RESTAURACIÓN DEL MONUMENTO BARROCO MEJOR CONSERVADO DE BARCELONA

10/02/2025


 

 

Tras cinco años de trabajo, la Catedral de Barcelona ha culminado las obras de restauración de la iglesia de Sant Sever, que ha sido inaugurada hoy en un acto con las instituciones religiosas, públicas y culturales. La restauración, una de las más importantes en la recuperación del patrimonio cultural de Cataluña, ha devuelto su esplendor al templo, convirtiéndolo en un testimonio vivo del barroco catalán.

Con motivo de la restauración del templo a partir de mañana se celebrarán cuatro jornadas de puertas abiertas para que todos aquellos que se acerquen puedan disfrutar de esta joya del barroco catalán. Las jornadas tendrán lugar los días 11, 13, 15 y 16 de febrero, de 10:00 a 18:00 horas.

Las obras de restauración, posibles gracias a las subvenciones otorgadas por la Generalitat de Cataluña, han constatado que se trata del monumento barroco mejor conservado actualmente en Barcelona. En las últimas reformas, se ha confirmado el buen mantenimiento del edificio original, de finales del siglo XVII, en el cual se pueden apreciar los componentes propios del Barroco con los cuales fue concebido. También destacan algunos elementos únicos, como el último hallazgo de un conjunto de vigas de madera con restos de policromía, probablemente del siglo XIV, que se utilizaron el XIX para reparar parte de la estructura de la bajocubierta de la iglesia, y que están pendientes de estudio.

El templo, edificado entre 1699 y 1704 junto a la Catedral de Barcelona (Carrer Sant Sever, 11), es además uno de los pocos que no ha sufrido desperfectos durante los numerosos disturbios que sufrió la ciudad a lo largo del siglo XX. Durante la Guerra Civil fue una de las cuatro iglesias de Ciutat Vella que no quemó. Lo anterior ha permitido que la obra del arquitecto catalán Jaume Arnaudies, continuada por su sucesor Joan Fiter, sea considerada hoy en día como una joya única del barroco barcelonés, un arte que marcaba tanto el paisaje como el carácter de los catalanes, del cual han llegado a día de hoy en Cataluña muy pocos conjuntos bien conservados.

Entre los elementos y las piezas de gran valor que se conservan en Sant Sever destaca el retablo del altar mayor del escultor vicense Pere Costa, la decoración de la fachada principal, los esgrafiados del interior con las claves de vuelta y las tribunas de madera con plata corlada del escultor Jeroni Escarabatxeres o el órgano de Josep Boscà de 1721.

Promovida por la Catedral de Barcelona, la restauración se inició en 2019 ante la necesidad de frenar el deterioro de la cubierta y varios elementos arquitectónicos, que se encontraban afectados por la polución y una plaga de termitas. Después de quedar paralizada la intervención por la irrupción de la pandemia del COVID-19, a finales de 2020 se retomó la primera fase, centrada en la cubierta, la fachada principal y la consolidación del edificio contiguo a la iglesia. A continuación, se procedió a la segunda y última fase, que comprendió la rehabilitación de la bajocubierta, el interior del templo y la recuperación del retablo central.

Hasta ahora, la restauración más significativa había sido en 1911 por el arquitecto Josep Maria Pericas, que intervino la fachada principal y otros elementos del interior del edificio. Posteriormente, en 1929, Pere Benavent también llevó a cabo una intervención embelleciendo la pared lateral medianera, resultado del derribo de casas donde ahora está la plaza con el Monumento a las Víctimas de la Guerra de la Independencia.

La Iglesia de Sant Sever era propiedad de la Comunitat de Beneficiats de Sant Sever, un colectivo de curas que constituían una entidad autónoma al servicio de la Catedral de Barcelona y que apoyaba en las tareas pastorales a los canónigos de la misma. Sant Sever fue su espacio de culto particular, también compartido con la ciudadanía. Además, fue sede de una histórica coral. Todo ello, junto a sus reducidas dimensiones y su situación en el corazón del casco antiguo, ha hecho que este templo siempre haya sido muy estimado por los ciudadanos de Barcelona, los cuales han hecho de este un monumento parte de la herencia social de la ciudad.

 

 

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