto al sillar en que se sienta la Virgen, posible referencia a la Pasión de Cristo. El paisaje del ángulo superior derecho y el cortinón que protege a los personajes contribuyen a dibujar el escenario.

El delicado cromatismo, el suave modelado y la elegante intimidad entre las figuras, de proporción ligeramente alargada, aportan una dulzura y una serenidad que distinguen la composición: tal y como resume la mencionada Leticia Ruiz: "la dolcezza sfumata de Correggio se percibe en las pocas obras religiosas de Sofonisba de este periodo". Una cualidad que caracteriza esta hermosa obra de adquisición reciente, que felizmente adelanta al siglo XVI la cronología de las artistas mujeres en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Sofonisba Anguissola (Cremona, hacia 1535 - Palermo, 1625) perteneció a una familia noble de Cremona. Entre 1546 y 1549 se formó con los pintores Bernardino Campi y Bernardino Gatti. Invitada en 1559 a la corte de Madrid por Felipe II, fue dama de compañía de Isabel de Valois, de la infanta Isabel Clara Eugenia y de la nueva esposa de Felipe II, Ana de Austria, pintando diversos retratos de la familia real y de sus cortesanos.

Algunos de dichos retratos, hoy conservados en el Museo del Prado, fueron atribuidos a los pintores Juan Pantoja de la Cruz o Alonso Sánchez Coello, y no se adscribieron a Anguissola hasta 1972, momento, en que con las primeras investigaciones sobre la pintora italiana, comienza su reconocimiento. A pesar de esta omisión, Anguissola fue apreciada por otros grandes artistas coetáneos, como Miguel Ángel y Van Dyck, y alcanzó un prestigio equiparable al de otras artistas mujeres como Lavinia Fontana o Artemisia Gentileschi.

 

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