MANUEL RAMOS CORONA

Jesús Abades y Sergio Cabaco (30/04/2015)


 

"Encargar una obra se ha convertido en una subasta donde el arte se devalúa y solo se miran los precios"

 

 

Comenzaste en el mundillo a los 12 años, como los imagineros antiguos.

Claro, ya que desde niño me gustaba modelar y la Semana Santa. Además, sin una tradición en mi casa, porque entre otras cosas yo no tenía ni un ambiente cofrade en mi familia. No había en ella capillitas, ni gente cercana a la Semana Santa ni a temas artísticos; de hecho, cuando yo empecé con esto casi que me llamaban loco. Querían que estudiase cualquier otra cosa porque veían a los imagineros como bohemios que malvivían sin futuro. Pese a todo esto, yo estaba muy seguro de mi vocación a esa edad y de que quería ser escultor.

¿Con qué escultores aprendiste?

Yo aprendí con Luis Álvarez Duarte. Fue el artista con el que estuve más tiempo. Lo que ocurre es que aprendí muy rápido y prácticamente con 17-18 años ya estaba abriendo un taller por mi cuenta, al poco tiempo de hacer mi primer encargo: la Virgen de la Paz para Utrera (Sevilla).

Esa Dolorosa para Utrera, tu primera obra importante, se vio hace algunos años perjudicada por el fuego. Y no es la primera de tus creaciones que, lamentablemente, ha sido víctima de un incendio.

Sí, es verdad. También tenía un Cristo Yacente en Olvera (Cádiz) que se quemó junto con un retablo del XIX debido a un cortocircuito. La Virgen por suerte la pudimos recuperar. Además, esto fue una anécdota muy sentimental tanto por mí parte como por la hermandad de los Aceituneros de Utrera, ya que el incendio sucedió el jueves anterior a la Semana Santa y a la dos de la madrugada del viernes llegaron a mi taller con la Virgen envuelta y poquísimas esperanzas de que pudiera procesionar el Miércoles Santo, día en que ellos hacen estación de penitencia. Pero yo la restauré con muchas ganas, trabajando sin descanso en ello los días siguientes, ya que la policromía se había perdido entera y las manos, la nariz y la barbilla habían llegado a tener pérdidas de masa por las llamas. Por fin, el Martes Santo por la noche, de madrugada, volvimos a Utrera con la imagen restaurada. Recuerdo que era, más o menos, las 5 de la mañana y parecía de día en la iglesia y sus alrededores por la cantidad de gente que se había reunido allí para recibir a la Virgen.

Hablando de tus influencias, siempre mencionas a Bernini por encima de Montañés o Mesa.

Siempre me ha gustado mucho viajar. Desde los 18-19 años empecé a viajar por todo el mundo, especialmente por Europa, viendo todos los museos que tenía a mi alcance. Bernini me dejó alucinado desde mi primer viaje a Italia porque yo nunca había visto en la piedra un desarrollo a ese nivel. No fue solo el Bernini de la calle, que es el más conocido, sino el de las museos o galerías como la Borghese, donde están varias de sus obras mayores y mejor se puede apreciar su terminación clásica, depurada, la impresionante forma que tenía de trabajar las carnes y el cabello en el mármol, especialmente en obras como El Rapto de Proserpina o Apolo y Dafne. Desde entonces, tanto el movimiento como la búsqueda de la expresividad ha sido una constante en mi obra.

Se puede decir entonces que, junto con la tradición sevillana, tu trabajo también tienen ecos italianos y que los mismos se encuentran, por ejemplo, en grupos de tu mano como "Humildad y Paciencia" de Málaga.

Yo creo que sí, porque me gusta mucho ese tipo ese tipo de esculturas y esas líneas que impuso Bernini. Son detalles que se observan también en ese conjunto para Málaga, por ejemplo en el romano que está de pie al lado del Cristo, una figura muy humana con una cicatriz en la cara, muy natural, que pese a estar policromada podría pasar como una cabeza clásica en piedra que trasciende el concepto de mera figura de misterio. Yo es que soy de los piensan que siempre hay que renovar, hacer cosas distintas a las que ya has hecho. La gente que es un poco profana en el tema de la imaginería piensa que es muy aburrido hacer siempre lo mismo: cristos, vírgenes, santos y judíos, pero eso es falso, al menos para mí, ya que cada vez que abordo uno de esos temas rompo con lo que ya he hecho, me pongo a investigar y lo abordo por tanto como algo nuevo.

