MIGUEL ÁNGEL GONZÁLEZ JURADO

Jesús Abades (29/06/2014)


 

"Comparto la idea del arte como parto, como un proceso en el que sufres mucho más de lo que disfrutas"

 

 

Más de un estudioso ha calificado tu obra de "herencia mesina". No sé si estás de acuerdo o no es precisamente el maestro Juan de Mesa un referente en tu trayectoria.

Creo que mi estilo es más idealizado. Mesa, salvando las distancias y aunque su técnica era prodigiosa, situaba la expresividad por encima incluso de la técnica. Era muy alemán en ese aspecto. Ya digo que lo de "por encima de la técnica" hay que ponerlo entre comillas porque estamos hablando del autor del Cristo de los Estudiantes y del Cristo de Bergara, dos obras que no pueden tener mejor técnica, pero lo veo menos preocupado que otros autores como Montañés o La Roldana en plasmar una gran belleza formal y un estilo apolíneo en sus figuras. Quizás me comparen con Mesa por ser muy clásico, no lo sé, la verdad es que para mí es un piropo y un gran honor, pero tampoco pienso que se trate de estar en la línea de tal o cual maestro sino de una sensibilidad que te llega más o menos, y en ese aspecto me llega más la sensibilidad de Montañés. En cualquier caso estamos hablando de dos genios.

Dicen que casi todos los artistas viven periodos de plenitud y periodos "nefastos", siendo muy contundente, en su carrera. Cómo calificarías tu arte en estos momentos.

Pienso que vivo un periodo de madurez artística. Cuando era estudiante me hablaban de eso de la "madurez artística", pero dada mi juventud era un término que por entonces yo no llegaba a entender. Ahora sin embargo lo entiendo perfectamente y creo que se identifica con el dominio absoluto del material, con mantener el mismo nivel, tener mayor seguridad, no preocuparte por llegar a ningún pico... desde hace unos diez años me veo así y creo estar ahora en mi mejor momento. Respecto a las etapas nefastas, creo que se pueden intercalar con las felices en el sentido que siempre te surgen dudas, siempre vas a tener que trabajar mucho con muy poco tiempo y siempre vas a tener que bregar con un mal cliente. Eso sí que es nefasto para este trabajo, las prisas y un mal cliente, todo lo contrario a uno bueno que le pone toda su ilusión, pasión y sensibilidad al encargo, de los que se aprende una barbaridad y que siempre están descubriéndote caminos, ya que, menos modelar y tallar, por lo demás conocen perfectamente el oficio, a veces casi más que los propios artistas.

Hablando de tus estudios, María Dolores Díaz Vaquero te ha dedicado una cariñosa semblanza desgranando nombres claves en tu aprendizaje: Antonio Gallardo, Rafael Rivera (hijo del escultor José Rivera), Luis Álvarez Duarte e incluso un taller cordobés de dorado regentado por unos hermanos apellidados Camacho.

Totalmente. Te comento que uno de esos hermanos fue además Premio Nacional de Escultura, por lo tanto no solo aprendí muchísimo, cuando era adolescente, del manejo del pan de oro, el uso de las colas y demás técnicas relacionadas, sino también de modelado. Yo creo que todo el mundo te enseña algo, ya sea puramente técnico o artístico. De Rafael Rivera, por ejemplo, aprendí a través de largas charlas cómo debía enfocar el arte, en la línea también de Antonio Gallardo. En la escuela cordobesa de arte "Mateo Inurria" también tuve muy buenos profesores. Y ya con Luis Álvarez Duarte encontré el aprendizaje definitivo porque con él conocí realmente lo que era la práctica del oficio. Fue la primera vez que estaba al lado de un profesional que se ganaba la vida con esto, lo que me aportó muchísimo. A Luis le tengo mucho que agradecer.

Aunque poco tiempo después regresaste a Córdoba, tú naciste en Stuttgart (Alemania) cuando tus padres, ambos cordobeses, vivían emigrados en el país germano. Quién te iba a decir que España viviría una "segunda emigración" solo unas décadas después.

No me lo podía imaginar por la situación que, pensábamos, tenía el país. Yo creo que no se lo esperaba nadie. Por aquel entonces, te hablo de los años 70 siendo yo un niño, encontrabas en Alemania cosas que no podías encontrar en España e incluso había ya por aquel entonces cosas allí que ahora se venden nuevas en España. No obstante, pienso que es una emigración distinta, no tan "de segunda" como dicen porque la gente que hoy en día se marcha está formada y muchas veces son recibidas con los brazos abiertos. Ahora se van médicos, arquitectos, ingenieros, etcétera, no como antes, lo que es una gran pérdida para nosotros pero un lujo para los extranjeros. La emigración es una lata y un pestiño en sí, pero pienso que salir fuera también enriquece, sobre todo en lo que se refiere a desarrollo personal. La gente volverá y estoy convencido que ni el 2% se arrepentirá al final de haberse ido; al contrario, volverán cambiados para mejor.

¿Cuál es el artista que te ha impresionado más?

