MANUEL LUQUE BONILLO

Jesús Abades (29/08/2020)


 

"Uno no se puede publicitar a cada instante porque puedes quemar a la gente y, lo peor de todo, te puedes quemar tú"

 

 

Tendríamos que empezar felicitándote porque en 2020 se cumplen los 25 años de la presentación de tu primera imagen, el Nazareno de las Penas para Puente Genil (Córdoba).

La verdad es que no los he contado, pero sí, aunque lo realicé en el año 1993, no fue hasta 1995 cuando se bendijo el Nazareno de las Penas de Puente Genil. Ha llovido mucho y no me podía imaginar cuando lo hice que yo estuviera aquí ahora mismo, realizando imágenes sacras, la verdad es que no.

Son muy numerosas las temáticas que has tratado hasta ahora, tanto a nivel iconográfico como a nivel técnico: bulto redondo, relieves, diseños, decoración de pasos, mobiliario litúrgico, modelos para orfebres...

Lo bonito de este trabajo es que no sabes nunca lo que va a venir, lo que va a llegar mañana. Eso a la vez es muy interesante porque te planteas un reto cada vez que te viene un encargo, como la Piedad que estoy haciendo para Chiclana de la Frontera, la primera Piedad que hago, al igual que cuando realicé el Cristo de la Expiración de Elche, mi primer crucificado. Hay que ir afrontando estos retos conforme van llegando, sobre todo cuando son iconografías que nunca has realizado, como un Amarrado a la Columna o un Yacente.

El proyecto de la Piedad es muy atractivo porque es para una cofradía nueva. Ellos, además, tienen muy claro lo que quieren, son muy clásicos, y van muy bien con mi estilo y con mi personalidad en cuando a gusto por cofradías. Siempre me han gustado mucho las llamadas "cofradías de negro". Aunque en mi trabajo hay que realizar imágenes para todo tipo de hermandades, los escultores tenemos también nuestros gustos personales, como todo el mundo. Cuando yo comencé a tener inquietud y ni siquiera sabía aún que me iba a dedicar a este oficio, veía imágenes de Ortega Brú en fotografías y era como si me pegaran un mazazo porque me conmovían y me llamaban mucho la atención; por un lado, eso que me llamaba tanto la atención me incitaba para mi futuro trabajo, y por otro lado, lo que más me gustaba en Semana Santa, y me gusta, son las "cofradías de silencio". En este encargo de la Piedad para Chiclana confluye el hacer una dolorosa del tipo que más me gusta -clásica, tipo madonna italiana- y un Cristo muerto que conlleva un estudio enorme de anatomía, movimiento y policromías... Esta Piedad será una imagen clásica y todo un reto para mí, la verdad. Es un proyecto apasionante y, a la vez, una responsabilidad tremenda. No es que le tenga miedo, que por mis palabras puede parecerlo, sino muchísimo respeto. Conforme pasan los años y se van realizando nuevos encargos, más respeto se le tiene al trabajo. Cuando eres joven y estás empezando, andas siempre un poco desorientado, al no saber bien lo que quieres. Con el paso del tiempo, sabes más lo que no quieres.

Volviendo al comienzo de la pregunta, volvería al principio de mi trabajo, y como me gusta tanto la hermandad sevillana de Santa Marta, su paso de misterio del Traslado al Sepulcro sería un proyecto que me ilusionaría mucho que llegara, la verdad es que sería un sueño hecho realidad.

Muy numerosos han sido también los destinos de tus trabajos. Tienes obras en todas las provincias de Andalucía y en otros territorios como Castilla-La Mancha, la Comunidad Valenciana, Canarias y Extremadura. ¿Hay algún lugar en el que todavía no tengas ninguna por el que sientas un especial interés?

Pues mira, mi pasión es la Semana Santa de Jerez de la Frontera. Cuando llega Semana Santa y me escapo a otras ciudades para ver cofradías, suelo ir a Jerez. La verdad es que sería también un sueño poder trabajar para la Semana Santa jerezana. Yo soy muy clásico, como te he dicho antes, y en este sentido, creo que Jerez sigue manteniendo ese punto antiguo de mantener sus tradiciones y su forma de hacer las cosas con mucho arraigo y personalidad, a pesar de tener tanta influencia de Sevilla, como se dice. Creo que sería el destino que más ilusión me haría, sin duda alguna.