 

 
     
     
San Juan Evangelista
 
Humildad y Paciencia (Foto: Gómez Pozo)

 

Desde luego, iconográficamente no puedes tener queja porque eres el imaginero de los grandes misterios. Has hecho muchísimos grupos, lo has cultivado prácticamente todo y supongo que ya no habrá secretos para ti.

Sí, lo que pasa es que siempre busco rizar el rizo. Como ya digo, intento plasmar otros estilos, otras líneas, realizar, por ejemplo, un canon menos clásico, más moderno dentro del clasicismo que siempre tienen estas obras. Hoy en día ya no se hacen misterios como los de Castillo Lastrucci, que era un gran "compositor de misterios", con una iconografía muy bien labrada y muchas ideas a la hora de diseñarlos. Ahora ya no se parte de ese concepto, sino que se hacen misterios más reales e innovadores, dentro del estilo de personal de cada uno. Con cada misterio el escultor "estrena" cosas nuevas, en parte por la experiencia que uno ya atesora, y esto es lo que constituye para mí un auténtico reto; no componer un misterio, porque ya he hecho muchos, sino sacarle más "brillo" a cada composición, que cada vez haya mejores perspectivas y un mayor lucimiento.

Siguiendo el hilo, ¿cómo definirías tu evolución desde el primer misterio que realizaste para el Despojado de Granada hasta el del Prendimiento para Peal de Becerro (Jaén) en el que trabajas actualmente?

Yo veo sobre todo evolución en las composiciones y en la expresividad de las figuras. Al principio era menos arriesgado y buscaba más la estética clásica dentro de lo que veía desde pequeño en las procesiones sevillanas. Ahora, en cambio, me busco a mí mismo dentro de la creatividad e intento sacar más punta a esos detalles que he comentado. Creo también que vivimos un momento muy bueno para ello porque el imaginero tiene actualmente mucha libertad, y en esto creo que fue fundamental el estreno de La Pasión (2004), de Mel Gibson, una película que para nosotros rompió muchas barreras ya que antes había opacidad y restricciones, no solo eclesiásticas sino también a nivel de hermandades, en la ejecución de una imagen. Desde entonces, hay muchos menos problemas en torno a plasmar aspectos como la desnudez y la humanidad de la figura de Jesús. Esa película fue un auténtico vuelco puesto que esculturas que, por aquel entonces, eran más sanguinolentas y, por así decirlo, "atrevidas" a nivel de expresividad para esos años, eran excepciones que no estaban muy bien vistas. Conozco casos en los que un escultor, tras realizar su Cristo, debía retocarlo para rebajarle la sangre o taparle una cadera porque la hermandad o el párroco consideraban que era demasiado duro o escandaloso. Hoy día, afortunadamente, no se trabaja con esas coacciones que incluso influían en el resultado final, ya que siempre trabajabas pensando en que la obra fuese acorde con esos gustos más cerrados.

De unos años a esta parte cultivas muchísimo la iconografía de Santa Ángela de la Cruz. En este caso sí que tiene que ser difícil ofrecer nuevos detalles con cada pieza.

Es verdad. A la gente le gusta mucho la iconografía que he hecho de la santa, quizás porque hago un tipo de talla muy devota, que "llama mucho al rezo" como me dice la gente. En 2014 llegué a hacer tres o cuatro, y tengo imágenes de Sor Ángela en El Vaticano, en Roma y en muchos otros lugares. En efecto, es difícil porque se trata de un simulacro muy limitado en el sentido que no puedes barroquizarlo; se parte del retrato real que tenemos de la santa y de un hábito casi monocromo al que no puedes darle el movimiento que piden los de otros santos. Todas las que yo he hecho pasan por la supervisión de la Casa Madre de Sevilla.

Y en el año 2011 se celebra el controvertido Vía Crucis de la JMJ en Madrid... Y tú el único escultor vivo del evento. Puede sonar hasta macabro el dato.

Hombre, macabro era porque me sucedieron anécdotas un tanto siniestras. Por ejemplo, me llamaron mucha gente de Latinoamérica y de la zona hispana de Estados Unidos, que conocían ese dato, para preguntarme qué ocurría con los escultores de Sevilla porque creían que se habían muerto todos. Yo, claro, les explicaba que dentro de todas las obras que allí había, dentro de sus autorías, yo era el único que seguía ejerciendo como escultor ya que el resto de tallas pertenecía a escultores antiguos que habían fallecido, lo cual por supuesto no quería decir que todos los escultores de España estuviesen muertos ni mucho menos. También recuerdo al equipo de una televisión, aunque no su nombre, que irrumpió en mi taller preguntando por Manuel Ramos Corona. Cuando me identifiqué, se quedaron asombrados al estar ante el único artista vivo del evento, quizás porque se esperaban a alguien mucho más mayor. Pero bueno, anécdotas aparte, lo de las Jornadas en Madrid fue una experiencia muy bonita, un tanto extraña al principio por tratarse de una ciudad como Madrid en la que, en pleno Paseo de la Castellana, aunque imponían todos los misterios allí puestos, parecía al comienzo que no encajaba nada en su sitio, pero finalmente todo se desarrollo bien y se creó un ambiente muy cofrade, con gente de toda España y del mundo que conocían bien este mundillo.

