MANUEL VALERA

Jesús Abades (15/10/2022)


 

"Estoy totalmente en desacuerdo a la hora de utilizar el término artesano y no el de artista en mi trabajo"

 

 

Imagino que algo tuvo que ver el ser de Córdoba y la tradición joyera que tiene la ciudad en tu vocación.

Vino casi improvisando, porque yo estudié dibujo y pintura en la Escuela de Artes y Oficios "Mateo Inurria" de Córdoba con maestros y amigos como Antonio Bujalance, Juan Hidalgo del Moral o Paco Salido. Por tanto, la inquietud artística siempre la he tenido. Con el tiempo la fui enfocando al diseño de joyería, porque como has hablado antes, los talleres de joyería han sido siempre una de las principales industrias de Córdoba. Yo empecé a trabajar como diseñador de joyería y modelista. Luego, paralelamente, por esa tradición y por el hecho de ser cofrade, fui desarrollando el aprendizaje en orfebrería. Fue Francisco Luque, el cuñado de Díaz Roncero, quien me enseñó, como amigo, a cincelar; de hecho, todavía conservo sus herramientas. Por tanto, se puede decir que mi formación como orfebre fue en parte autodidacta. Siempre me gustó estudiar la orfebrería, su historia y sus corrientes artísticas. Y todo ello fue desembocando en lo que soy ahora. Hubo un tiempo en que compaginaba la orfebrería con el diseño para casas de joyería hasta que finalmente tuve que decidir y me quedé con la orfebrería, aunque seguimos haciendo para amigos algunos diseños y modelos de joyería.

Quizás en los diseños y la ejecución de piezas de joyería está más definida la existencia de un estilo cordobés, pero no sé si en el campo de la orfebrería realizada en Córdoba sucede lo mismo.

Eso es muy aventurado. Entre los cinceladores y profesores como Díaz Roncero o los hermanos Lama se dice que hay un estilo cordobés en el cincelado, que se caracteriza entre otras cosas por un menor volumen o una mayor precisión en el trazo, pero yo insisto en que eso es muy aventurado. Tampoco creo lo que se dice últimamente sobre que la orfebrería cordobesa se caracteriza por tener un aspecto cercano a la joyería, porque eso siempre se ha usado en realidad. Por ejemplo, Damián de Castro compaginaba maravillosamente la joyería en sus rostrillos de esmeraldas con la orfebrería. Antes tampoco estaban tan definidas ambas parcelas. Yo tampoco lo veo así, creo que se debe de hablar de metalistería en general.

De hecho, ese término podría venir muy bien ya que, a veces, gente totalmente profana en la materia nos han preguntado qué diferencias hay entre orfebrería y joyería.

No lo sé. Orfebrería viene de "orifice", del trabajo con metales, no incluye ninguna técnica. Yo creo que esa distinción viene solamente del mundo cofrade, en el religioso no ha existido. En Sevilla concretamente delimitaron el estilo basándose prácticamente en el repujado y el cincelado, y quizás eso es lo que ha quedado como orfebrería, pero en realidad hablamos de un mundo amplísimo, en el que siempre se han usado inclusiones de piedras y diversos enriquecimientos. Limitar la orfebrería al repujado y al cincelado es muy simple. Hay, por ejemplo, coronas antiguas hechas en fundición y otras técnicas que no son el repujado ni el cincelado.

¿Cómo ves desde tus comienzos la evolución en el mundo de la orfebrería?

Muy bien. Es una profesión muy vocacional que ha contado en los últimos años con muchos chavales con intención de aprender de nosotros, y yo personalmente veo un futuro rico en ese aspecto. Quizás no sea ya el tiempo de los grandes talleres que primaron en los años 60 y 70, pero sí el de una orfebrería más personalizada, con unos diseños más cuidados y un mayor número de piezas únicas. Por tanto, creo que el interés artístico es mucho más grande. En los últimos tiempos, además, están surgiendo buenos profesionales en muchos sitios, se ha abierto un abanico en otras ciudades de algo que antes monopolizaba Sevilla.

Muchas veces, al hablar del trabajo de un orfebre, se habla de artesanía, lo que suele crear discrepancias ya que se han realizado y se realizan auténticas obras de arte en orfebrería.

