MARKUS LÜPERTZ. 1963-2013

19/02/2014


 

 
 

Salieri

2005
Bronce pintado
220 x 70 x 70 cm
Galería Wilmersdorf de Colonia

 

Producida por el Museo de Bellas Artes de Bilbao, la exposición Markus Lüpertz. 1963-2013 reúne 91 obras del pintor y escultor Markus Lüpertz, realizadas a lo largo de cincuenta años de fecunda trayectoria, en los que se ha consolidado como uno de los artistas más destacados de su generación.

Son 60 pinturas, 19 esculturas y 12 obras sobre papel, fechadas desde comienzos de los años 60 hasta nuestros días, y entre ellas se incluyen la escultura Cabeza de Mujer. Cabeza de mi Madre (1987) y la pintura La Herramienta del Arquitecto (1988), que pertenecen, desde 2002 y 2009, respectivamente, a la colección de arte contemporáneo del Museo de Bellas Artes de Bilbao. También Judith (1995), que desde el año 2000 forma parte, en el Paseo de Abandoibarra, de la escultura pública de Bilbao.

Es la primera gran antológica en nuestro país desde las muestras que hace ya tiempo le dedicaron el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (1991) y el Instituto Valenciano de Arte Moderno (2002). La selección de obras y los textos del catálogo han corrido a cargo del historiador Kosme de Barañano, que organizó las dos muestras mencionadas y es, por tanto, uno de los mejores conocedores de la obra de Lüpertz.

 

 
 

Rückenakt

2006
Óleo sobre tabla
190 x 130 cm
Galería Michael Werner de New York

 

Markus Lüpertz pertenece a una generación de artistas alemanes surgida tras la Segunda Guerra Mundial y que incluye nombres tan relevantes como Anselm Kiefer, Jörg Immendorff, A. R. Penck o Sigmar Polke. Integrante fundamental del grupo que, en origen, se denominó "Neue Wilden", los "nuevos salvajes" o los "nuevos expresionistas", concibió un modo personal de hacer figuración, manifestado en su interés por el cuerpo humano y el paisaje, tomando como fuente de inspiración diversas manifestaciones culturales, como la mitología griega, los maestros de la historia del arte o de la música sinfónica -Poussin, Goya, Wagner, Mozart, etcétera-.

Al igual que en otros artistas del panorama alemán contemporáneo, en su obra también se aprecia una reflexión sobre la dramática historia reciente del país. Tras instalarse en 1948 con su familia en la antigua República Federal de Alemania, Lüpertz (Liberec, Bohemia, República Checa, 1941) inició su trayectoria artística como pintor en los 60. Y, partiendo del expresionismo abstracto, evolucionó hacia principios más figurativos, inspirados en distintos momentos de la historia del arte. Así, ha realizado una relectura de la escultura micénica y de la obra de, entre otros, Poussin, Corot, Courbet, Picasso, Matisse, Ernst y Giacometti.

A partir de 1981 comienza a compaginar la pintura y la escultura, y durante el verano de ese año crea una serie de esculturas en las que es visible la huella de Pablo Picasso. Después, su permanente interés por el arte clásico le llevó a realizar, entre 1980 y 1990, un conjunto de esculturas mitológicas inspiradas en la estatuaria griega o en la escultura votiva de los etruscos. Técnicamente se aleja de los procedimientos básicos de la escultura y busca un lenguaje propio partiendo del modelado en cera o yeso para, más tarde, tallar las figuras y definir las formas antes de fundirlas. El uso de ambas técnicas es visible en el resultado final, que aúna la precisión del modelado con la espontaneidad de la talla. Como consecuencia, sus esculturas, a menudo policromadas con una energía de origen expresionista, transmiten un fuerte sentido de lo corpóreo. En ocasiones esta "figuración desfigurada" (en palabras de Barañano) de las esculturas de Lüpertz no ha sido comprendida por sectores conservadores y ha causado fuertes polémicas cuando han sido instaladas públicamente.

Junto a su reconocida carrera artística, destaca también su labor docente y su trabajo como rector en la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf, cargo que ejerció durante más de veinte años, desde 1988 hasta 2009.

 

 

La exposición Markus Lüpertz. 1963-2013, montada en la Sala BBK del Museo de Bellas Artes de Bilbao, persigue dar una visión antológica de la trayectoria de Markus Lüpertz y para ello se divide en cinco hitos, marcados por la evolución de sus intereses artísticos. El montaje intenta poner de relieve las constantes formales del artista a lo largo de sus cincuenta años de actividad artística, a veces colocando obras que no son de la misma época, como por ejemplo en la sección final, en donde aparecen temas y símbolos de su primera época. De este modo, se pretende ayudar al espectador a seguir el desarrollo de la obra de este artista a través del tiempo pero con referencias sincrónicas de épocas distintas que muestran las constantes de su estilo y de su forma de hacer. En este recorrido se mezclan pintura y escultura, y en ocasiones se presentan bocetos para explicar los cambios de escala y el sentido de la monumentalidad.