Esas Jornadas se realizaron hace tan solo cuatro años, pero con una situación de la Iglesia en España bastante diferente de la que se vive en la actualidad. Por entonces se practicaba una mayor pompa y ostentación con autoridades como Rouco y Benedicto XVI, más apartadas también de las necesidades del pueblo; pero ahora, con el nuevo papa Francisco, estamos viviendo una progresiva transformación hacia una Iglesia más abierta, humilde y cercana al pueblo. ¿Con cuál de estos dos modelos de Iglesia te identificas?

Prefiero esta Iglesia más abierta porque yo la idea que tengo de Jesucristo es la de una persona abierta y cercana a los necesitados. Cuanto más se acerque la Iglesia a eso es para mí más interesante y atractivo. Pero eso no quiere decir que no se puedan hacer cosas dentro del mundo del arte religioso. Mucha gente critica la gran cantidad de obras de arte que atesora la Iglesia en El Vaticano, pero yo pienso que, tanto los artistas de antaño que dejaron allí sus grandes obras como los que trabajamos ahora para cualquier lugar del mundo, somos personas y familias que hemos vivido y vivimos de ello, y los de ahora, además, hacemos que perviva un tipo de arte y unas artesanías, como el dorado o la orfebrería, cuya existencia se está viendo amenazada. Si la Iglesia nunca hubiera hecho grandes proyectos artísticos, maravillas como la Capilla Sixtina y otras numerosas obras de arte, que hoy son los principales focos de atracción turística y dejan mucho dinero en las ciudades donde se hallan, no existirían y el arte hubiera servido solamente para retratos privados a los mecenas. Lo mejor en todo caso es combinar las dos cosas: que la Iglesia promueva el arte y a la vez ayude a la gente necesitada.

 

 
     
     
Soldado Romano
 
Santa Ángela de la Cruz

 

El grupo de la Encarnación de Ronda (Málaga) es para muchos críticos tu mejor obra.

Pues, entre otras cosas, fue un ejemplo de que lo que acabamos de hablar. El párroco que me lo encargó era un amante del arte y se encargó de remover todo el patrimonio de la iglesia donde recibe culto; hizo muchas cosas a niveles artísticos y hasta un museo parroquial. Pero también fue muy criticado, a la hora de encargar el grupo, por gente que no veía bien que en estos tiempos, aunque hablamos de un año 2002 aún sin esta crisis, se podía hacer una escultura barroca tan grande y dorada en oro fino, con la gente necesitada que había. Pese a ello, el párroco siguió adelante porque él, paralelamente, también estaba ayudando a la gente. ¿Qué paso después? Pues que esa iglesia se convirtió en turística porque tenía grandes obras que admirar, empezaron desde entonces a cobrar una entrada en horario fuera de misa para ver el museo y todas las demás piezas que atesora, y con ello se gana un dinero que se destina a Cáritas y a otras ayudas a los necesitados. Yo personalmente estoy muy orgulloso de ese grupo, una talla completa que te permite el máximo desarrollo escultórico.

Además de restaurar tus propias obras, como el caso de la Dolorosa de Utrera, también cultivas la restauración de obras de otros escultores y épocas.

Me dedico mucho más a lo que es obra nueva, pero la restauración sigo tocándola y me gusta mucho. En la mayoría de las obras ajenas que he restaurado, siempre he intentado que no cambie su esencia; como cuando restauré, por ejemplo, a la Virgen del Carmen de Calatrava, un trabajo interesantísimo porque era una imagen que estaba muy dañada debido a la mala conservación sufrida, lo que era todavía más grave al tratarse de una pieza en su mayoría modelada en telas encoladas, cuyo pésimo estado había llegado a afectar a toda la estructura. Por otro lado, muchos ángeles que tenía en su zona baja habían desaparecido, al igual que dedos de ambas imágenes y zonas del estofado de los paños, y todo eso a mí me daba mucha pena porque es una Virgen que recibe culto al lado de mi taller. Por eso, su recuperación fue algo muy feliz. Soy, además, el conservador de esta imagen, y cada año la reviso y le hago, cuando es necesario, una pequeña limpieza.