Te diría Chillida, con el que tuve oportunidad de hablar en una ocasión con motivo de una exposición suya en el Norte. Era un hombre de inteligencia muy clara, muy machadiano, que hablaba de cosas muy profundas aunque daba siempre una apariencia muy sencilla a todo lo que decía, casi se podría decir que hasta banal. Y lo mejor es que eso para él era lo cotidiano, que daba siempre mucha naturalidad a temas muy transcendentales, como el que te está hablando del tiempo. La verdad es que me impresionó y, más que impactarme, me sentí muy a gusto con él. Curiosamente, se mostró muy interesado en el tema de la imaginería.

 

 
     
     
Camino del Calvario
 
Cristo de la Sed

 

Hablemos de tus obras. Una de las que consideramos en este portal más interesante, por ambiciosa y original, es el retablo del Resucitado de la iglesia cordobesa del Beato Álvaro.

Es un retablo-testero muy unido al altar y con gran relación con la naturaleza, ya que represento a Dios como creador del mundo con los cuatro elementos de las cosmogonías tradicionales: agua, tierra, aire y fuego. Este encargo fue un lujo, no solo porque todo corrió a mi cargo, propuesta, diseño y ejecución, sino porque tuve la oportunidad de plasmar en sus líneas el estilo abstracto y matérico que tanto me gusta pero que nunca tuve la ocasión de trabajar. Soy un gran admirador del arte abstracto en general, en especial de esa abstracción pictórica que casi parece escultórica representada en artistas como Tàpies o Millares, cuya última etapa, en la que se adivina la muerte en sus obras, me fascina especialmente. Todo ello quise llevarlo a ese retablo.

Muy ambicioso fue también el grupo de la Santa Cena para Córdoba. Debe ser complicado aportar un sello propio a una iconografía religiosa tantas veces procesionada.

Pensé que tenía que hacer en este caso algo que no fuera monótono, crear conversaciones, movimiento, una escena muy dinámica a través de los gestos, las cabezas y las expresiones, pero sin perder la espiritualidad religiosa que estos pasos precisan. Fue una obra muy complicada, que tuve que redefinir muchas veces en maquetas y en el ordenador para encontrar la composición adecuada. Encima, para variar, fue un proyecto que se tuvo que realizar con muy poco tiempo.

Yo pensaba que el Crucificado de la Sed para el convento cordobés, presentado con gran éxito en La Hornacina el año pasado, era, como lo denominas, de espíritu "teresiano" por Santa Teresa de Jesús y sus "Cristos hechos de raíces" y resulta que es por un fragmento de otra Santa Teresa mucho más reciente, la de Calcuta.

Pero va también en la línea de la Santa de Ávila por sus líneas secas y sobrias. Lo cierto es que el Cristo de la Sed respondió a la petición del cliente: debía estar inspirado en textos de Santa Teresa de Calcuta que hablan sobre la necesidad que tiene Jesús del amor de los hombres, por tanto, más que sufrido debía ser un Cristo represivo. Imagínate llevar esas características y ese mensaje espiritual al mundo físico de la escultura. Fue realmente de las obras más difíciles que he realizado. Hasta tres veces tuve que desmontar toda la estructura porque no encontraba el resultado adecuado. Yo es que comparto la idea del arte como parto, como un proceso en el que sufres mucho más de lo que disfrutas. Luego cuando el resultado es satisfactorio y al público le gusta, el goce es inmenso, bestial, pero mientras lo elaboras sueles pasarlo realmente mal.

También el Nazareno para el Despojo de Valladolid fue muy bien recibido.

Valladolid no tiene la variedad escultórica de Andalucía. Allí las dos figuras principales son Juan de Juni y Gregorio Fernández. Pero es que Gregorio Fernández es muy andaluz, yo por lo menos lo veo así, su concepto formal y anatómico está estrechamente relacionado con los de los escultores andaluces. Por eso mismo entonces pienso que esta obra entró tan bien en la ciudad. Cierto es que chocaron dos detalles: que la cruz fuese arbórea y no rectangular y que la túnica fuese más de color malva que el azul cobalto que solían tener costumbre de emplear en esa zona. Pero hubo muy buena acogida y muchas felicitaciones, por ejemplo el director del Museo Nacional de Escultura dijo que hacía tiempo que no entraba una imagen tan buena en Valladolid.

Tus Dolorosas son incontables. Gran popularidad tienen la Virgen de la Encarnación de Córdoba o la Virgen del Dulce Nombre de Granada y no digamos las que has hecho para la devoción privada. Has trabajado mucho para clientes particulares.

Mucho más cómodo suele ser trabajar para los particulares al ser individuales, aunque la verdad es que cuando lo haces para cofradías y otras asociaciones, por mucho que sean grupos, acabas tratando también con una sola persona, y no es porque te lo imponga nadie sino porque surge de forma espontánea ya que esa persona suele ser la que más sabe, como te contaba antes. Aunque apenas he tenido problemas con las cofradías, todo lo contrario, es cierto que los lazos son más estrechos con los particulares, o al menos no tan diluidos.

