JESÚS MÉNDEZ LASTRUCCI

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

 

¿Qué es lo que le continúa provocando ser escultor?

Siempre he pensado que el artista nace, desde que toma conciencia de esas actitudes, debe poner todas sus energías en depurar todas las asperezas para llegar a dominar el oficio y saber canalizar su arte. Por esa misma razón entiendo que yo no elegí ser escultor, lo soy porque así lo llevo dentro, sólo lo he sacado a relucir y me he puesto en camino. Cierto es que sintiendo esta vocación tal y como la siento, podría haber elegido otro oficio y se iría al traste esta reflexión, pero sería ir en contra de la naturaleza, -ésta es muy inteligente y de una manera u otra acaba llevándote a tu sitio-. Y en cuanto a qué es lo que me motiva, puedo afirmar que no es otra cosa sino sacar a flote lo que llevo dentro, aprendiendo cada día y siendo agradecido por poder estar trabajando en mi verdadera pasión.

Para avanzar en la escultura sacra, ¿Deberíamos renunciar a ideas preconcebidas?

Pienso que la escultura sacra, tiene unas connotaciones que al imaginero nos viene impresa de nacimiento, en nuestra manera más cotidiana de concebirla. Dado que desde pequeños lo hemos vivido bajo la evidencia clave de un periodo excelso en nuestra historia del arte. Beber del barroco pasó a ser la reseña para todos los imagineros posteriores, es el cenit de la interpretación sacra. Para los artífices del nuevo siglo se nos presenta la responsabilidad sustancial de despegarnos, pero sin perder la esencia misma del mensaje. Pero sí en cuanto a características plásticas deben sufrir un avance latente en nuestros corazones. Pero este cambio no es de un día para otro, sino será el resultado de un proceso lento y quizá yo no lo termine de conocer, pero sí a intuir su presencia. Para ello y en la medida de mis posibilidades, aportar mi granito de arena en el amplio abanico de matices; en ello estamos.

¿Cómo se toma este momento profesional tan dulce?

Con alegría, superado el tiempo de fatiga, donde abrirse camino supone perder horas de sueño, desvelos y sinsabores, cuando detrás de la tempestad está la calma. Este oficio es duro, aunque eres consciente de que cuando empiezas a saber algo te das cuenta de que no sabes nada y vuelta a empezar. Pero eso sí, la experiencia te da la templanza necesaria en los múltiples pliegues de la vida, máxime en el arte. Mientras tanto mi lema es la superación constante y ser autocrítico.

¿Hay algo que le siga sorprendiendo de su oficio?

Si no hubiese algo que pudiese sorprenderme, sería porque todo lo sé de él, por lo que resultaría una osadía por mi parte. Claro que sí, me pueden sorprender desde las cosas más pequeñas, como la luz proyectada sobre una obra abre tu mensaje al mundo, o por consiguiente una mala iluminación lo desbarata. Como el barro que bajo el impulso controlado de las manos van dando vida de la medida justa de lo que llevamos dentro; esas cosas que aún sabiéndolas me vuelven a sorprender. Quizá, porque afronte cada nueva obra con la desnudez del incipiente, para que tome toda la frescura posible.

 

 

Usted considera como maestro a José Pérez Delgado, ¿Qué le ha aportado a su talento que no hayan hecho las demás personas que han influido en su formación?

Todos coincidimos en que el primer amor deja huella, ninguno es igual a éste. Tomando esto como ejemplo; cuando yo contaba con quince años y por primera vez mi padre me llevó al taller de los herederos de Castillo Lastrucci, que en aquellos momentos llevaban mi tío abuelo Adolfo Castillo y José Pérez, para mí aquello fue el paraíso, verme rodeado de multitud de bocetos de mi bisabuelo y contar con las aportaciones de mi tío abuelo y de mi maestro. Durante cinco años estuve impregnándome de sus experiencias, compaginándolo con el estudio del bachillerato en horario nocturno, por las mañanas acudía a mi entrañable Calle García Ramos. Multitud de vivencias se me vienen a la mente, ese fue mi despertar y desde estas líneas agradecer a mi maestro cuánto de amor al oficio supo inculcarme con su ejemplo y buen hacer. Al andar, vas valorando otras maneras de trabajar, a sacar lo positivo de cada artista, entonces descubrí a Ortega Bru, a Sebastián Santos, Antonio Illanes, Francisco Buiza y un largo etcétera. Estos en el plano religioso, amén de los escultores de obra profana que enumerar no cabrían… Mariano Benlliure es mi delirio. Por ello, yo soy fruto hasta la presente, de todos esos momentos, tanto de los primeros como de estos últimos y los que tengan que venir hablarán de mi futuro, trataré de ser todo lo responsable para que el fruto sea gratificante. 

