Se trata de una copia a tamaño natural de la Virgen del Rocío, patrona de la localidad onubense de Almonte, encargada por la hermandad filial rociera del municipio gaditano de Puerto Real.

Ha sido una obra con la que el artista hispalense confiesa haber disfrutado mucho, puesto que no había ningún tipo de prisa a la hora de llevarla a cabo, y eso, según Fernando Aguado, era muy necesario para conseguir que esta imagen, aunque con las lógicas diferencias, recordarse el original almonteño, una talla original de finales del siglo XIII, reformada en los siglos XVI y XVIII.

La obsesión del autor al labrarla era que todo aquel que la contemple vea a la venerada imagen de la Virgen del Rocío y al Niño que porta entre sus manos (popularmente conocido como el Pastorcito Divino) sin pensar en copias, aunque este simulacro lo sea. Para conseguir tal empeño, el artista se ha tomado un año de duro trabajo, buscando mil fotografías del original que le han servido de ayuda para intentar que todo ello encajase.

En su ejecución, Aguado ha dado gran importancia también a la reproducción del personal atuendo de la pieza original. Para dicha labor ha contado con el taller sevillano Orfebrería Andaluza, que ha cincelado los atributos, y con el bordador portuense David Calleja, quien ha confeccionado los ropajes. Estos profesionales, en palabras del reconocido imaginero a La Hornacina, "volcaron toda su profesionalidad y cariño".

La imagen mariana, realizada en madera de cedro policromada, al igual que el pequeño Jesús, tiene la misma altura de la patrona de Almonte, siendo su cuerpo de candelero para vestir, aunque no del tipo convencional, puesto que las formas en este caso son distintas a las de, por ejemplo, una Dolorosa.

Por último, Aguado quiere transmitir desde estas líneas su agradecimiento a la Hermandad del Rocío de Sevilla, de la que forma parte, puesto que dicha corporación cedió desinteresadamente su paso para la bendición y posterior procesión de la presente imagen, evento que se celebró el pasado 15 de agosto.