Esta excelente imagen, en madera tallada, policromada y estofada, que representa a Santa Ana con la Virgen Niña (140 x 70 x 57 cm) es una de las mejores esculturas realizadas durante la segunda mitad del siglo XVIII para la Baja Extremadura (Comarca Tierra de Mérida-Vegas Bajas).

Blas Molner (1738-1812), escultor e imaginero valenciano afincado en Sevilla, realizó esta obra en 1782 para la Cofradía de Santa Ana de Montijo (Badajoz), en cuyo templo parroquial dedicado a San Pedro recibe culto. La talla pudo ser identificada por el historiador Manuel García Cienfuegos como obra de Molner mediante fuente documental, concretamente en un libro de cuentas (1713-1828) de la citada corporación:

"Es data de 1782 Yd. Son mas dta de mil treszientos treinta reales de vellón a Blas de Molner, vecino de la Ciudad de Sevilla por la construccion de una Imagen de gracia de Señora Santa Ana. Con su conduzion hasta esta villa todo lo que mas bien se advierte del contexto de dos rezivos que presenta para su justificacion de esta partida."

La ocasión fue el traslado, en el año 1777, del retablo de la Ermita de Santa Ana, existente en las afueras de Montijo, a la parroquial de la villa dedicada a San Pedro, cuando la ermita amenazaba ruina. La imagen del retablo estaba en malas condiciones y la Cofradía de Santa Ana encargó la actual titular de Molner.

García Cienfuegos apuntó también el deseo de la cofradía por cambiar la antigua imagen de vestir por una nueva sedente "de perfectos rasgos, excelente policromía e indudable gracia sevillana". Su adquisición se englobaba dentro de un proyecto integrador: no solo se cambiaba la imagen, también se adquirían una corona y sus resplandores como manifestación material del fuego que debía emanar de la nueva patrona. Para estos nuevos aditamentos se hizo el encargo al platero Manuel Sánchez Álvarez Burrero, vecino de Badajoz.

La imagen formó parte de la exposición "Gratia Plena" (Catedral de Badajoz, 2005) y Francisco Tejada Vizuete resaltó en su catálogo "la blandura levantina, favorecida por la estética rococó" de la imagen, atendiendo al origen valenciano del artista y cuya estética continuó hasta Sevilla.

Molner, profesor y director de la Escuela de las Tres Nobles Artes de Sevilla y uno de los últimos escultores barrocos sevillanos, nos dejó en esta obra una muestra bellísima de la estética rococó. Santa Ana, sentada en un sillón, inclina la cabeza hacia la Virgen mientras le acerca una de sus sandalias, al tiempo que María, apoyada en la pierna de su madre, alarga su pequeño brazo y orienta la mirada hacia ella.

En la misma localidad extremeña de Montijo se ha querido atribuir otra obra a Molner, el Cristo Flagelado, sin embargo, esta nueva adscripción carece de referencia documental o estudio estético que lo respalde.