SARCÓFAGOS DEL ANTIGUO EGIPTO

21/06/2008


 

En 1903 tuvo lugar un descubrimiento extraordinario en el Valle de las Reinas: dos tumbas ricamente decoradas, repletas de sarcófagos y momias. Se trataba de las tumbas de los príncipes Jaemuaset y Setherjepeshef, hijos del faraón Ramsés III (dinastía XX). Este hallazgo fue posible gracias a la Misión italiana dirigida por el arqueólogo Ernesto Schiaparelli.

Ambas tumbas se habían construido hacia el año 1170 a.C., habían sido saqueadas en el transcurso de los tres siglos siguientes, y reutilizadas como cementerio colectivo a partir del 800 a.C. Se consiguieron recuperar 17 sarcófagos completos y 25 cajas, tapas y fragmentos de sarcófago. A excepción de seis sarcófagos enteros, el resto fueron depositados en el Museo Egipcio de Turín, del que Schiaparelli era su conservador. Una parte significativa de este impresionante conjunto se exhibe, por primera vez, en el Museu Egipci de Barcelona.

En el ciclo eterno de la vida, los millones de años de los egipcios, todo estaba sujeto al cambio, incluso la muerte. Forma de vida eterna era el sarcófago, última morada del cuerpo depositado en su interior, protegido por la momificación, impregnado de aceites, perfumado con ungüentos y vendado para mantener su integridad. Así, a través de milenios, con la serenidad de quien mira la eternidad de la vida, caras y colores llegan hasta nosotros con la belleza de su mundo divino y terrenal.

El estudio de los textos jeroglíficos redactados sobre los sarcófagos ha permitido conocer parte de la historia de sus propietarios: nombres, títulos y lazos de parentesco. Así, se han determinado hasta cinco generaciones de una saga familiar que durante un siglo reutilizó las tumbas principescas, una familia que prosperó gracias a que muchos de sus miembros desempeñaron el cargo de “Cultivadores de la flor de loto en el templo de Amón”. Es el caso del llamado Harua I (cuya momia recientemente restaurada se expone por primera vez en esta exposición), que fue Jardinero de Amón, como su padre, su cuñado y sus dos sobrinos.

La exposición Sarcófagos del Antiguo Egipto (Sarcòfags de L'Antic Egipte) viene a coincidir estos días con el extraordinario descubrimiento de la cuarta pirámide de Gizeh, perteneciente al faraón Dyedefra. Dicha pirámide, la más alta de todas las del complejo funerario (el resto son las de Keops, Kefrén y Micerinos) estaba construida con piedras de excepcional calidad, de ahí que durante siglos hayan sido utilizadas en edificiaciones de la actual capital egipcia de El Cairo y que hoy en día sus restos sólo alcancen los 10 m de altura de los casi 154 originales.

 

Hasta el 30 de septiembre en el Museu Egipci de Barcelona.
Ubicación: C/València, 284 de Barcelona. Horarios: lunes a sábado, de
10:00 a 20:00 horas; domingo, de 10:00 a 14:00 horas; martes, cerrado.

 

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