ARAGÓN Y FLANDES. UN ENCUENTRO ARTÍSTICO

20/05/2015


 

 
 

El Festín de Baltasar

Frans Francken II
Primera mitad del siglo XVII
Colección particular de Zaragoza

 

Introducción

La exposición Aragón y Flandes. Un Encuentro Artístico (Siglos XV-XVII) pretende mostrar, a través de una apurada selección de 54 obras (pinturas, esculturas, dibujos y grabados) procedentes de instituciones públicas y privadas y de colecciones particulares, en buena parte inéditas o poco conocidas, la estrecha vinculación existente entre el antiguo Reino de Aragón y los Países Bajos meridionales entre los siglos XV y XVII. Vinculación que se plasmó en diferentes campos (político, religioso, económico, social, etcétera) y, por supuesto, como reflejo de todo ello, en el campo de las Bellas Artes.

Este cruce histórico de caminos entre Aragón y los territorios de la actual Bélgica se puso de manifiesto especialmente en la llegada de pintores y de obras flamencas, que a su vez influyeron en el estilo de los artistas autóctonos, pero también en la circulación de modelos que alcanzaron una amplia difusión, en especial gracias al grabado, instrumento idóneo por su carácter múltiple, su bajo coste y su tamaño reducido, fácilmente transportable. Unos modelos que llegaron a todos los rincones de Europa y fueron utilizados de diferente modo por los artistas, desde la copia literal hasta la reinterpretación o la mera inspiración, en un fenómeno muy estudiado en otros territorios españoles pero que en Aragón no había sido hasta ahora objeto de reflexión y estudio de manera conjunta para el ámbito cronológico fijado; es decir, coincidiendo con el desarrollo del Gótico, el Renacimiento y el Barroco.

Organizada y producida por la Universidad de Zaragoza (UNIZAR), la muestra forma parte del programa cultural Corona de Aragón. Historia y Arte del Gobierno de Aragón (ver enlace). Está comisariada por María del Carmen Lacarra Ducay, Catedrática de Historia del Arte de la UNIZAR y una de las más destacadas especialistas europeas en pintura gótica española, y por Juan Carlos Lozano, profesor titular de Historia del Arte de la UNIZAR y reconocido experto en pintura barroca española.

Con motivo de esta exposición, se ha editado un catálogo con estudios de ambos comisarios y de significados investigadores que han sido invitados a participar en él, como Werner Verbeke, profesor emérito de Historia Medieval en la Universidad Católica de Lovaina (Bégica); Francesc Ruiz Quesada, especialista en pintura gótica e investigador en excedencia del Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC); Pilar Silva Maroto, jefe del Departamento de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte (1400-1600) y Pintura Española (1100-1500) del Museo Nacional del Prado de Madrid; y José Juan Pérez Preciado, técnico de museos del Departamento de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte en esa misma institución.

Asimismo, y tal como suele ser habitual en la programación expositiva del edificio Paraninfo, se desarrollará un programa de divulgación a través de visitas guiadas y ciclos de conferencias o de obras comentadas.

 

 
 

Anunciación (Políptico de los Siete Gozos de la Virgen)

Pere Nicolau y Andrés Marçal de Sax
1403
Museo de Zaragoza

 

Flandes

Flandes fue en origen un condado medieval (siglo IX) que formaba parte de un conjunto heterogéneo de condados, ducados y señoríos denominado Países Bajos (Nederlanden) por estar gran parte de esas tierras por debajo del nivel del mar. Sin embargo, muy pronto "Flandes" pasó a ser utilizado como sinónimo de "Países Bajos", y con el gentilicio "flamenco" se denominó, por extensión, a los habitantes de todo ese territorio.

Tras un siglo de dependencia del ducado de Borgoña (1369-1477) y debido a una concatenación de inesperados acontecimientos, en 1506 los Países Bajos fueron heredados por el futuro rey de España Carlos I, iniciándose así su vinculación política a la Monarquía Hispánica, que duró casi dos siglos, hasta 1713.

No obstante los múltiples avatares históricos acontecidos, las relaciones comerciales entre Flandes y Aragón se mantuvieron muy activas durante los siglos XV-XVII, y lo mismo ocurrió con las de carácter artístico, bien mediante la presencia de artífices del norte que se desplazaron a la Península, bien a través de la importación de obras, o bien por medio de grabados que contribuyeron decisivamente a difundir los modelos flamencos.