Sin embargo, otras restauraciones no han tenido tanto respaldo y sí más controversia, como la que en 1992 realizaste a la titular de la hermandad sevillana de los Javieres.

Todo el proceso está documentado por la hermandad. Desde el primer momento en que la Virgen de Gracia y Amparo llegó a mi taller, tuve un seguimiento prácticamente diario por parte de los hermanos y se hizo un reportaje fotográfico, que no sé si la hermandad lo conservará o no, de cada actuación que se iba haciendo y de todo lo que se fue descubriendo. Sé que hay gente que me acusa de retallar algo la Virgen, pero no es cierto. A la imagen se la tuvo que dejar en la madera porque la situación de su rostro era muy preocupante: se le habían emplastecido muchas zonas de la mascarilla con gruesa pasta, nada de pequeños parches sino niveles de hasta medio centímetro en algunas partes. Entonces con la Junta se decidió recuperar la talla original de la Virgen, poniéndola en su madera original para después estucarla y policromarla. Al quitarle toda esa pasta, uno puede tener la noción de que se le hizo una retalla, un retoque, pero realmente no lo hubo; de hecho, yo me hubiera negado completamente a ello como me he negado cuando me lo han pedido a la hora de restaurar otras obras. Tal vez si en aquella época se hubiera hecho una conferencia posterior a la restauración, con una proyección de diapositivas explicando punto por punto el proceso, el público hubiera tenido un conocimiento total de los trabajos como lo tuvo la hermandad, pero entonces no había costumbre; de hecho, muy poca gente en Sevilla sabía que la Virgen estaba siendo restaurada, no es como ahora con los medios digitales, que tienes una obra para restaurar en el taller y lo sabe todo el mundo.

Hablando de los medios digitales, ¿qué tal te llevas con las nuevas tecnologías?

Soy un desastre, como también lo soy con las fotografías. Se llevan las imágenes terminadas de mi taller y ni siquiera me acuerdo de fotografiarlas antes. Hay un montón de obras mías de las que no tengo ni una fotografía. Será porque siempre estoy muy metido en mi trabajo que no me acuerdo de lo demás. Es que ni siquiera estoy pendiente del móvil como lo está la mayoría de la gente.

¿Sevilla se ha portado bien contigo o más de una vez te han puesto a los pies de los caballos?

Bueno... Yo tal vez siento esto último, pero tampoco le echo la culpa a los medios. Reconozco que tengo mis fallos y que, aunque siempre le pongo mucho empeño y corazón a todo, a veces las cosas no se desarrollan como deben y no sale todo como uno quiere. Me ocurre también que soy muy tímido, me da mucho corte todo, salgo tan poco como nada a presentaciones y otros actos por el estilo, y todo eso supongo que puede causar reticencias. Soy además una persona seria y eso puede hacer pensar a la gente que soy prepotente o altivo, pero la verdad es que yo estoy siempre en mi mundo, apenas me entero de nada, y me da mucha vergüenza todo lo demás. Reconozco que no relacionarte con la prensa siempre va en detrimento tuyo, porque el periodista que te pilla un fallo, te da mucha más leña que a otro escultor que es amigo, ya que a ti te tiene como un ciezo.

 

 
     
     
Jesús Despojado
 
Jesús del Soberano Poder

 

Estás en tu estudio de la Alameda de Hércules desde 1990, ¿cómo has vivido la evolución de un entorno que pasó de ser prácticamente marginal a uno de los más vivos, cotizados y policulturales de la ciudad?

Esa evolución ha sido importantísima. Antes de llegar aquí había tenido un taller en la calle Regina, pero el primero lo tuve en Triana, en la zona donde yo me crié, en el Patrocinio. Por tanto, os podéis imaginar el salto, que más bien fue un choque, de la cofrade y acogedora Triana, con la gente embobada viéndote trabajar, a esta Alameda de hace aproximadamente 20 años, donde había un hervidero de gente que ni sabían lo que era un imaginero, te miraban raro y alucinaban cuando veían salir una imagen del taller. Yo estaba sorprendido y casi asustado. Llegaba, por ejemplo, el Domingo de Ramos y veías a la gente de por aquí en chándal, paseando y ajena a todo. Y bueno, la delincuencia era tremenda, a mí me han robado buzones, farolas e incluso, una vez que dejé la puerta del taller abierta para sacar unas piezas, hasta me encontré con uno dentro que iba llevándose una cabeza debajo del brazo. Recuerdo también a los clientes de dinero que me hacían encargos pequeños para sus casas y venían en taxi hasta la puerta del taller, se bajaban del taxi corriendo y me llamaban para que les abriera la puerta rápido y se iban de la misma manera. Ahora, por suerte, todo ha cambiado.