Pese a ser más conocido por su faceta sacra, un sector de la crítica sigue considerando el retrato al vagabundo Pablo como su mejor obra. No muchos imagineros tienen ocasión de cultivar tanto las creaciones profanas.

La escultura "Pablo", no responde a encargo alguno, fue una obra por impulso, nació desde lo más intrínseco de mí. Una vez que conocí a este vagabundo, le pedí permiso para retratarlo, porque viendo en él la esencia de lo que es sopesar la lucha interior del mismo sino contenido en su persona, no quería dejar pasar la posibilidad de inmortalizar esa sensación. Este señor me dijo que de acuerdo, pero me puso como condición que se la enseñase cuando la tuviese terminada, lo cumplí y al mostrársela, nunca antes he visto llorar a un ser humano como lo hizo Pablo. ¡Jamás lo olvidaré!. 

El Cristo de la Coronación de Espinas para Ciudad Real es también una de sus piezas más celebradas.

El Señor de la Coronación de Espinas de Ciudad Real, fue mi primer misterio, realizado en 1996 y entregado en febrero de 1997. Este trabajo me aportó mucho, en todos los aspectos, con dicho trabajo entablé amistad con personas muy queridas, que a pesar de lo transcurrido está igual de viva como el primer día. En el aspecto artístico, la responsabilidad de este ambicioso trabajo, me cogió en segundo de carrera y tuve que dejarla apartada porque adsorbía todo mi tiempo. 

El segundo premio en la Bienal de Higuera de la Sierra "Sebastián Santos Rojas" 2003, conseguido con una magnífica escultura de San José, ¿le abrió muchas puertas?

No soy muy dado a presentarme a concursos, ni siquiera a exposiciones, pero debido a mi admiración por el maestro Sebastián Santos, decidí presentarme con sumo gusto, haciéndolo en dos ocasiones. Siendo premiado en la segunda convocatoria presentada con una imagen de San José de casi un metro de altura tallado en madera de cedro, dorado en oro fino, bruñido y estofado al temple al huevo. Hice este trabajo para ganar el concurso, no escatimé esfuerzo alguno, me lo premiaron con una segunda medalla que guardo con satisfacción. A tu pregunta si este certamen me abrió muchas puertas, la verdad no soy consciente, al menos trasladado a encargos no. Lo que sí me aportó fue que pude conocer al hijo del escultor, Sebastián Santos Calero, el cual me animó mucho en mi trabajo y me une una grata amistad. 

 

 

La imagen de San Juan Evangelista, que junto con la Virgen de la Amargura ha realizado recientemente para Tarragona, ha obtenido también una gran aceptación por parte de la crítica.

Este trabajo realizado para Tarragona, abre un nuevo camino por otro frente, poco a poco se da a conocer la obra en toda la geografía española y extranjero. La hermandad del Santísimo Cristo del Buen Amor y Nuestra Señora de la Amargura con San Juan Evangelista es una corporación con la cual conecté desde un primer momento maravillosamente bien y esto se ha notado en su resultado. No obstante en la mayoría de los casos hay un entendimiento mutuo, pero esta hermandad sin desmerecer a las demás, pero como me preguntas por estas imágenes en concreto, no tengo reparo en manifestar que me he sentido muy a gusto además de valorar la labor de su junta y en especial la de su presidente el señor Núñez, al cual me une una verdadera amistad, extensiva a su esposa. 

Picasso, Alberti, ahora el Cantaor José de la Tomasa... no cabe duda que tiene buen gusto a la hora de inmortalizar artistas.

