Nueva obra del artista sevillano para una colección particular. Se trata de una escultura que representa a San Francisco de Asís, de tamaño inferior del natural (mide 85 cm de altura), tallada en madera de cedro para luego ser estucada, policromada al óleo y estofada en oro fino. Su rostro, naturalista a la vez que idealizado, muestra las facciones personales del autor, sobresaliendo los hundidos ojos de melancólica mirada.

La interpretación del santo italiano es muy clásica. Se muestra caminante y en actitud piadosa ante un pequeño crucificado que sostiene en su mano derecha; el atributo más habitual de su iconografía junto con los estigmas y la calavera. La sobriedad del hábito marrón, cuyo plegado deja traslucir el movimiento de la pierna izquierda, contrasta con la profusa decoración que muestra en su parte superior, bocamangas y remate inferior.