Siempre que se trate de piezas únicas debe hablarse de un orfebre como de un pintor o un escultor, es decir, de un artista, ya que en ellas hay una aspiración artística; que se llegue o no, eso ya no lo sabe ni la época, el tiempo es el que muchas veces lo dice. Yo estoy totalmente en desacuerdo en utilizar el término artesano en lugar de artista en ciertos oficios como la orfebrería, no lo veo nada bien. Además, eso en la crítica artística de hoy en día no existe, ya no estamos en el academicismo. No hay ninguna duda de que, actualmente, ese tipo de piezas en las artes aplicadas son consideradas obras de arte.

 

 

Tu taller tiene una producción tan extensa como excelente. Muchas obras y de magnífica calidad, con diversos estilos y destinos. ¿De cuál de ellas te sientes más orgulloso?

La última, por supuesto, porque tenemos que estar siempre aprendiendo y mejorando. Además la vorágine de encargos y la responsabilidad de entregarlos todos en su fecha hace que siempre te acuerdes de lo último. También me da mucha alegría cuando vienen al taller piezas realizadas hace ya algunos años, para su limpieza o para reparar algún desperfecto, porque las ves ya con otros ojos y las disfrutas. No es que lo que hagas ahora no lo disfrutes, porque nos dedicamos a esto por vocación, pero siempre hay esa tensión que conlleva la profesionalidad para que todo esté acabado a tiempo.

La orfebrería ha estado siempre asociada a la dureza y al sacrificio. Quizás ambas cosas las prefiera el buen orfebre antes de echar mano a herramientas que hagan su labor más cómoda.

Es que no existen esas herramientas. La orfebrería ha sido y sigue siendo un trabajo duro, aún no hemos dado con esa tecla que nos permita tener un horario laboral más corto o que nos permita vivir más dignamente. Nosotros hemos hecho este verano cuatro coronas para coronaciones canónicas y ha sido tremendo. Te hablo de jornadas de catorce horas diarias en los últimos tiempos, e incluso durmiendo poco en algunos casos. Pero es lo que he dicho antes, debes ser consciente de que tienes que cumplir y de que es importante cumplir, más incluso en casos como ese tipo de coronas, que deben ser impuestas en una fecha concreta. Ahora incluso es más intenso después de la pandemia, porque todo se trastocó y las hermandades han ido improvisando fechas, lo que ha colapsado un poco la dinámica habitual de las entregas. Es también una dureza física, porque es un trabajo muy físico. Pero aunque sea duro, es una pasión. La dureza forma parte de su mito y de su encanto.

En cuanto a las técnicas que pudieran aligerar las cosas, yo siempre he estado abierto a cualquier técnica para ello, como todos mis compañeros a lo largo de la historia del arte. Si se usan ahora cinceles de acero templado es porque se demostró que los de bronce eran peores. Si Damián de Castro utilizaba ya troqueles rudimentarios para adelantar trabajo fue porque lo vio bien, y nadie discute la calidad de sus piezas. En cuanto a técnicas, estoy abierto a usar la que haga falta, por ejemplo la tecnología digital en casos muy puntuales y siempre con piezas únicas. Lo que veo mal es aprovechar esas técnicas para sacrificar la originalidad. No es ético, hay que garantizar las piezas únicas; por lo menos, en nuestro caso, así lo hacemos. Hay técnicas que siempre han existido para reproducir, como el troquel y la galvanoplastia, pero eso tiene otros campos y otros mercados, aquí sí que entraría más el término o la consideración de artesanía. Pero incluso en el caso de las piezas únicas, técnicas como la tecnología digital te pueden ayudar para dar mayor calidad a un diseño previo, como por ejemplo el relieve de unas letras inscritas, pero en ningún caso, de momento, te ahorran tiempo.

¿Cómo se organiza el taller de Manuel Valera?

