DIEZ JOYAS INÉDITAS DE LA SEMANA SANTA ANDALUZA

Con información de Sergio Cabaco y Jesús Abades (22/03/2016)


 

Con inéditas no queremos decir que estas imágenes pasen desapercibidas, sino que no gozan del reconocimiento que merecen pese a su formidable valía escultórica; muchas veces por no tener un enorme peso devocional, por estar eclipsadas por otro titular más venerado, o por procesionar en una jornada no demasiado conocida por el gran público. Ordenadas alfabéticamente por capital de provincia, incluyendo la ciudad de Jerez de la Frontera por su importancia festiva, son diez joyas de la imaginería antigua y moderna a revalorizar artísticamente.

 

 
 

Cristo del Amor (Almería)


Este crucificado del taller de Jesús de Perceval (1946), cuya composición recuerda los modelos impuestos por Salzillo en el XVIII, aparece vivo y agonizante en el madero. Posee detalles anatómicos que remiten a las fórmulas levantinas, como el modelado de los labios, la esbelta y bien proporcionada anatomía, o el dolorido y enjuto semblante. Las carnaciones son lívidas y dulcificadas, no recreándose demasiado el autor en la representación de heridas y demás efectos dramáticos.

 
 
 
 

Angustias del Caminito (Cádiz)


Muy interesante conjunto de talla completa del obrador de Pedro Roldán (principios del siglo XVIII) que representa a María sosteniendo sobre sus rodillas a Cristo muerto. Las facciones de la Dolorosa traen a la memoria la sevillana Virgen de la Amargura, pieza también roldanesca. La reciente restauración de Pilar Morillo y Álvaro Domínguez ha devuelto al grupo su esplendor escultórico y polícromo. La fotografía es de Jesús Guerrero Alba (www.pasionygloria.es).

 
 
 
 

Jesús del Perdón (Córdoba)


Aunque su autor la considera una obra de juventud y mejorable, no cabe duda que se trata de una de las mejores tallas pasionistas de Francisco Romero Zafra (1993), quien recreó con notable realismo el instante en que Cristo acaba de recibir la bofetada de Malco en la casa del sumo sacerdote Anás; a través del brusco giro de la cabeza del varón por el impacto, y del rictus turbado y dolorido de su semblante. La fotografía es de Antonio Arrebola.

 
 
 
 

Virgen del Amor y el Trabajo (Granada)


Como es habitual dentro de los cánones granadinos impuestos por la saga de escultores Mora, a cuyo círculo pertenece (siglo XVIII), esta Dolorosa interioriza su dolor y muestra un semblante que refleja una aflicción contenida y cierta madurez de rasgos. Se aleja de todo aspaviento dramático dentro de un gran naturalismo en su modelado. Poseía unas manos orantes cruzadas, reemplazadas por las actuales. La fotografía es de Alberto Ortega (www.aortegafoto.es).

 
 
 
 

Virgen de la Amargura (Huelva)


Su autor, Ramón Chaveli, escultor valenciano afincado en Jerez de la Frontera, realizó con esta obra de 1938 la mejor de sus dolorosas. Fue muy importante también, sobre todo a nivel de policromía, la intervención efectuada por Sebastián Santos doce años después. De ojos semicerrados y acusado perfil hebraico, posee túnica, piernas y pies tallados y perfectamente anatomizados, calzándose con sandalias, lo que delata la formación levantina del autor.

 
 
 
 

Jesús Descendido (Jaén)


Singular composición que escenifica el momento en que Cristo es desclavado de la cruz para reposar sobre un sudario. Jesús se presenta sostenido lateralmente por San Juan y José de Arimatea ante las santas mujeres, lo que demuestra que las obras de Víctor de los Ríos se pueden ver desde cualquier ángulo porque en nada falla el dibujo, demostrando así la seguridad de su dominio escultórico. Esta en cuestión la talló en 1958. La fotografía es de Víctor García Goñi.

 
 
 
 

Cristo de la Viga (Jerez de la Frontera)


Aunque muchos artistas españoles continúan en el siglo XVI con la tradición gótica pese a la irrupción renacentista procedente de Italia, esta obra recrea arcaizantes fórmulas propias del periodo comprendido entre los siglos XIV y XV. Se ha atribuido a Francisco de Heredia (1532), posible seguidor de Pedro Millán. Pende de una cruz cepillada y rectangular, labrada en okapi, forrada en ébano y lacada por Juan y Abelardo Buzón (1959).

 
 
 
 

Cristo del Perdón (Jerez de la Frontera)


Francisco Pinto Berraquero creó en 1965 su gran obra con este crucificado imberbe, casi adolescente, que se aleja un tanto del prototipo barroco andaluz para adentrarse con elocuencia en las majestades románicas y en cierta abstracción formal propia de la escultura sacra del siglo XX, que el artista cultivó casi tanto como el naturalismo. Una obra carismática y de potente expresividad. La fotografía es de Adrián Muñoz Vicenti (www.jerezpenitente.es).

 
 
 
 

Jesús de la Humillación (Málaga)


Esta poderosa talla de Francisco Palma Burgos (1942), totalmente anatomizada pese a vestir la túnica blanca que le fue impuesta a Jesús como estigma de locura, recrea muy bien la entereza de Cristo ante las vejaciones del gobierno de Judea pese a no contar todavía con el ansiado misterio del Desprecio de Herodes, lo que hace que muchos la vean incompleta y no sea valorada por sí misma como merece. La fotografía es de Luis Manuel Gómez Pozo (www.azulyplata.net).

 
 
 
 

Jesús de la Salud (Sevilla)


Erróneamente relacionada con Pedro Roldán, esta talla del primer tercio del XVII, titular de la cofradía de la Candelaria, se atribuyó con acierto al círculo de Francisco de Ocampo; no obstante, ahora se cataloga como anónima a la espera de argumentos más consistentes. Es muy peculiar en las procesiones de Sevilla por su tamaño inferior del natural y ser de talla completa, con una pesada y ampulosa túnica estofada. La fotografía es de Roberto Villarrica (www.fotoscofrades.com).

 

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