 

 
     
     
Virgen Nazarena
 
Virgen de la Concepción

 

Desde hace un tiempo vivimos una fuerte disputa en torno a si debe o no tener un título de restauración la persona que debe llevar a cabo esta labor en el campo de la imaginería. ¿Qué piensas de este tema?

Hay algo de razón cuando los restauradores dicen que los profesionales abordamos más de lo que debemos. Yo sinceramente entono el "mea culpa" y me doy por aludido. Hace aproximadamente quince años que no toco la fisonomía de una imagen, a lo sumo he llegado a intervenir una policromía pero de entrada lo rechazo. Es que ni aunque me lo pidan, ni siquiera una nariz taponada. Y no lo hago porque en su momento lo hice y me arrepiento de ello una barbaridad. También hay que reconocer que los restauradores han hecho barbaridades. Auténticas barbaridades. Yo pienso que un imaginero con un criterio auténtico, serio y respetuoso de conservación puede hacer lo mismo que un restaurador. Casi hasta que lo prefiero, porque un imaginero vive de esto, lo hace, es el que lleva la dinámica y construcción de una obra. El imaginero es el que tiene el sentido del color, de la composición de una imagen o de un grupo, etcétera, así como una sensibilidad artística que no tiene porqué tener un restaurador, que a fin de cuentas es un matemático del bisturí.

Con el Descendimiento de Córdoba viviste en primera persona el cambio de unas imágenes procesionales, una cuestión que suele ser espinosa por las posturas encontradas que conlleva. Lo viviste además tanto desde el punto de vista de quien cambia obras, como de quien ve sus obras cambiadas.

La hermandad se puso en contacto conmigo y se hizo un nuevo diseño del misterio porque, a excepción de su Cristo que se conserva, las figuras tan castellanas de Ruiz Olmos no se adaptaban al gusto cofrade de Córdoba. Las que yo hice eran unas tallas potentes, más acordes con el canon del Crucificado. Todo el mundo estaba muy contento con este misterio al completo. Sin embargo, además del peso de dos figuras yo creo que también influyó el factor humano. Quisiera decir, hablando de mi obra, que nunca he usado modelos del natural porque siempre me ha gustado mucho idealizar y embellecer las imágenes. El uso de modelos me parece una idea interesante pero yo nunca lo he necesitado.

A diferencia de muchos compañeros cordobeses y de no pocos foráneos, no te has dejado influir por el tan imitado estilo, algo posterior al tuyo en el tiempo, que desarrollaron tus paisanos Antonio Bernal y Francisco Romero Zafra. Tampoco se observa una influencia de Álvarez Duarte en tus esculturas.

Es que yo soy muy sincero conmigo mismo y creo en la autenticidad artística. No hay nada peor en el arte que copiar a un contemporáneo porque ello supone tu inmediata descalificación como artista. El que hace eso es que no está satisfecho con su obra ni consigo mismo. Una cosa es enriquecerse con ideas que aportan otros compañeros y otra muy distinta es copiar. Me parece una barbaridad.

¿Está Córdoba a la altura del notable grupo de artistas que ha surgido en la ciudad durante las últimas décadas? Me gustaría mucho conocer tu opinión.

Yo personalmente no me puedo quejar de Córdoba, siempre he estado muy apoyado y arropado en mi ciudad. Sin embargo, reconozco que Córdoba no sabe proyectar a sus artistas. Pese a que el ambiente artístico ha mejorado mucho en los últimos años, no hay apoyos, ni tradición de coleccionismo de arte, ni instituciones públicas que permitan exponer, ni promocionar ni mucho menos favorecer contactos a los artistas. No hay dinero ni subvenciones, y eso que hace algunos años se gastaron 40.000 euros en la escultura del Hombre del Río, una idea buena aunque copiada de otro país, pero un bodrio a nivel técnico que apenas ha aportado nada a la ciudad. Ni siquiera creo que supieran que ya había otra obra similar en Europa. Hay buenas galerías de arte, eso sí, pero todo muy comercial para mi gusto. A Córdoba en este aspecto le quedan generaciones de evolución. Los artistas cordobeses siguen obligados a buscarse mucho la vida.

No quisiera terminar Miguel Ángel sin que nos dieras un adelanto de tus proyectos más inmediatos.

Acabo de terminar un grupo de San Juan Bautista de la Salle con dos niños. Cada uno de ellos es una figura independiente. El santo fue un noble francés que se dedicó a las labores de enseñanza entre las clases más humildes. Lo he realizado, basándome en grabados antiguos, por encargo del Colegio de la Salle de Córdoba, para procesionar en la zona del Brillante. Actualmente me encuentro tallando, para tenerla terminada a finales de año con vistas a su Coronación Canónica, una peana de nube con ángeles muy interesante para la Virgen de la Cabeza de la localidad cordobesa de El Carpio. Hay más proyectos, pero estos son a medio-largo plazo.

 

 

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