¿Influye el arte moderno en tu trabajo?

Por supuesto. Es lo que comentaba antes: como a mí siempre me ha gustado tanto viajar, he visto muchos estilos de arte fuera de España, incluido el arte moderno que, muchas veces, me ha dado inspiración, pistas y detalles curiosos para mi trabajo. Ustedes en ese aspecto hacéis una labor muy buena porque no estáis ceñidos solo al arte religioso, sino que publicáis algunos contenidos realmente interesantes que abren las perspectivas de mucha gente. Es muy necesario que los artistas, y más los de Sevilla que suelen estar encerrados completamente en la burbuja de los santos y vírgenes de la ciudad, vean mundo y aprendan también de las cosas tan importantes que hay en otras partes. Aquí hay obras muy buenas pero también las hay en otros lugares, y muchas no son religiosas pero pueden constituir una fuente interesante de inspiración. Enlazando con la pregunta sobre la Alameda, ahora hay aquí todo un abanico cultural, es una zona en la que viven muchos artistas europeos que hacen obras de todo tipo, por eso me siento como un habitante de la zona más europea de Sevilla. En los comercios, en los artistas, etcétera, es ahora un lugar muy rico, y a mí que siempre me ha gustado tanto vivir en el mestizaje, me siento ya estupendamente. Es una mezcla realmente enriquecedora.

Manuel, ¿tienes algún proyecto confesable que nos puedas contar?

No, ahora mismo está la cosa complicada, tengo varios proyectos pero todos, por el momento, están en el aire y hasta que no se vayan confirmando, es imposible contar nada con seguridad.

¿Ves un repunte en el oficio a nivel de encargos?

En comparación con los últimos años, que han sido muy castigados, parece que sí. Pero aún así la situación sigue dando bastante miedo, sobre todo para los que somos autónomos y tenemos una familia. Los precios han bajado mucho, las hermandades por desgracia se van acostumbrando cada vez más a unos listones muy bajos, económicamente hablando, y de ahí que se pierdan muchos encargos, porque realmente es imposible ceñirte a unos presupuestos tan pobrísimos que, sorprendentemente, algunos compañeros aceptan. El caso es que sus imágenes están ahí, aunque no tengo ni idea cómo lo hacen para vivir y continuar trabajando. Supongo que lo tendrán todo pagado, no sé en verdad cómo se las arreglan. El caso es que artistas como yo, que aunque no ponemos en absoluto precios desorbitados y no pagamos la saca de puntos porque tallamos en directo, no estamos dispuestos a regalar nuestro trabajo. Y no es solo por el dinero, sino porque considero que el daño más grande que se hace con todo esto es la devaluación general de la imaginería y del arte en general.

¿Compartes, por tanto, la opinión que tienen varios compañeros de que ya no se busca el estilo de tal o cual artista en concreto, sino una mera obra, sea del estilo que sea, para disponer de ella lo más pronto posible?

Claro, ahí está el problema. Todo eso ha llevado a una especie de subasta donde ya no se mira, muchas veces, lo que se hace, sino el precio. A muchas hermandades solo les interesa estrenar pronto un misterio completo por 5.000 euros, por ejemplo, que el canasto del paso esté bien lleno y ya está. Porque para ellos, a una figura, como puede ser un soldado romano, se le pone unas plumas vistosas y un casco que tape media cara, y ya es igual que todos los demás romanos. Después pasa lo que pasa, que el nivel artístico es igual a cero. Antes, no hace muchos años, las hermandades sabían todas lo que querían; a la hora de encargar una obra tenían claro cuál sería su escultor tras realizar un estudio que, a veces, hasta incluía un dossier fotográfico; como mucho, pedían presupuesto a dos o tres cuyo estilo les gustaban. Ahora no, ahora solo importa que en tres años esté todo hecho y si pueden pagártelo en cinco, mejor, el regalo que les hace uno con el lote completo, o la restauración que, de paso, les hace otro. Te quedas pasmado y desmoralizado porque hoy se mira todo menos el nivel artístico, no disfrutas de tu trabajo porque no se valora. A uno le compran como si compraran en el "chino", a puñados, con el mismo texto para treinta o cuarenta personas, el que oferta mejor es el que gana y quien te lo encarga no sabe prácticamente nada de las cosas que el artista elegido ha hecho; como mucho, ha visto algunas por internet.

 

 

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