NUEVAS OBRAS DE ANTONIO DÍAZ ARNIDO

28/03/2015


 

 

Cristo Atado a la Columna

Se trata de la obra pictórica que sirve como base al cartel anunciador del centenario de la llegada de esta talla del siglo XVIII a Hinojos (Huelva) en 1916. El acto de presentación contó con un magnífico concierto de la Banda de Música de Las Cigarreras, cofradía hispalense a la que perteneció esta escultura.

Realizada en técnica mixta sobre tabla, y con unas dimensiones de 100 x 50 cm, representa al Señor de algo más de medio cuerpo, desnudo de potencias argénteas (su divinidad se representa a través de las luces celestes que enmarcan su cabeza), sobre un fondo realizado a base de distintos tonos de rojo, en clara alusión al carácter sacramental de la hermandad de la que es titular.

Las texturas (con algunos elementos traslúcidos subliminales), los vacíos y los trazos, configuran el resto de la obra en torno al Cristo Atado a la Columna, cuya portentosa anatomía (hablamos de una obra de la escuela sevillana atribuida por el prestigioso historiador José Roda Peña al escultor Benito de Hita y Castillo) ha reflejado fielmente Díaz Arnido dentro de su estilo figurativo.

La presentación de esta obra en el Auditorio de la Casa de la Cultura del Ayuntamiento de Hinojos fue el comienzo de los interesantes actos que conmemorarán esta singular efeméride a lo largo de 2016.

 

 

 

Escapulario y Saya

En este caso hablamos de dos piezas que componen un terno para la Dolorosa de la Soledad, una obra anónima del siglo XVII que pertenece a la Hermandad de la Vera Cruz de Moguer (Huelva).

Esta obra de Díaz Arnido, concebida como un conjunto aunque susceptible cada elemento de ser utilizado también de forma independiente, ha sido pintada por el artista al óleo sobre seda salvaje (escapulario) y raso de seda natural (saya), ambas piezas en color negro con imprimación acrílica previa.

 

 

 

Diablo

Por último, una obra representativa de la faceta de Díaz Arnido como belenista; concretamente, una figura del Diablo, personaje secundario y simbólico del presepe napoletano, pues su representación, encadenado en una gruta o caverna bajo la escena de la Natividad, simboliza el triunfo del bien sobre el mal.

La estatuilla, modelada en terracota policromada con ojos de vidrio en su mascarilla, mide 36 cm de altura. Pertenece a la colección particular del autor, quien también se ha encargado de montarla y vestirla

 

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