ISRAEL REDONDO

Jesús Abades y Sergio Cabaco


 

 

Las figuras de misterio de la Entrada en Jerusalén, de Sanlúcar la Mayor (Sevilla), fueron uno de tus primeros trabajos de envergadura, ¿no es cierto?

En realidad, fue mi primer encargo importante. Uno de los costaleros de la hermandad era conocido de un primo mío, a través del cual nos pusimos en contacto. Tengo mucho que agradecerle a esa hermandad, tanto por la oportunidad que me dio, como por el trato tan bueno que he recibido de ellos desde un primer momento. Les hice un boceto del grupo escultórico y ellos apostaron por mí cuando yo era muy joven, y siempre se han portado geniales. Fíjate que cuando celebraron el 25 aniversario me regalaron un azulejo, y en una de las funciones principales me nombraron hermano honorífico. El misterio aún no está acabado; por el momento, están terminadas las figuras de San Juan, San Pedro, Santiago y la niña hebrea.

Tus últimas obras han sido un santo y una Dolorosa para Valencia.

Así es, el santo es San Francisco de Asís y es para la parroquia de Montán, en Castellón. La obra surgió a raíz de un conocido de Valencia, gracias al cual estoy recibiendo muchos encargos en la zona.

A eso íbamos. Precisamente en varias localidades de la zona oriental del país (Valencia, Albacete, Murcia) estás trabajando mucho últimamente.

La verdad es que sí. La Inmaculada que he realizado recientemente para Murcia fue gracias a la exhibición de mi trabajo en La Hornacina, y la Santa María Magdalena de Albacete también se debe a internet.

La Magdalena de Albacete es una de tus piezas más interesantes hasta la fecha. Destaca especialmente de ella la cabellera, tan larga, tan ondulada y tan meticulosamente trabajada.

Para la cofradía de la Magdalena, la Cofradía del Mayor Dolor de Albacete, había realizado ya un juego nuevo de manos para la Dolorosa. La Magdalena procesiona en un paso del Calvario.

Sin embargo, quizás tu creación más popular por el momento sea el Cristo de la Bondad para Sevilla Este, seguramente por el hecho de procesionar en la capital hispalense.

Como sabéis, la imagen irá en un paso de misterio que representará el Lavatorio de los Pies. El único requisito que me exigió su corporación es que el Cristo figurase de pie, no arrodillado, con la toalla amarrada al cíngulo que sujeta su túnica. También aparecerán en el paso San Juan Evangelista, descalzándose; Judas Iscariote, en la trasera y contemplando la escena; San Pedro, sentado en un banco y negándose a que sus pies sean lavados por el Maestro, y Santiago Apóstol, que aparecerá al lado del anterior intentando convencerle de lo contrario. Para después de la próxima Semana Santa comenzaré con el modelado de la imagen de San Pedro.

 

 

 

Tienes 29 años de edad y has cumplido ya con tu formación académica; de hecho, tienes el título de Técnico Superior en Artes Aplicadas a la Piedra y Talla en Madera.

La formación académica es muy importante y facilita el camino a cualquier artista, pero en mi oficio la formación en un taller la considero esencial. No creo mucho en los imagineros que se proclaman autodidactas, aunque también es cierto que cada persona es un mundo, pues hay quien no ha recibido formación y es muy bueno.

Formándote en taller tuviste una gran maestra: Lourdes Hernández, ¿qué es lo que más aprendiste de ella?

Todo lo que sé del oficio se lo debo a Lourdes. Ya no sólo la técnica escultórica, sino también aspectos que son muy importantes en este trabajo, como el trato con los clientes, aprender a desidealizar el negocio, saber resolver problemas con clientela y proveedores, el trato con los demás compañeros de profesión, los detalles que hay que seguir a la hora de terminar con un encargo, e incluso el vocabulario propio de un taller de imaginería, con palabras como "luces", "sombras", "planos" o "volúmenes", que cuando empecé, prácticamente, desconocía.

¿En qué obras de tu maestra has colaborado?

Lourdes siempre dice que en el taller somos un equipo, aunque evidentemente es ella la que mueve los hilos y lleva a cabo el modelado, base esencial de la escultura. Yo pienso que el maestro, en un taller, hace el arte, y sus aprendices la técnica, es decir: aplicar y lijar el estuco, limar, raspinar, etcétera. Otra cosa que aprendí de Lourdes, y creo que es muy importante, es dejar a un lado el ego del artista. Ella acepta críticas y comentarios sobre sus obras de todo el mundo. También participa en mi trabajo.

¿Fueron traumáticos entonces los comienzos de la independencia en tu taller propio de la Calle Japón?

No, porque tuve y sigo teniendo vínculos muy fuertes con Lourdes, además de su respaldo. Ella, además, no me hubiera dejado abrir taller propio si no hubiera considerado que estaba capacitado para ello. De Lourdes Hernández se puede sacar mucho, ha sido y siempre será muy madre para todos.

Has hecho un buen número de obras para colecciones privadas, ¿ves diferencias a la hora de recibir un encargo entre particulares y asociaciones?

