NUEVAS OBRAS DE RAÚL BERZOSA PARA MÁLAGA

14/09/2009


 

 

El pasado 11 de septiembre fueron presentados en el nuevo Oratorio de la Hermandad de las Penas de Málaga dos óleos sobre lienzo realizados por el pintor malagueño Raúl Berzosa. Se trata de dos pinturas sacras de carácter alegórico tituladas Triunfo de la Iglesia sobre el Pecado y Triunfo de la Eucaristía sobre la Idolatría.

Los lienzos, con unas medidas de 195 x 114 cm, se situarán en el presbiterio, bajo la bóveda de La Glorificación del Nombre de Dios y el frontal de la capilla que Berzosa realizara hace un año. Ambos utilizan una fuerte iluminación que irradia desde la parte superior de la obra, siendo los colores predominantes los ocres y marrones, salvo detalles de algunas telas con colores más propios: rojos, amarillo, verde o blanco. Se ha pretendido en todo momento armonizar ambas pinturas con la bóveda; del mismo modo, han sido realizadas pensando en el que el espectador quedará unos metros por debajo del lienzo, por lo tanto la forma óptima de verlas es in situ en el Oratorio.

Las pinturas fueron presentadas por Mauricio Bueno Jiménez, asesor jurídico del Obispado de Málaga. Constituyen la segunda parte del proyecto pictórico del Oratorio de la hermandad penitencial de las Penas.

 

 
     
     
     
 

 

TRIUNFO DE LA IGLESIA SOBRE EL PECADO

 

Pintura de esquema piramidal. El centro la composición lo conforma una figura femenina que personifica la Iglesia, en una representación que está en clara relación con la Virgen María como Madre de la Iglesia y la Iglesia como madre y educadora de la moral cristiana. Dicha representación femenina tiene elementos propios de la Iglesia, está vestida con unos ropajes de color verde, símbolo de esperanza, y color dorado, símbolo de triunfo y realeza. La Iglesia viste una estola que simboliza la autoridad sacerdotal.

El mal queda representado mediante una serpiente -tomada iconográficamente del texto sagrado del Génesis, donde es sinónimo del mal- que envuelve al hombre y hace frente a la Iglesia. El hombre, que aparece caído, tiene una venda en los ojos, símbolo del pecado que ciega sus acciones.

La mujer que simboliza la Iglesia porta un báculo alzado con forma de cruz. Con la mano derecha señala al Crucificado de la Agonía (por eso se sitúa en la parte izquierda del presbiterio), ya que Cristo quita el pecado del mundo y lo redime con su muerte y resurrección. En dicha mano la Iglesia lleva el anillo de los pescadores, anillo que es usado por el Obispo de Roma y que hace referencia al antiguo oficio de San Pedro como pescador.

Sobre la mujer hay dos ángeles que llevan paños amarillos y blancos, colores que hacen referencia al oro y la plata y que son los propios de El Vaticano. Uno de los ángeles corona a la Iglesia con una tiara papal, compuesta por tres coronas superpuestas rematadas por una cruz y provistas de dos ínfulas. El otro ángel lleva en la mano las llaves del apóstol San Pedro; es decir, las llaves del Reino de los Cielos.

Todo el fondo de esta pintura alegórica se encuentra armonizado con la bóveda del presbiterio. La fuerte luz que avanza desde arriba es un reflejo que llega desde el Nombre de Dios en la bóveda; por lo tanto, adquiere el significado de Dios inspirando a la Iglesia en su difícil camino de evangelización.

 

 
     
     
     
 

 

TRIUNFO DE LA EUCARISTÍA SOBRE LA IDOLATRÍA

 

Jesús Sacramentado ocupa la parte preferente de la composición del lienzo, además de ser el centro lumínico de la obra. Se sitúa en un ostensorio barroco, quedando inscrito en la Sagrada Forma el monograma JHS, "Iesus Hominum Salvator" (Jesús Salvador de los Hombres).

Rodeando a la custodia aparecen cuatro ángeles, tres niños y un joven. El ángel joven, con mayor protagonismo ya que enlaza la parte alta de la pintura (custodia) con la parte baja (el hombre que representa la idolatría), lleva dos paños: uno rojo, símbolo del fuego de la Caridad y la sangre derramada por Cristo, por tanto muy vinculado a la Eucaristía, y el otro de color blanco, símbolo de la gloria y la pureza propia de los ángeles.

En la parte baja un hombre que representa la idolatría es sorprendido por dicho ángel, el cual le dice al hombre que la autentica adoración debe ser al Santísimo como camino hacia Dios. El concepto de idolatría ha cambiado a lo largo de los siglos, siendo hoy en día el amor al dinero el origen de todo mal, según Benedicto XVI; por ello, aparece un cetro, símbolo de poder, y unas monedas de oro, motivo de la traición a Jesús. El comentado color rojo, símbolo de caridad, va en contraposición a la idolatría al dinero, y por ello a la avaricia y envidia.

El fondo está en equilibrio con el del Triunfo de la Iglesia sobre el Pecado: una luz relacionada con el Espíritu Santo que aparece en ambos lienzos y en la bóveda. El Espíritu Santo que alumbra e inspira todo.

 

 

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