Aparte de esto, tengo que mencionar a Jaén, ya que es una de las provincias en las que más he trabajado y a la que estoy muy agradecido. Como Jerez, en la provincia de Jaén tienen también muchas peculiaridades y tradiciones que siguen conservando. Son muy curiosos estos fenómenos ya que, igual que hay sitios para los que nunca te llaman, hay zonas en las que siempre cuentan contigo.

Siempre has mostrado en tus esculturas el deseo de implantar un sello propio. Incluso en los encargos más sometidos a un referente de devoción popular, como el nazareno del Gran Poder o el crucificado de la Expiración para Elche, advertimos que tu estilo sigue siendo reconocible.

Eso me alegra muchísimo que me lo digas porque, que una persona que me diga eso sin que yo le haga referencia a mi trabajo y a mis formas, es señal de que estoy consiguiendo que mi obra sea reconocible.

Hoy día sabemos que la Semana Santa está muy globalizada y, sobre todo, enfocada a los modelos sevillanos. Casi todo el mundo mira al mismo sitio, y algunas veces es una pena porque hay muchos otros con una personalidad y unas tradiciones de arraigo por las que ya no velan, al contrario, intentan erradicarlas e imponer un estilo que no se corresponde con la idiosincrasia del lugar para el que va el encargo, imponiendo muchas veces que las imágenes de nueva creación sean inspiradas o copiadas de imágenes de gran popularidad de la Semana Santa de Sevilla. Lo malo no es solo eso, cada lugar sabrá lo que tiene que hacer, pero como te he comentado antes, no solo se copia el estilo, la puesta en escena, el misterio o incluso el paso de palio, sino que también se piden copias de los titulares. Es una pelea que yo he tenido siempre con las hermandades que me han pedido eso. Creo que las imágenes tienen que tener un rasgo o una personalidad que las identifiquen.

No es que sea malo copiar, réplicas siempre te piden, ya no sólo las hermandades, sino, sobre todo, los particulares a los que lógicamente les gusta tener la imagen que veneran en su casa. Dicen que yo soy muy buen copista; de hecho, cuando ahora he tenido que hacer una copia de las figuritas pequeñas que van en el paso del Cristo de la Providencia del templo cordobés de la Trinidad, ha sido un trabajo muy aplaudido.

Respecto a las imágenes que mencionas, tanto la imagen del Gran Poder como la de la Expiración para mí fueron todo un reto, ya que no es nada fácil que tuvieran la impronta de los modelos a los que siguen pero que también tuvieran sus diferencias con respecto a los mismos. Está claro que para que se parezcan tienen que tener los rasgos más característicos de cada uno de ellos, pero luego yo he intentado aportar algo por mi parte: cambio en la expresión, dulzura, fuerza, en general otro aire, porque yo no soy Juan de Mesa ni Ruiz Gijón. Cualquiera que se encasille copiando exactamente algo que ha hecho otro, creo que se equivoca. Todo está inventado, nada sale de la nada y todos tenemos muchas referencias, ya sea por un autor que te gusta, por algo que has visto cuando viajas, etcétera. Todo ello tiene una repercusión en tus formas y, al final, todo queda reflejado en tu obra. Cuando llega un encargo como el de la Expiración para Elche, es importante que ellos vean al Cachorro, pero mucho más que también se vea que es mi obra. Lo mismo con el caso del Gran Poder. Por eso te digo que, si me comentas que mi obra es reconocible, para mí es todo un éxito.

¿Cómo intentarías definir tu estilo a una persona que abordara por primera vez tu trabajo?

Yo intento hoy en día, que soy más maduro, hacer sobre todo obras que lleguen a la gente. Eso es lo principal. El estilo me puede dar un poco más igual, pero especialmente en los titulares me importa mucho que tengan dulzura, impronta y fuerza, así como que sean imágenes clásicas y que tengan esas maneras tan poderosas que te he dicho al principio que me gustan de Ortega Brú: el movimiento, el movimiento en el cabello, el movimiento en las figuras, las expresiones... Pero todo como si hubiera pasado por un tamiz y lo hubiera suavizado con todos los escultores que me gustan. Me importa que mis imágenes sean clásicas pero a la vez que tengan esa fuerza, ese tirón y que tengan lo que se llama el "pellizco cofrade". Yo no creo que vaya a innovar mucho ni que cree, pero sí quiero que mis imágenes queden bien, que el cliente esté satisfecho y que lleguen al mayor número de personas y les digan algo.

¿Y en estos 25 años en qué ha cambiado ese estilo?

Creo que he dulcificado mi trabajo. En la forma de modelar, de policromar... creo que en todo he tenido el propósito de dulcificar las imágenes que realizo y prescindo de muchas cosas excesivas que hacía antes.

