EL CAMPOSANTO EN LA PINTURA. 10 OBRAS IMPRESCINDIBLES

01/11/2020


 

Resulta curioso el interés que los pintores victorianos, especialmente los del círculo prerrafaelita, mostraron por la representación de los cementerios y de todo lo relacionado con la muerte en general, sobre todo si la escena transcurría en ambientes góticos y crepusculares. Este sondeo no se ha quedado ahí y ha incluido también versiones coloridas, románticas y hasta mitológicas de un entorno que transmite espiritualidad y sentimiento, pero cuya escenificación no tiene por qué ir unida a soledad y a la tragedia.

 

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Abadía en el robledal (Caspar David Friedrich, 1809)


Probablemente la visión más recurrente de un camposanto en el mundo del arte sean estas exequias invernales de monjes en las que el ventanal gótico actúa de puerta entre una vida y otra. Otra versión posterior del pintor alemán, y todavía mejor, fue destruida durante los bombardeos de Berlín en la Segunda Guerra Mundial.

 
 
2
 
 
 

Cementerio de Montmartre (Santiago Rusinyol, 1891)


La que es una de las obras más emblemáticas de la etapa parisina de Rusinyol muestra el camposanto desde el piso del pintor en el Moulin de la Galette. Raimon Casellas la sitúa entre los parámetros de la pintura moderna; de hecho, podría tomarse como un referente de los cuadros hiperrealistas de autores como Antonio López.

 
 
3
 
 
 

Muerte de su primer hijo (Frank Holl, 1876)


La escena resulta aún más dramática al portar unas niñas, las hermanas del bebé prematuramente muerto, el pequeño féretro. La madre se apoya en su esposo para no desfallecer. A pesar de la tragedia, el pintor inglés, el único que hizo realismo social en la era victoriana, plasma un color y una armonía tonal muy agradables.

 
 
4
 
 
 

El valle del descanso (John Everett Millais, 1858-1859)


El prerrafaelita nos abre las puertas de un recinto vetado al público: el camposanto de un convento de clausura. Dos jóvenes monjas, situadas en el extremo inferior del cuadro, preparan la tumba de una de sus compañeras. A pesar de la impactante mirada, el paisaje crepuscular se convierte en el gran protagonista del cuadro.

 
 
5
 
 
 

El señuelo (Byam Shaw, 1906)


Inspirado en el prerrafaelismo, el pintor británico muestra a una joven viuda cuyo llanto ante la tumba del esposo recién muerto es interrumpido por la traviesa figura de Cupido, bajo cuya deslumbrante capa se asoman el arco y las flechas. Parece que la invita a seguirle, por lo que podría verse como un guiño a un nuevo amor.

 
 
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La cruz roja (Evelyn De Morgan, 1914-1916)


De nuevo una figura prerrafaelita para una alegoría inspirada en el poema "Una voz en el desierto" de Emil Cammaert, que describe a Bélgica tras la Primera Guerra Mundial como un enorme camposanto por los miles de muertos. La pintora inglesa añade un Cristo resucitado con ángeles como símbolo de victoria y sacrificio.

 
 
7
 
 
 

Lope de Vega en el cementerio (José Uría, 1884)


Los pintores españoles del XIX abordaron en varias ocasiones asuntos relacionados con la vida del famoso literato del Siglo de Oro. El asturiano José Uría plasmó con gran realismo dramático su asistencia al entierro de un allegado en esta obra de gran formato (200 x 300 cm), depósito del Prado en el Museo de Ciudad Real.

 
 
8
 
 
 

El camposanto de los campesinos (Vincent van Gogh, 1885)


Este óleo sobre lienzo, también conocido como "La torre vieja de la iglesia de Nuenen", fue pintado por Van Gogh durante su estancia en la ciudad neerlandesa donde su padre estuvo destinado como vicario protestante. El artista vio en estas ruinas entre sepulcros y cuervos un símbolo de la decadencia de la religión.

 
 
9
 
 
 

El día de los muertos (William Adolphe Bouguereau, 1859)


Se muestra una escena habitual de estas fechas. Las dos figuras femeninas arrodilladas, de un luto riguroso que casi envuelve toda la escena, depositan coronas de flores en un sepulcro; posiblemente del marido de la mayor, ya que, pese a su juventud, parecen ser madre e hija. El gran sentido escultórico es típico del pintor.

 
 
10
 
 
 

La isla de los muertos (Arnold Böcklin, 1883)


Esta famosa creación del maestro suizo del simbolismo, muestra una barca con figuras y un féretro llegando a una inquietante isla rocosa llena de tumbas y cipreses. Ha sido vista como la travesía de Caronte al país de los muertos. Existen varias versiones, la que presentamos se conserva en la Alte Nationalgalerie de Berlín.

 

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