El propósito de la exposición Aragón y Flandes. Un Encuentro Artístico (Siglos XV-XVII) es mostrar, a través de una selección de algo más de cincuenta obras (pinturas, esculturas, dibujos y grabados), muchas de ellas de manufactura o procedencia flamenca, el alcance de ese encuentro artístico, y reivindicar su importancia en el contexto español, hasta ahora insuficientemente reconocido y valorado.

 

 
 

Nuestra Señora del Rosario

Taller de Miguel Jiménez
Hacia 1475-1500
Museo de Huesca

 

Las Relaciones Artísticas entre Aragón y Flandes durante la Baja Edad Media

En la segunda mitad del siglo XIV, durante el siglo XV y gran parte del siglo XVI, la afición en la Península Ibérica por los llamados "primitivos flamencos" fue particularmente notable.

Se contrataban escultores y pintores flamencos y se importaban obras de arte de los Países Bajos y de Borgoña, y en ocasiones se invitaba a artistas españoles para que conocieran a sus colegas del norte de Europa y aprendieran las fórmulas artísticas del nuevo lenguaje figurativo del que arranca la pintura y la escultura flamencas, estableciéndose de este modo una importante corriente de influencias mutuas, un mundo abierto que sigue todavía hoy ofreciendo muchas posibilidades a los investigadores.

Sin embargo, es justo reconocer que los estudios publicados hasta hace algunos años que abordaban estos intercambios entre los pequeños estados del norte de Europa y los reinos de la península ibérica se habían centrado en el occidente peninsular y en el papel de mecenazgo y coleccionismo regios desarrollados prioritariamente por los reyes Juan II de Castilla (1406-1454) y su hija Isabel la Católica (1474-1504), secundados en esta labor por el alto clero y la nobleza.

La importancia adquirida en los últimos tiempos por las investigaciones dedicadas a la recepción de los modelos artísticos septentrionales en los países de la Europa meridional, con nuevas informaciones reveladas por la documentación, han modificado sustancialmente el panorama histórico-artístico identificado tradicionalmente con el apelativo de "hispanoflamenco" en aquellos territorios peninsulares que configuraban la Corona de Aragón. Y, en esta ocasión, se dirige la atención a los artistas y las obras que proceden del antiguo Reino de Aragón en reconocimiento a su labor y en agradecimiento a lo mucho que aportaron a sus habitantes.

 

 
 

Adoración de los Reyes Magos

Taller de Peter Paul Rubens
Hacia 1630-1640
Catedral de Zaragoza

 

Las Relaciones Artísticas entre Aragón y Flandes en el siglo XVI

A comienzos del siglo XVI, la pintura que se produce en Aragón acusa todavía numerosas pervivencias hispano-flamencas y resabios del expresionismo de raíz germánica, tan presentes en la pintura de las últimas décadas de la centuria anterior, a los que vienen a sumarse poco a poco las novedades del renacimiento italiano, que en Aragón se manifiestan sobre todo, aunque de forma epidérmica o superficial en un primer momento, en la escultura y la retablística, pero que también cuentan con algunos precoces representantes en la pintura.

Será sin embargo en la segunda mitad del XVI cuando llegue el punto álgido en las relaciones artísticas entre Aragón y Flandes, debido a la presencia muy activa de varios pintores flamencos que trabajaron en Aragón, caso de Rolán de Moys (Bruselas, 1520 - Zaragoza, 1592) y Pablo Scheppers (Malinas, hacia 1500 - Zaragoza, hacia 1576- 1577), traídos en torno a 1560 por Martín de Gurrea y Aragón (1526-1581), IV duque de Villahermosa y VI conde de Ribagorza, para trabajar a sus órdenes en sus residencias de Pedrola y Zaragoza.

El duque, un humanista apasionado por las medallas y las antigüedades, había viajado por Europa entre 1554 y 1559 como integrante del séquito real del príncipe -luego rey Felipe II-, había formado parte del cortejo fúnebre, portando la espada imperial, en las exequias celebradas en Bruselas (1558) en honor del emperador Carlos V, y debió de contactar con ambos artistas durante su estadía flamenca.

Moys y Scheppers viajaron a Italia para completar su formación y protagonizaron uno de los episodios más interesantes para el tema que nos ocupa, como renovadores de la pintura aragonesa, máximos representantes de la plástica contrarreformista e introductores del manierismo italiano -y particularmente de la "maniera" de la pintura veneciana-, así como por el ascendiente sobre otros pintores locales que desarrollaron su actividad en el último tercio del siglo XVI y en los primeros años del siguiente.