 

 
     
     
San Juan y San Pedro. Misterio de la Oración en el Huerto (Almería)

 

Con el Judas Iscariote que has realizado recientemente para Córdoba nos dijiste que preferías la contención y la introspección psicológica que lo convencional y el efectismo.

Creo que hoy en día buscamos demasiado el efectismo en las expresiones. A veces, parece que en el conjunto de un misterio está todo el mundo enfadado. Creo que lo que hay que buscar es una "fotografía" del momento. Ha pasado algo trágico y debemos analizar y ver cómo actúan las personas ante el hecho en cuestión, mirar la psicología de cada personaje. A veces hay situaciones muy trágicas que, por no saber dónde vienen, uno reacciona como más ajeno o con cara de circunstancias antes que con una expresión malévola, o de dolor, o de intención, y quizás puede que haya ocurrido todo lo contrario. Estamos demasiados acostumbrados a ver sucesos desagradables en la televisión o en fotografías, y, muchas veces, la gente no sabe ni lo que acaba de pasar, se queda como en babia, y puede ocurrir lo que me estás diciendo, que menos es más. Como cuando alguien, con dos trazos que en un momento ha realizado, es capaz de mostrar más que alguien que se detiene más en ese mismo aspecto. Lo que más busco es que haya sencillez, armonía, limpieza en la obra; un ahorro de cosas que sobran en las piezas, gubiazos sin sentido, que la obra se vea por sí sola.

Vivimos en una época de pérdida alarmante de patrimonio. Los desastres causados por fenómenos naturales no son nada en comparación con la acción del hombre a través de incendios, derribos o pésimas restauraciones, por ejemplo. Como artista, ¿piensas que en estos casos todo se debe a un grave problema de educación?

Sí, por supuesto, es cuestión de educación. Yo cada día hago menos trabajos de restauración. A ninguno nos gusta que toquen nuestras obras personas no especializadas. A lo largo de la historia siempre ha pasado y, probablemente haya obras nuestras que cuando otros las intervengan puedan hasta ganar desde el punto de vista del cofrade. Pero este no es el caso, las obras de arte hay que dejarlas para las generaciones posteriores, al menos como están. La conservación de obras de arte es algo de lo que se debería concienciar desde pequeños en la escuela, para que la conciencia vaya cambiando y se eviten errores como en el pasado. Las personas suelen tener un desconocimiento del valor de la imagen como escultura. Una obra procesional, por ejemplo, tiene un proceso creativo y de ejecución de muchísimo trabajo como para que no se tenga en cuenta su componente escultórico. Sería bueno mostrar nuestro trabajo de forma didáctica para poder educar en ese sentido y que mucha gente pueda comprender lo que conlleva la realización de una obra de estas características.

Aprendiste, como muchos artistas de tu ciudad, en la Escuela de Arte "Mateo Inurria". Siempre has destacado la figura del escultor cordobés Manuel Vela, tu profesor de modelado.

Yo estaba muy equivocado. Cuando era joven, como casi todos, hacía cabecitas de plastilina. También se me daba bien el dibujo. Pero yo no salía de ahí, de modelar y dibujar cristos y vírgenes. Cuando llegué a la escuela y conocí a Manuel, él fue el que me advirtió que hay que modelar todo y sobre todo mirar mucho la anatomía, la proporción, etcétera. Fue Manuel también quien me dijo que no era suficiente modelar cabezas con barbas, y que hay que hacer de todo para poder aprender bien la escultura y, sobre todo, mirar el conjunto, no solo una cabeza, sino un estudio anatómico completo. Manuel siempre tenía para nosotros el taller abierto y fue el que me hizo pensar que yo tenía que ser escultor, que aunque estuviera capacitado para hacer imaginería, que tenía que estar capacitado para hacer cualquier proyecto que me viniera. La verdad que Manuel fue muy bueno y supo llevarnos a todos sus alumnos muy bien, tenía mucha paciencia y sabía cómo decirnos las cosas para que no nos sentara mal, pero siempre dándonos cuenta de cuál era el camino. Luego, gracias a Dios, me han venido trabajos que no tienen nada que ver con la imaginería y que he tenido que saber cómo afrontarlos y cómo hacerlos, por lo que, todo lo aprendido en la escuela y con Manuel, me ha venido muy bien en mi trabajo.