Básicamente somos familia, por eso aguantamos tanta dureza. Mi mujer, mi hijo Manuel y mi hermano Ángel somos los que lo llevamos. Somos cuatro personas. Tenemos ayuda externa cuando es necesario para cosas muy puntuales, y la posibilidad de trabajar con algún cincelador para aliviar o adelantar un trabajo. Pero básicamente el taller se organiza en cuatro personas. Aunque solo utilicemos la palabra orfebre, lo cierto es que la orfebrería contemporánea incluye los trabajos de cincelador, pulidor, sacador de fuego, experto en diseño digital, diseñador delineante, engastador, grabador a buril o burilista... Son, en realidad, profesiones distintas, aunque nosotros lo englobemos rápidamente como orfebres, pero son distintas técnicas que, por lo general, son realizadas de forma específica. Nosotros, en cambio, tocamos casi todos los palos, pero para eso debe seguir el taller muy organizado como lo tenemos. La orfebrería es más compleja de lo que puede parecer en un principio por eso mismo, porque incluye muchas profesiones dentro del término orfebre.

También ocurre que en Andalucía la orfebrería suele asociarse con la Semana Santa y con ciertas piezas como una corona o unos candelabros de cola, pero talleres como el vuestro demuestran con los años que la orfebrería va mucho más allá, tanto en piezas como en destinos, incluyendo también las obras civiles.

Claro, sobre todo los cofrades creen que la orfebrería se limita al ámbito de la Semana Santa, cuando en realidad estamos hablando de orfebrería religiosa. Antes que en una procesión, por ejemplo, los faroles se usaban en el interior de una iglesia. Los vasos sagrados y los sagrarios eran también piezas de los templos que han ido derivando o se han ido aplicando a los enseres cofrades.

Yo mismo no me dedicó solamente a la orfebrería, también hago pintura abstracta, porque como ya te dije tengo mi formación artística y me apasiona el arte en general, no solo la orfebrería. El expresionismo abstracto de Norteamérica y Europa en la pintura era lo que yo hacía antes como artista, y aunque cada vez tengo menos tiempo, sigo practicándolo porque, entre otras cosas, te quita también muchas tensiones.

Dentro de la amplia gama de obras que se realiza en tu taller, ¿hay alguna que te atraiga especialmente?

Por diversas circunstancias hemos hecho muchas coronas, entonces la corona de realeza de la Virgen María es un tipo de pieza sobre la que yo he diseñado, estudiado y meditado mucho de cara a su mejora y significado, lo que conlleva un tipo de afecto especial. Algo parecido ocurre con las potencias de Cristo, que también hemos hecho muchas. De todas formas, aunque cuando acabe mi carrera pueda ser más conocido por mis coronas, cuando uno trabaja no delimita sus deseos de innovar ni de hacer algo mejor por un tipo u otro de pieza. Por las dimensiones del taller, es verdad que piezas más grandes como peanas o respiraderos nos pueden resultar más complejas, pero por supuesto también las hacemos con los mismos deseos y con el mismo gusto.

 

 

¿Trabajáis con diseños propios y ajenos?

Sí, en eso no tenemos distingos. Yo empecé diseñando, y reconozco que soy muy lento porque siempre quiero aportar algo nuevo con cada diseño, abocetando muchas ideas para crear algo distinto. Un diseño ajeno te aporta frescura porque es otro punto de vista. Me gusta realizar piezas de otros diseñadores.

Dime un diseño tuyo del que estés especialmente satisfecho.

Pues mira, la reciente corona de la Virgen de la Paz y Esperanza de Córdoba ha supuesto un reto porque la idea de incluir el cristal de roca en rayos y de fractal en gotas lleva mucha letra pequeña dentro de ese diseño. También era un reto porque hablamos de mi ciudad. Al final estamos orgullosos del resultado porque era más o menos lo que teníamos en mente. En este caso, la primera idea que uno imagina ha continuado hasta el resultado final, y eso tampoco es fácil. Otras veces hay que quitar cosas o modificar otras.

¿Y un diseño ajeno que te haya causado especial admiración?

Cada uno tiene su estilo, a mí me gusta mucho Fernando Prini, quien también piensa mucho las cosas y no nos ha dado problemas nunca. A la hora de diseñar hay como dos estilos, uno más plano, propio de diseñadores que han trabajado mucho para bordados, y otro más tridimensional que va muy bien con las piezas de orfebrería. Pero ambos estilos nos han aportado cosas. También he trabajado con Julio Ferreira, Curro Claros, Álvaro Abril, que es muy particular, o Javier Sánchez de los Reyes, este último mucho más clásico. Todos tienen su personalidad, no te sabría decir a quien prefiero.