 

 
 

San Martín partiendo su Capa

Miguel Jiménez
1498-1499
Museo de Zaragoza

 

Los Cobres Flamencos

En el siglo XVII la presencia de artistas procedentes de los Países Bajos no fue tan determinante como lo había sido anteriormente, ni era preciso que lo fuera para mantener ese fecundo manantial de influencias, dado el considerable caudal de obras flamencas que llegaron a Aragón, sobre todo en forma de cobres de pequeño y mediano formato, normalmente en series de número variable, que abastecieron una amplia demanda de pinturas a precios asequibles y de una calidad media superior a la que los artífices locales podían ofrecer.

Aunque la utilización de la plancha metálica como soporte pictórico para cuadros de caballete de pequeño formato surge en la Italia renacentista, en sustitución de la madera, los artistas flamencos del siglo XVII desarrollaron en torno a ese objeto artístico, apenas cultivado por los artífices españoles, un modo de producción estandarizado -cuasi industrial- con fórmulas recetarias y un sistema comercial a demanda que inundó el mercado europeo e hispanoamericano.

Las principales ventajas que ofrecía el uso de estas láminas metálicas radican en su dureza, consistencia, durabilidad y estabilidad frente a agentes externos de naturaleza biológica y, en menor medida, la humedad, que provoca por oxidación manchas marrones, o el típico cardenillo. Sin embargo, son más vulnerables a los accidentes mecánicos, causa de abolladuras, cuarteamientos o pérdidas de capa pictórica.

Técnicamente los cobres no precisan de una preparación específica, aunque en ocasiones se aplicaba un aceite de ajo para facilitar la adherencia, ni de gran cantidad de capa pictórica, y los pigmentos, al no ser absorbidos, mantienen mejor su intensidad y saturación, produciendo colores esmaltados -los tan apreciados colores de Flandes-, cualidades que se avienen perfectamente a la manera delgada y muy gentil de los flamencos.

Además, al ser unas obras de pequeño o mediano formato -llamadas por ello "de gabinete"-, pensadas normalmente para un uso doméstico o particular y para espacios recogidos, resultaban fácilmente transportables, incluso con sus característicos marcos negros tallados en ébano, lisos o rizados de distintos tipos, como las características flammenleisten (secciones onduladas).

 

 
 

Santiago Apóstol

Anónimo
Hacia 1497
Catedral de Tarazona

 

La Difusión de los Modelos Flamencos

Con ser importante la afluencia de obras flamencas, y dado que no fueron muchos los artistas aragoneses que tuvieron a su alcance la posibilidad de viajar a la Corte y poder contemplar pinturas originales de los artistas flamencos más destacados, conservadas en los sitios reales o en las grandes colecciones privadas, tal vez tuvo consecuencias más importantes la llegada y circulación de modelos a través de obras múltiples como los grabados, que permitieron una pronta y amplísima divulgación de composiciones flamencas y se convirtieron además en una eficaz arma al servicio de la Iglesia Católica frente al protestantismo.

Grabados que eran realizados sobre el mismo soporte metálico que las pinturas, pues los métodos calcográficos (buril, punta seca y luego aguafuerte) se acabaron imponiendo a los xilográficos, y que en un primer momento procedían del extraordinario elenco de grabadores que trabajaron en aquellas tierras en la segunda mitad del siglo XVI y de los grandes creadores de composiciones de éxito que fueron, entre muchos otros, Cornelis Cort, Maarten de Vos, Jan van der Straet Stradanus, Maarten van Heemskerck o Hendrick Goltzius, o artífices italianos como los Bassano, a los que pronto vinieron a sumarse -hay ejemplos tempranos ya en la década de 1610- las soluciones formales de la brillante escuela del barroco liderada por Rubens y Van Dyck y secundada por los excepcionales grabadores de su taller (Paulus Pontius, Schelte Adams Bolswert, Lucas Vorsterman, etcétera), que triunfaron definitivamente en el pleno barroco.

El uso que los pintores locales hicieron de esos grabados fue diverso, desde la mera inspiración a la copia íntegra y literal de toda la composición, o la utilización de figuras y detalles aislados tomados de diferentes estampas. La interpretación pictórica de esos modelos fue también variada, como muestran los ejemplos seleccionados para la exposición Aragón y Flandes. Un Encuentro Artístico (Siglos XV-XVII).

 

 
 

Sagrada Familia con San Joaquín y Santa Ana

Anónimo
Segunda mitad del siglo XVII
Iglesia de San Bernardo de Gea de Albarracín

 

Hasta el 20 de julio de 2015 en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza (Plaza Basilio Paraíso, nº 4)
Horario: lunes a sábado, de 11:00 a 14:00 y de 17:00 a 21:00 horas; festivos, de 11:00 a 14:00 horas; domingos, cerrado.

 

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