Estuviste luego en el taller que, por aquel entonces, compartían Antonio Bernal y Francisco Romero Zafra. Siempre he dicho que quizás fuiste el discípulo que más se alejó del famoso estilo creado por ambos.

Yo siempre he ido como una esponja con todo lo que veo, supongo que como todo el mundo. Veo un vídeo o un libro y me fijo mucho en los detalles, quizás en cosas que los demás ni siquiera tienen en cuenta. Mis inicios fueron en la academia de Esperanza, una amiga de mi madre. Ahí estaba con compañeros que tenían interés artístico, gente que sobre todo les gustaba mucho las manualidades. Recuerdo sobre todo un señor que pintaba acuarelas de forma impresionante. Lo que quiero decir con esto es que en esa academia había mucha diversidad y de todo el mundo se aprendía algo; de hecho, a lo largo del tiempo me he dado cuenta.

Cuando llego a la escuela de arte, exactamente igual: de todo el mundo se aprendía, de todos los compañeros podía sacar algo que me sirviera, desde cómo alguien cogía un lápiz hasta cómo se ponía delante de un papel.

Y aparte de Manuel Vela, llegó Antonio Bernal; bueno, en realidad Antonio Bernal y Paco Romero Zafra, que por entonces también allí y yo podía ver cómo hacía las cosas. Antonio sí me dio clases, Paco no, pero yo sí me fijaba en lo que Paco hacía. Esa suerte de estar con los dos el tiempo que permanecí a su lado fue tremenda. Además de que son muy buenos artistas, como personas son geniales, grandes y muy humildes, jamás les he escuchado dárselas de nada, ni criticar a nadie, son personas ejemplares y, quizás, sea esa la enseñanza más grande que yo haya sacado de ellos: la humildad, el respeto hacia los compañeros, y el ir a lo tuyo y trabajar, trabajar y trabajar, que es lo que hay que hacer. Y así sigo, intentando ser un reflejo de lo que todos ellos me enseñaron. Luego yo he tenido mi inquietud y mis formas; por eso, cuando dices que no me parezco a ninguno de ellos en mi trabajo, puede ser normal aunque creo que es totalmente involuntario, igual que si fuera al contrario. Cuando estás en un taller con tu maestro, su forma te impregna, y es lógico que las maneras de hacer unas cejas, unos ojos, una nariz o boca, formen parte de ti, al menos en un principio, porque es lo que estás viviendo día a día en el taller, el trabajo de tu maestro. Pero como ya he dicho en reiteradas ocasiones, yo soy muy "esponja" y voy mirando y empapándome de todos los sitios, quizás por eso pueda parecer que me desmarco o que mi estilo pueda alejarse de lo que he aprendido con mi maestro en el taller.

 

 
     
     
Santiago Apóstol
Oración en el Huerto (Lebrija-Sevilla)
 
San Juan Evangelista
Paso de la Vera Cruz (Arjonilla-Jaén)

 

Durante algunos años pareció que estabas algo desaparecido del mapa mediático, al menos de cara a la difusión de tus trabajos, no sabemos si por voluntad propia o falta de tiempo.

Bueno, yo nunca he estado muy pendiente de los medios, la verdad. Cuando me han llamado para entrevistas o para pedirme fotos de mi trabajo, siempre he sido una persona accesible y nunca me he negado, pero reconozco que no soy una "persona mediática" en este mundo, y a pesar de eso, gracias a Dios, nunca me ha faltado el trabajo. Otra cosa es que la gente se haya enterado o no de las cosas que he ido haciendo porque, como acabo de comentar, no soy mediático. Sí es verdad que hay gente que, cuando ha vuelto a ver una obra mía o se ha interesado o ha visto alguna publicación, ha pensado que hacía tiempo que no se me veía y, por tanto, que no había estado trabajando. En el tema de publicitarme, o publicitar mi obra, soy como si estuviera en el servicio militar: mejor que no se aprendan tu nombre para bien o para mal. Aparte, creo que uno no se puede publicitar a cada instante porque puedes quemar a la gente y, lo peor de todo, te puedes quemar tú. He querido siempre mantener la discreción en mi día a día, como en un segundo plano y no he parado de trabajar. La verdad que un trabajo ha traído a otro y así sucesivamente. No sois los primeros que os preguntabais dónde me había metido, pero siempre he estado trabajando, la verdad que no he parado. No suelo estar pendiente del trabajo de los demás, me centro en el mío y en las líneas que voy siguiendo para ir siempre mejorando en mis encargos.

