En la primavera del año 2005, la Asociación de Amigos del Museo de Albacete realizó un viaje que permitió a sus integrantes asomarse al maravilloso país de Siria.

En el corto espacio de una semana pudieron recorrer las dos ciudades que se disputan el ser la urbe habitada más antigua del mundo: la blanca Alepo, envuelta en altos muros, con su enorme zoco cubierto, y Damasco, la ciudad del jazmín. Asimismo, visitaron ruinas emblemáticas como Apamea o Palmira, y sintieron en todo momento la hospitalidad del pueblo beduino.

Si importante fue el conocimiento de los sitios y los paisajes, no lo fue menos el acercamiento a sus habitantes. Se sintieron acogidos y todo fue fácil y fluido; además, su guía Ziad, se esforzó en transmitirnos el espíritu de su pueblo, su historia pasada y su discurrir contemporáneo.

Todo parecía estar en orden en uno de los estados más seguros de Oriente Próximo. Desgraciadamente, la desesperanza en un futuro mejor y unos odios arcaicos, a los que se ha sumado la brutal reacción por parte del gobierno, han convertido este hermoso lugar en un escenario de violencia extrema, donde no se respeta la vida ni se consideran las reliquias del pasado.

Desde el año 2011, los lugares que visitaron han sufrido los efectos de los bombardeos, saqueos, incendios y otras lacras de la guerra. Tal vez el ejemplo más doloroso sea la destrucción del mencionado zoco histórico de Alepo, declarado Patrimonio de la Humanidad, al igual que otros enclaves que recorrieron.

Las gentes con las que convivieron son las verdaderas víctimas de este conflicto sin fin que está provocando dolor, muerte y el éxodo de miles de personas hacia los países vecinos. Todos los que han tenido la oportunidad de viajar a Siria, la sienten más cerca.

Esta exposición, organizada con el objetivo de recaudar fondos para los campos de refugiados sirios a través de ACNUR -pueden comprar las fotografías (40 x 45 cm) en el Museo de Albacete (precio mínimo de 15 euros) o informarse de todo enviando un e-mail a amigosmuseoab@gmail.com-, pretende rememorar unos escenarios y unas gentes que merecen un futuro mejor, un tiempo feliz como aquel de la primavera del año 2005.