¿En tus diseños sigues siempre los mismos derroteros artísticos o tomas diferentes influencias?

Suelo variar. Si es para una hermandad, me gusta ser muy colaborativo con ella, porque es la que conoce su historia, su carisma y su estilo. Yo evidentemente no puedo conocer todas las hermandades de España en todos sus detalles, de ahí que siempre pida una especie de "tormenta de ideas" por su parte. Y por supuesto me fijo también en la imagen, en su datación, en su fisonomía y en su entorno. A partir de ahí no paro de dibujar y aportar muchas ideas; unas van cuajando, otras se entremezclan entre ellas, otras se descartan... Por eso digo que yo diseñando siempre soy muy lento.

Cuéntanos un poco el itinerario geográfico de tus obras, que también es amplísimo.

En Andalucía desde luego, tengo obras en Sevilla, Granada, Málaga, en Almería incluso. En el resto de España tenemos obras en Murcia, Barcelona, Mataró, en Valladolid donde está el halo que hicimos para las Angustias de Juan de Juni, un honor impresionante. Próximamente iremos al extranjero, pero como todavía no hemos firmado nada, no puedo comentar cosas que todavía no están totalmente cerradas porque da mala suerte.

 

 

Supongo que será una lección, y también una inspiración, restaurar una obra clásica de, por ejemplo, Juan de Arfe o Damián de Castro, al que has nombrado en repetidas ocasiones.

Es la escuela principal. Nosotros hemos aprendido, básicamente, en las restauraciones. Es como si los propios Damián de Castro o Juan de Arfe te dieran un máster. Eso es impagable. Yo hasta daría dinero para poder restaurar ciertas piezas. Ahí sí que se disfruta.

¿Y con qué obra de la orfebrería clásica te quitas el sombrero?

La custodia de Fuente Obejuna, la custodia que se conserva en el tesoro de la Catedral de Córdoba, toda la obra de Juan de Arfe... Cuando has estudiado las obras de orfebrería clásica de los grandes maestros, te das cuenta de que no hay ninguna duda de que son artistas. Cuando el propio Arfe te escribe en un tratado sobre metales, medidas, proporciones, arquitecturas, estamos hablando de un gran arte, arte del bueno no, del mejor. Quién dice que son artesanías o artes menores, eso está desfasadísimo. Los términos de artes mayores y artes menores ya no existen. Ningún crítico de arte contemporáneo te los va a decir.

Por lo que has dicho antes, parece que te gusta experimentar con nuevos materiales.

Me encanta. Todo lo que sea un reto, hacer algo distinto, es lo más bonito de nuestro trabajo. Para una obra como el conjunto de un paso de palio tienes que buscar siempre lo mejor y sin perjuicio ninguno. En la variación de los materiales está la sensibilidad. La calidez de ciertos materiales, por ejemplo, compensa la frialdad del metal, y eso es muy bonito. También es muy difícil, sobre todo en un mundo donde estamos acostumbrados a ver modelos repetidos hasta la saciedad, lo que da muy poco margen de experimentación. No entiendo que no se pueda hacer arte moderno dentro del arte religioso aplicado.

En Córdoba se sigue empleando la denominación de platero, que lamentablemente está en desuso.

Para mí ser platero es un orgullo. Todos los libros de mi biblioteca, además, hablan de plata, platería y plateros. No solo no me molesta ese término, al contrario, es un honor.

¿Cómo ves actualmente la orfebrería (o la platería) a nivel general?

Ya sé que hoy el mundo se mueve por las redes sociales, yo mismo pongo mis cositas en ellas; pero tal como las pongo, salgo corriendo, no me da tiempo a ver el panorama, ni qué dicen ni dejan de decir. Es solo una visión secundaria sin referencias que no te permite ver bien lo que se está haciendo. Mi hijo está más pendiente por ser una generación más joven, y es él quien me enseña la mayoría de las cosas que veo. También cuando visitas la Semana Santa de otras ciudades, como Málaga, vas viendo cosas, y la verdad es que me gusta lo que veo.

