LOS ÁNGELES NIÑOS EN LA OBRA DE FRANCISCO SALZILLO

Concepción de la Peña Velasco (10/08/2022)


 

 

Francisco Salzillo (Murcia, 1707-1783), destacado escultor del barroco hispánico, concedió particular atención a los ángeles niños a lo largo de toda su trayectoria, con un tema proclive a despertar sentimientos de simpatía y en un contexto de creciente devoción a estos seres celestiales tras la Contrarreforma. Sin embargo, su estudio ha quedado relegado ante las imágenes de devoción a las que custodian, que han concentrado mayor interés. Se adaptan a ellas en tamaño, ubicación y conforme requiere cada circunstancia. Lo más frecuente es que se incorporen portando atributos. En el desnudo, Salzillo se atreve a llegar hasta los límites permitidos. Conforme avanza su carrera profesional, se observa que las figuras interaccionan más con la imagen principal y manifiestan mayor proximidad afectiva. Dota de sentimientos a los ángeles, que acompañan con sus lágrimas el dolor de María en la pasión de Jesucristo. Además, ganan en naturalidad, como consecuencia de su evolución como artista y del entorno familiar en el que se inspiraría, con la presencia de sus hijos.

 

 
 

Ángel de la Dolorosa del Museo Salzillo
Foto: M. Saura


Los cuatro ángeles de la Dolorosa de la ermita de Jesús en Murcia, pagados en 1755, están entre lo mejor de su producción. Contribuyen a reforzar la emotividad de la escena. Eran tiempos de plenitud, con numerosos encargos. La vida familiar y el inmenso sufrimiento tras el fallecimiento de sus hijos determinarían su quehacer al trabajar figuras infantiles. Sus obras requieren de una comprensión que rebasa la lectura artística. Esta circunstancia se acentúa cuando crea los ángeles dolientes, que dispone llorando y ligándose emocionalmente al sufrimiento de María en el momento próximo a la muerte de su hijo. Con ellos habla de su pena y la de su esposa.

 
 
 
 
 
 

Ángel alumbrador del templo parroquial de San Miguel (Murcia)
Foto: M. Saura


Salzillo confiere animación y gracia a estos seres celestiales y construye, con el primor que de su arte destacaron sus contemporáneos, cuerpos livianos que revolotean, gravitan por doquier o se posan con movimientos inestables, como los ángeles alumbradores de la parroquia murciana de San Miguel, que efectuó entre 1751 y 1752.

 
 
 
 
 
 

San Roque del templo parroquial de San Andrés (Murcia)
Foto: M. Saura


En esta obra de la parroquia murciana de San Andrés, encargada a Francisco Salzillo en el año 1757, el ángel niño se dirige al espectador mientras eleva las prendas de la pierna derecha del santo y señala las llagas que delatan el contagio que sufrió al ayudar a los infectados por la peste.

 
 
 
 
 
 

San Agustín de la iglesia de las agustinas del Corpus Christi (Murcia)
Foto: M. Saura


En el grupo de San Agustín venciendo a los herejes que preside el retablo mayor del templo murciano del Corpus Christi, Francisco Salzillo aprovecha el retablo para colgar un ángel que revolotea y sostiene la mitra del santo, mientras otro ángel niño a los pies de San Agustín lleva su báculo.

 
 
 
 
 
 

Angustias de la parroquia de San Bartolomé (Murcia)
Foto: M. Saura


También destacan los ángeles niños en las Angustias que hizo para Murcia, Yecla, Lorca y varias localidades alicantinas desde finales de la década de 1730. El sonrosado de los rostros angélicos difiere de la palidez de las Dolorosas y del livor mortis del cuerpo desnudo de Cristo en las Angustias. En la sociedad de su tiempo, la elevada mortalidad de niños pequeños formaba parte del acontecer común y muchos hogares vivieron el desconsuelo de tales fallecimientos. En consecuencia, los devotos conectarían emocionalmente con el relato, al evocar situaciones propias, y percibirían con mayor cercanía las imágenes de estos ángeles.

