Se presentó el pasado 25 de febrero, en el templo parroquial de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Zaragoza, el Apostolado que el escultor sevillano ha realizado para la Cofradía de la Institución de la Sagrada Eucaristía. Las doce figuras completan así la segunda y última fase del misterio procesional de la Última Cena, iniciado en 2014 con el titular cristífero, publicado en La Hornacina el 9 de abril de dicho año.

Este conjunto escultórico, que sustituye a uno anterior de Elías Garó (1986), es de madera policromada para vestir, aunque algunos de los apóstoles poseen partes de su atuendo talladas en la misma hechura.

Iconográficamente, muestra la singularidad de recrear en el Cenáculo, además de la institución de la Eucaristía y la traición de Judas Iscariote, la entrega del cáliz a San Pedro por parte del Redentor, sellando así con la futura piedra angular de la Iglesia la nueva alianza para el perdón de los pecados.

Las calidades individuales de los apóstoles son similares a las del Cristo. Todos ellos constituyen una galería de retratos psicológicos, hábilmente resuelta por el autor, en la que conviven la inquietud, el asombro, la culpa o la reflexión, sobresaliendo especialmente el contenido estupor de Andrés o el remordimiento del huidizo Judas, así como el entrañable parecido de Santiago el Menor con el Maestro debido al parentesco que unía a ambos.