Por otro lado, y que conste que me aplico el mismo consejo, creo que los jóvenes tienen muchas ganas de triunfar, yo diría que demasiadas, y esto es una carrera muy lenta. Abarcar más de lo que puedes te pasa factura, y lo digo porque a mí también me ha pasado. También cuando he visto que el nombre del taller puede quedar mal por tal o cual encargo, he preferido no hacerlo. Hay que tener mucho cuidado con esto. Esto es un trabajo muy ligado al prestigio, al que las prisas tampoco le vienen bien, y ese prestigio, que has ido ganando poquito a poquito, puedes perderlo un buen día y volver atrás con solo un resbalón.

 

 

Esta entrevista sale publicada el día en que se celebra la coronación canónica de la dolorosa cordobesa de Paz y Esperanza con una presea tuya de la que ya nos has comentado su importancia y complejidad.

Yo intento siempre que no sean simplemente unas piezas de orfebrería, sino que haya muchas capas y lecturas en ellas, aunque no sean visibles a primera vista. Al final siempre queda algo que gusta aunque no se entienda, historias ocultas cuyo significado no siempre sale a la luz de buenas a primeras. También me gusta que sean piezas ricas y que su contemplación no se agote en muy poco tiempo.

¿Cuál es el secreto de que vuestra excelencia también se enriquezca con el paso del tiempo?

No lo sé, yo eso no lo pienso. Creo que muchas veces es suerte. Te dedicas a lo que te gusta y la inspiración que llevas dentro tienes ocasión de plasmarlo, ahí creo que reside todo. Yo cuando leo lo de "prestigioso artista" ni me lo creo, ni me motiva. No puede motivarte en el trabajo. Yo mismo en el mismo barrio, tengo el mismo coche y no tengo casa en la playa. Ese prestigio no se materializa en cosas más prácticas. Sabemos que esto es duro y, de momento, me conformo con hacer lo que quiero y tener trabajo.

¿Crees que algún día podremos ver el expresionismo abstracto hecho orfebrería o seguiremos tan barrocos?

Se dice mucho que la Semana Santa es barroca, pero también es renacentista. En Sevilla, con toda la magnitud barroca que sale a la calle, los artistas deben vivir con ese peso y les causa mucho respeto introducir ciertas novedades, aunque yo creo que se puede hacer. Es cierto que ha habido intentos y que no han salido bien, pero es que es un ambiente muy complicado. Yo creo que cualquier estilo artístico cristiano se va a adaptar perfectamente a la orfebrería religiosa, que no olvidemos se viene haciendo desde tiempos del arte visigodo y románico. Respecto al expresionismo abstracto, quizás no se pueda aplicar en un palio, pero sí en otro tipo de pieza, y visualmente el resultado puede ser muy atractivo.

Aunque el gran peso de tu trabajo lo tiene la orfebrería religiosa, también has realizado otro tipo de piezas.

Como pintor he expuesto en exposiciones de acuarelas, y me he presentado a premios de pintura y de arte taurino. No he llegado a hacer una exposición de pinturas aunque tengo material para ello. En metalistería, no. Todo hasta el momento es religioso, para hermandades, iglesias, conventos o particulares.

Hablando de exposiciones, ¿no echas de menos más dedicadas exclusivamente a la orfebrería?

Sin duda. Se está hablando mucho de ello últimamente en Córdoba, donde nos estamos intentando agrupar y hacer una asociación que contemple esas exposiciones. Me parece muy interesante. Cada vez se hacen más, y desde los años 70 se le está prestando una mayor atención académica. De hecho en Murcia hay una revista llamada "Estudios de platería". Todo ello le da seriedad y valor artístico a nuestro trabajo.

Para que nada salga mal, vamos a terminar hablando de los proyectos firmados en los que os encontráis trabajando y vais a entregar en próximas fechas.

El más cercano es un juego de coronas para la Virgen de Linares, de aquí de Córdoba, que se estrenará el próximo mes de diciembre. También estamos haciendo un templete para el Lignum Crucis de la hermandad cordobesa de la Vera Cruz. Y ya vamos a empezar las peanas para el camarín del nuevo retablo de la Congregación de Mena en Málaga, un proyecto muy ilusionante del que también haremos el arco o embocadura. Hay más cosas, pero eso es lo más cercano y lo que tengo más en mente.

 

 

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