Te has definido varias veces en esta entrevista como un clásico. A pesar de ello me voy a atrever a preguntarte por técnicas como el modelado digital o el escaneado 3D en escultura que algunos autores están aplicando desde hace unos años al campo de la imaginería sacra como un proceso evolutivo de la misma.

Por una parte me parece un camino fascinante; de hecho, los escultores que trabajan para el cine lo hacen así y es alucinante. Pero, con todos mis respetos, en este oficio, cuando realizas imágenes sagradas, imágenes a las que se va a rezar, no estoy para nada de acuerdo. Es igual que ciertos materiales con los que se realizan las imágenes, las fibras y demás. Al parecer eso da igual, porque entre otras cosas, la Iglesia no ha dicho nada en contra. Pero una cosa puede ser una imagen o una moldura que va en lo alto de un retablo y que no va a tener ningún culto ni va a estar expuesta a la veneración de los fieles, y otra cosa muy distinta, bajo mi punto de vista, son las imágenes sagradas, sobre todo las que van a estar expuestas a un culto, un besamanos o una procesión, en las que los fieles depositan su devoción. En este caso no comparto que se usen esos materiales. Tampoco las nuevas técnicas digitales porque creo que los conceptos de artesano o artesanía que van siempre aparejados a una labor de este tipo, se pierden. Eso no quiere decir que quien maneje esos programas digitales no sea un artista, de hecho lo es, además desarrolla una habilidad que la mayoría no conocemos o sobre la que no tenemos capacidad, y eso hay que admirarlo. Pero en los conceptos en los que nosotros nos movemos de tradición, arraigo, devoción, sentimiento y esa unción que uno da al proceso mientras lo estás realizando, esa chispa que nos da Dios para que se la transmitas a una imagen, con lo digital no puedes dársela. El proceso de modelado digital me parece respetable, pero bajo mi punto de vista, creo que está fuera de lugar dentro de la tradición de la imaginería. Cuando entré a trabajar en el taller de Antonio Bernal y Paco Romero Zafra, allí hacíamos las imágenes a pleno pulmón, gubiazo tras gubiazo. La complejidad de ensamblar las figuras, de sacar las plantillas para el carpintero... todo ese oficio se pierde en el modelado digital porque, una vez que modelas, pasas el archivo al sacador de puntos, y las partes del proceso que tienen mayor complejidad el autor no las ha realizado. Yo he visto a Paco Romero sacar de un taco de madera unas manos entrelazadas, y la verdad es que eso no lo cambio por el modelado al que nos estamos refiriendo. Y repito que respeto las opciones que cada uno tome, pero me has preguntado y ese es mi punto de vista: el proceso de realización de una imagen, para mí, pasa por la forma tradicional de estudio y modelado en barro y el posterior trabajo en la madera.

Muchos dicen que la creatividad de los artistas se ha expandido en estos tiempos de crisis sanitaria.

Bueno, puede ser que durante este tiempo haya gente que haya estado más motivada debido al tiempo que hemos estado encerrados. También ha podido pasarle a otra gente que, por no poder sacar trabajo o no recibir encargos, debido a la incertidumbre, haya estado más desmotivada. La economía de los artistas se ha visto mermada en este tiempo y eso es un factor a tener en cuenta.

Además de en esa Piedad tan interesante, ¿en qué otros proyectos escultóricos trabajas actualmente?

Ahora mismo tengo terminada ya, para entregar, una dolorosa con la advocación de la Virgen de la Esperanza para Villacarrillo (Jaén), donde tengo la imagen de un Cautivo. También, como he comentado antes, estoy con la Piedad para Chiclana, y sigo con las piezas para la Misericordia de Valdepeñas (Ciudad Real), una iglesia que se quemó y en la que se perdió todo en los tiempos de la Guerra Civil, y en la que su actual párroco está con la restauración y con todo lo que conlleva, siendo un proyecto muy atractivo. También voy a continuar con el misterio del Beso de Judas para Puerta Nueva (Córdoba), con la realización de la figura del apóstol Santiago; de hecho, me ha hecho mucha ilusión la continuidad de este proyecto y que, lejos de paralizarse, sigamos trabajando. También sigo con la decoración del paso para la Fraternidad de Córdoba, y tengo en realización un Santo Tomás de Aquino para San Fernando (Cádiz) y un Cristo crucificado y una Virgen con el Niño para la Casa de los Maristas de Córdoba, de la que soy antiguo alumno; por tanto, este es un proyecto que también me ha hecho mucha ilusión, tener yo algo allí en la casa de los Maristas significa mucho para mí.

 

 

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