El recorrido se inicia con una obra de 1963 de la serie Donald Duck, ejemplo de la reacción de Lüpertz al pop anglosajón, del que critica la apropiación por parte de los artistas plásticos de imágenes codificadas por el cómic. Es el punto de arranque para una nueva visión pictórica, teorizada por el propio Lüpertz con la publicación de su Manifiesto Ditirámbico, con la que enfatiza objetos banales en formatos grandes, como ocurre en Balón de Fútbol (1966). Poco después, a comienzos de los años 70, elabora una de sus series más controvertidas en los cuadros de "motivos alemanes", con los que denuncia la barbarie cometida en el III Reich y critica de nuevo, de forma implícita, la visión superficial del pop americano. Usa temas cargados de connotaciones, como son el casco militar, los uniformes, la esvástica, la espiga, etcétera, representados a gran escala y con una paleta "militar" en la que predominan los verdes, marrones y ocres. Comienza Lüpertz a ser un artista conocido, caracterizado y, a veces, criticado por su personalidad excesiva.

A lo largo del periodo comprendido entre 1975 y 1985, Markus Lüpertz investiga la figura humana, en un lenguaje entre la figuración y la abstracción, a partir del estudio de la obra del escultor francés Aristide Maillol (1861-1944). Los dos grandes dibujos, de dos metros de altura, Markus-Maillol (imagen superior, 1975-1976) prueban el interés de Lüpertz por la figura humana en el momento en el que el arte del siglo XX se despreocupa de ella. Por la misma época Lüpertz comienza a deconstruir las imágenes sobre espacios negros, en un estilo experimental entre la figuración y la abstracción. A partir de ese momento, para Lüpertz la figuración pierde interés narrativo y se convierte en campo de pruebas para las formas en equilibrio. El motivo se hace prescindible y la forma absorbe todo su interés creativo.

 

 

A lo largo de toda su trayectoria Lüpertz ha conservado un interés particular por la mitología y el arte de la Antigüedad. En sus palabras: "la Antigüedad es un mundo que trasciende al individuo. Un mundo en el que todos han trabajado siguiendo una única idea, hallada una sola vez". En 1985 pinta el gran cuadro de cuatro metros de largo Cuadros sobre la Sonrisa Micénica-Día de Verano, que recoge el convencionalismo de la historia del arte sobre la "sonrisa arcaica", característica de la escultura griega del mismo periodo. En 1986 realiza la escultura en bronce pintado Titán (imagen superior). A este periodo pertenece también, junto a otras obras presentes en la muestra, una de sus series más emblemáticas, realizada entre 1988 y 1990, basada en la figura del paisajista francés Nicolas Poussin (1594-1665) y materializada en pinturas generalmente de gran formato.

Entre 1997 y 1999 Lüpertz pinta nuevos paisajes y bodegones con carácter de vanitas y con la calavera como motivo recurrente: "La lucha contra la muerte es el conflicto más importante que ha de encarar el artista", reflexiona Lüpertz. Se trata de obras construidas a través de la yuxtaposición de partes con una técnica que culmina en la primavera del año 1999, con una serie en la que representa los árboles frente a su estudio de Düsseldorf mezclados con fragmentos abstractos.

Para finalizar Markus Lüpertz. 1963-2013 reúne piezas de la última década (2003-2013), en las que Lüpertz vuelve la mirada hacia sus primeras obras. Son torsos o figuras masculinas desnudas, que retoman motivos de su primer repertorio, como el caracol. También pinta paisajes captados en el entorno de su estudio en Berlín, en los que, a menudo, se hacen presentes el desnudo masculino de espaldas y la referencia a la estatuaria griega clásica. Obras que reflejan el primordial interés de Markus Lüpertz por crear pinturas y esculturas que no representen el mundo sino que contribuyan a reflexionar sobre él. Pinturas y esculturas que generan una nueva imagen, capaz de rescatar la trascendencia del arte clásico a través de un lenguaje contemporáneo.

 

Hasta el 19 de mayo de 2014 en el Museo de Bellas Artes de Bilbao (Museo Plaza, 2)
Horario: martes a domingo, de 10:00 a 20:00 horas; los lunes, cerrado.

 

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