 
 
 
 
 
 

Ángel de las Angustias del templo parroquial de Nuestra Señora de los Dolores (Dolores, Alicante)
Foto: M. Saura


Francisco cuida el gesto, la acción y la policromía, aunque en sus obras tempranas hay una mayor candidez en las expresiones y las actitudes son más forzadas. Procura respetar las exigencias del decoro y ajustarse a lo dispuesto por la Inquisición sobre las efigies sacras. Sabe dónde y en qué pone la censura el punto de mira -particularmente en el desnudo- y llega hasta los límites de la ortodoxia, más laxa al tratarse de cuerpos infantiles que no conocen el pecado. Los niños se disponen con telas que vuelan y honestan lo justo y, a veces, resuelve el decoro mediante el recurso de la postura u otros elementos que ocultan, como ocurre en el grupo de este tema para Dolores (Alicante).

 
 
 
 
 
 

Ángeles del Cristo crucificado de la catedral de Murcia
Foto: Joaquín Zamora


Ojos húmedos, párpados inflamados y cejas elevadas hacia el entrecejo contribuyen a manifestar la tristeza, según disponen las teorías fisiognómicas, con gestos de adulto más que de niño. Alguno restriega los ojos lagrimosos con los puños, como también lo hace con sus alas uno de los serafines que escoltan al Crucificado del Museo de la Catedral de Murcia, que se cree procede del Tribunal de la Inquisición.

 
 
 
 
 
 

Inmaculada Concepción de la iglesia de San Francisco de Murcia
Foto: Archivo del Museo Salzillo


Especial importancia tienen las Inmaculadas de los franciscanos de Murcia y Hellín, destruidas pero conocidas por fotografías. La Virgen como Reina de los Ángeles se presenta en gloria con serafines y niños con atributos marianos alusivos a las letanías. Un ángel eleva un dardo para clavarlo sobre el dragón situado a los pies de María, a semejanza de la mujer apocalíptica; otro lleva una torre; un tercero eleva sus brazos bajo el manto de la Inmaculada -evocando al niño de la Virgen del Socorro de la catedral de Murcia- y un cuarto porta una filacteria y cruza por delante de la esfera, dispuesta bajo la imagen mariana.

 
 
 
 
 
 

Ángel del templo parroquial de San Miguel (Murcia)
Foto: M. Saura


Los ángeles atlantes del retablo colateral del Evangelio de la iglesia murciana de San Miguel -contratada en 1745 la talla de su arquitectura con el ensamblador José Ganga- muestran una adecuación a la fábrica a la que se subordinan y adquieren todo su esplendor y comunicación persuasiva, más allá de sus valores formales.

 
 
 
 
 
 

Santa Lucía (detalle del ángel) de la iglesia parroquial de San Bartolomé (Murcia)
Foto: www.salzillo.com


Esculpir ángeles niños era algo que Francisco Salzillo dominaba, al tiempo que la obra empatizaba y era bien recibida por unas gentes, cuya cotidianeidad se articulaba alrededor de las prácticas religiosas. Con su función de mensajeros de Dios y de guardianes de los hombres, los ángeles suscitaban devoción en el católico y, más los niños, por su pureza e inocencia. En la imagen de Santa Lucía de hacia 1730 -o quizá algo después-, un ángel niño sujeta una bandeja de plata que lleva motivos decorativos repujados, entre los que destacan dos ojos almendrados a los que señala con la mano derecha, en referencia al martirio de la santa.

 

FUENTES

DE LA PEÑA VELASCO, Concepción. "Libertad creativa versus autocensura en Francisco Salzillo (1707-1783): esculturas de ángeles niños", artículo publicado en Hispania Sacra, vol. LXXIV, nº 149, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Madrid, pp. 213-230.

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com