Es cierto que cuando trabajas para una asociación, grupo o hermandad, trabajas para un colectivo de gente y, por lo tanto, tienes que convencer a más personas. Cuando trabajas para particulares es un trato más directo, porque, sobre todo, nada más que hay que conocer a una persona. En cualquiera de los casos, yo hasta ahora nunca he tenido problemas con ningún cliente, particular o no. Antes de cocer un modelo en barro, siempre les llamo para que vengan a verlo en el taller, o bien les envío fotos, según la disponibilidad de cada uno. De esta manera, pueden manifestar sus impresiones y yo estoy seguro de lo que el cliente quiere, lo que siempre inspira además una mayor confianza. Esto último es algo que actualmente no creo que haga nadie.

 

 

 

Estás muy vinculado a la cofradía sevillana de la Virgen de la Hiniesta, ¿crees que a la imagen de la Dolorosa le hace falta la restauración que un sector de opinión reclama?

No soy restaurador, por tanto no soy yo quien tenga que considerar eso. Antes de restaurarla, en todo caso, habrá que hacer unos estudios previos que no creo que se hayan hecho. Además, es una imagen de mi devoción, no la puedo mirar como escultor, sino como devoto. Es muy difícil para mí pronunciarme en este tema.

Siguiendo con la Cofradía de la Hiniesta, ¿no crees que la figura del autor de sus imágenes titulares, Antonio Castillo Lastrucci, esté siendo en los últimos años injustamente devaluada?

La obra de Castillo Lastrucci hay que entenderla en el contexto en que fue realizada. Había mucha demanda de obras y un gran número de personas trabajando en su taller. Es verdad que hay imágenes de escasa calidad, pero también nos encontramos con otras que son muy buenas.

Cambiando de tema, ¿qué encargo, sacro o civil, te gustaría realizar en un futuro próximo?

Lo que más me gustaría es que no me faltaran los encargos. Siempre es un regalo para todo imaginero trabajar obras de talla completa y estofada. También me gustaría hacer más Crucificados y realizar un Cristo Yacente o un grupo del Descendimiento de Cristo. Son obras que, con el tiempo adecuado, un escultor disfruta mucho, y yo soy mucho también de documentarme y ponerme a investigar un proyecto antes de llevarlo a cabo.

¿Piensas entonces que el tiempo y las prisas son los grandes enemigos del oficio?

Sí, y que conste que yo soy de los que se quedan trabajando hasta las 7 de la mañana, si es necesario, pero los clientes deberían tener un poco de más paciencia. Hay obras que quieren verlas entregadas en dos meses, cuando su ejecución debería llevar mucho más tiempo. Pero si quieres trabajar hoy en día, estás obligado a hacerlo si te lo piden, sobre todo cuando aún no tienes las espaldas cubiertas.

Y hablando de proyectos, ¿cuáles son los que tienes previsto realizar en los próximos meses?

Unos angelitos en terracota, de 1 metro aproximadamente, para la fachada de la nueva Capilla de la Cofradía de la Entrada en Jerusalén, de Sanlúcar la Mayor (Sevilla); el mencionado misterio del Lavatorio de los pies; un San Francisco de Asís y un Santo Domingo de Guzmán para Murcia; un Nazareno de tamaño natural para la tertulia cofrade La Espiga, de Sevilla (imagen que aparece modelando en las fotografías); un Cristo de Medinaceli para Castellón, y una réplica de la Virgen del Espino de Chauchina (Granada) para el barrio sevillano de Triana. También existe el proyecto de finalizar el misterio de la Entrada en Jerusalén de Sanlúcar la Mayor con las figuras de dos mujeres hebreas, cada una con un niño, uno de ellos en brazos, pero esto no será a corto plazo.

 

 

 

Dejando a un lado a Lourdes Hernández Peña, ¿cuáles son tus preferencias en la escultura sacra de hoy en día y cómo ves, en líneas generales, tu oficio?

Artísticamente lo veo genial. Se hacen cosas magníficas y hay muchísima gente trabajando, lo que siempre es muy bueno. Hay obras de José Antonio Navarro Arteaga, Elías Rodríguez Picón, Darío Fernández y muchos más que son absolutamente geniales. Sin embargo, aunque yo no he tenido problemas con nadie y me llevo bien con todo el mundo, creo que hace falta un sistema de organización para evitar competencias desleales, que existen, al igual que existe gente que levanta trabajos ya contratados. Todo eso debería regularse. El gran problema es que hay clientes que entran en ese juego y regatean el precio de una figura, cosa que no hacen con la corona o los bordados que esa figura lucirá, llegando en no pocos casos a pagar mucho menos por la figura que por su orfebrería y sus telas. Es cierto que en un taller de orfebres y bordadores suele haber muchos empleados a los que hay que pagar, y se trabaja, por así decirlo, de una forma más industrializada, pero yo, por ejemplo, también trabajo con doradores, proveedores, sacadores de puntos, etcétera, a los que tengo que pagar igualmente.

Por último, ya sabemos que es un topicazo, pero queremos saber de qué obra te sientes más satisfecho.

Es difícil contestar a eso, porque a todas les tengo cariño, pero todas tienen también algo que yo les cambiaría. Aún no he hecho la obra de la que me haya quedado plenamente satisfecho. A todo el mundo le gusta mucho el San Pedro de Sanlúcar la Mayor, una de mis primeras creaciones y de las más arriesgadas. También tengo recuerdos muy bonitos del Cristo de la Bondad, de una de mis primeras Dolorosas que conservo en mi taller y del Ecce Homo que presenté en la Bienal de Higuera de la Sierra (Huelva). Estas también las ha apreciado la gente bastante.

 

 

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