El retrato es un apartado de la escultura el cual adoro, me siento cómodo, como pez en el agua, mi alma de artista se eleva y me siento feliz. Bien desearía que fueran muchos más retratos los que tuviese realizados, pero es una lástima que en mi tierra se cultiva en pequeña medida la obra profana y esto me obliga a abrir nuevas vías o aprovechar las más interesantes que se me planteen. Tengo en proyecto en un futuro muy inmediato realizar al menos un par de trabajos de este tipo que volverán a embriagar mi espíritu más bohemio. Ya se dará cumplida cuentas de todo ello. 

¿Qué opinión le merece la creación de un polígono empresarial donde se pretende establecer a los artífices del arte sacro sevillano?

Personalmente, desde que tuve las primeras noticias al respecto, no entraba dentro ni de mis necesidades ni de mi forma de entender el encanto que debe acompañar en todo momento el entorno del artista. Al menos para el escultor e imaginero, debe verse impregnado de la esencia de la ciudad, prefiero mil veces saber que en un barrio como es Triana se dan cita artistas como Lourdes Hernández, Navarro Arteaga, la familia Dubé, etc., en el Barrio de San Lorenzo, otros tantos y así sucesivamente. La verdad en un polígono empresarial no contempla estas necesidades por muy bien que nos la quieran pintar. Me quedo donde llevo desde que tenía quince años de edad, al lado de la calle que honra la memoria de mi bisabuelo, para mí no hay mejor sitio.

 

 

¿Le impone abordar el arte de Antonio Susillo?

Me impone sí, pero siempre desde la perspectiva del respeto y sobre todo de la admiración. Desde mi postura de escultor, me planteé dedicarle un sentido homenaje, para lo cual he estado investigando y elaborando un trabajo durante tres intensos años, de hecho entraba de inmediato en imprenta. Pero por modo a un acontecimiento que en primer momento no tuve en cuenta, me obliga ahora a posponerlo y verse pospuesto por un poco más de tiempo. Sólo espero que cuando vea la luz, disfruten en la verdadera magnitud de su genio.

¿Las circunstancias históricas dieron al traste con un Antonio Castillo Lastrucci que podría haber desarrollado su genialidad?

Castillo Lastrucci, o como cualquier otra persona, va ligado a sus circunstancias históricas que marcan su perfil de artista, -en este caso- muchas veces el mismo artista se ve arrastrado por las corrientes y tendencias del momento, por las necesidades imperantes ante una sociedad asfixiada en todas sus necesidades vitales. Por eso siempre me exijo el mayor de los respetos a la hora de hacer un juicio de valores de un compañero, de este tiempo o de cualquier otro. Quedándome con lo mejor de cada uno, me enriquezco más, que quedándome con las miserias y lo meramente superficial. Pero desde luego, Castillo Lastrucci es a muy pesar suyo un gran desconocido. Todo a su debido tiempo. 

No es frecuente encontrar a un imaginero que sea a la vez escritor.

La palabra escritor me provoca el eco de una responsabilidad añadida, por lo que me estimo como un escultor que escribe. Y lo hago porque lo siento, quizá gracias a verme desinhibido de esta responsabilidad de no verlo como un medio de vida, me da la enorme satisfacción de encajarlo desde otro prisma. Peo si miramos atrás en el tiempo, ha habido escultores que han dejado su sentida manera de vivir y de entender las cosas mediante la palabra escrita, sin ir más lejos Antonio Illanes escribió tres interesantes libros; "En el viejo estudio" "En el nuevo estudio" y su último libro "Sevilla y yo". Sin tener que recurrir a ejemplos de tiempos remotos del renacimiento o del barroco. 

Para terminar, háblenos de sus proyectos confesables.

Siempre estoy rodeado de proyectos, unas veces más sobrecogedores que otros, pero siempre he necesitado de este estado, que me mantiene vivo. Descifrar aquellos que están por llegar harían que pierdan su magnetismo, prefiero verlos hechos realidad para darlos a conocer en su estado más real. Pero en todo caso, de los confesables te cuento que tengo para entregar un Nazareno para Ibiza, dos ángeles pasionarios para La Campana (Sevilla), una Dolorosa para Castilla la Mancha, la restauración del Señor de Medinaceli de Ciudad Real, entre otras.

 

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