ARTE Y MISERICORDIA. LA SANTA CARIDAD DE SEVILLA
01/07/2025
Introducción La iglesia del Hospital de la Caridad (Sevilla) es uno de los conjuntos cumbre del arte barroco gracias al impulso del venerable Miguel Mañara (1627-1679). En ella desarrolló, a través de una serie única de obras maestras, uno de los más profundos mensajes del ideario barroco y cristiano. Mañara había ingresado en la Hermandad de la Santa Caridad en 1662, llegando a ser hermano mayor al año siguiente y hasta su fallecimiento en 1679. La muerte de su esposa en 1661 le hace reconsiderar su vida y el futuro de su alma. Sus meditaciones sobre el sentido de la vida, la realidad de la muerte y la práctica de la caridad como camino para alcanzar la salvación eterna, dan lugar a un mensaje que traslada como guía de vida a los hermanos de la institución. Su ideario queda por escrito en la Regla de la Hermandad (1675) y, sobre todo, en la obra titulada Discurso de la Verdad (1671). Esos pensamientos quedaron al mismo tiempo reflejados en un programa artístico que plasma visualmente en las obras de arte. Para ello, elige a los mejores artistas del momento, como eran los pintores Juan de Valdés Leal y Bartolomé Esteban Murillo, el tracista de retablos Bernardo Simón de Pineda y el escultor Pedro Roldán, que ingresan en la Hermandad para así reducir los costes de tan ambiciosa tarea, a los que guiará en el proyecto. El conjunto comienza con la consideración de la muerte a través de la impactante visión de las dos pinturas de las postrimerías de Valdés Leal, situadas al acceder al templo. Señalan el momento de la muerte y el juicio particular. Continúa en la nave, subrayando la importancia de la práctica de la caridad mediante el ejercicio de las obras de misericordia, donde Murillo representa distintas escenas en los muros y retablos laterales. Culmina el programa el retablo mayor de Pineda y Roldán, que está presidido por la escena del Entierro de Cristo, en referencia al principal cometido de la Hermandad. El resultado muestra uno de los conjuntos artísticos e iconográficos más completos del barroco español, al servicio de un profundo mensaje espiritual que perdura hasta hoy. Con ocasión de la rehabilitación del Hospital de la Santa Caridad y de la Iglesia del Señor San Jorge de la citada corporación, el Museo de Bellas Artes de Sevilla (MBASE, Plaza del Museo 9) reúne por primera vez fuera de su emplazamiento las obras maestras de Murillo, Valdés Leal y Roldán y Pedro Duque Cornejo. Creadas para este templo, siguiendo el discurso iconográfico ideado por Miguel Mañara en torno a las obras de misericordia, el conjunto es una de las cumbres del Barroco. La muestra Arte y Misericordia. La Santa Caridad de Sevilla, producida por la Consejería de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía en colaboración con la Hermandad de la Santa Caridad, se divide en tres ámbitos que abordan, respectivamente, la producción de Murillo, la de Valdés Leal y las esculturas creadas para la iglesia de la Hermandad de la Santa Caridad. En total se exponen 17 obras: 10 pinturas y 7 esculturas. La exposición podrá visitarse hasta junio de 2026 dentro del siguiente horario: martes a domingo de 09:00 a 21:00 horas, domingos y festivos de apertura, de 09:00 a 15:00 horas, lunes cerrado. |
Juan de Valdés Leal (1622-1690) Valdés Leal ingresó como hermano de la Caridad en agosto de 1667. Pone su arte al servicio de la Hermandad a través de una gran diversidad de técnicas artísticas donde muestra su gran genio creador: pinturas sobre lienzo, decoración mural, policromía, escultura e, incluso, la decoración de los libros de protocolos e inventarios. En el bajocoro Valdés Leal despliega toda su capacidad expresiva y crudeza visual en dos de sus mejores obras: "In ictu oculi" y "Finis gloriae mundi". Conocidos como los Jeroglíficos de las Postrimerías, estas pinturas inciden en la idea de la inminente llegada de la muerte que a todos alcanza, apagando la vida de repente, sin importar las glorias mundanas. La muerte antecede al momento en que el hombre va a ser juzgado según sus actos de virtud o sus vicios, y recompensado o castigado por ello. La muerte es la puerta a la eterna recompensa y, a partir de esa realidad, Mañara mostrará que la práctica de la caridad es el modo de alcanzar la salvación eterna. Más allá de la pintura de caballete, el programa iconográfico a desarrollar por Valdés Leal incluye las pinturas murales de la bóveda y los muros del presbiterio que decora con ángeles, los cuatro evangelistas y varios santos de vocación caritativa. Valdés Leal se ocupa también de la policromía del retablo mayor, obra de espléndida calidad donde el dorado contrasta con las esculturas pintadas y estofadas y se complementa con el gran bajorrelieve del fondo, en el que una escena de gran efecto pictórico acentúa la perspectiva. Una vez fallecido Mañara, Valdés Leal realiza dos retratos póstumos con la intención de preservar su memoria, así como el encargo del gran cuadro "La Exaltación de la santa cruz", llamado también "Heraclio entrando en Jerusalén". Su mensaje es que ningún rico entrará en el cielo sin haber practicado la caridad al narrar cómo, al regresar Heraclio, emperador de Bizancio, tras haber rescatado la cruz de Cristo que había sido robada, un ángel le exige entrar en la ciudad sin boato al igual que lo hizo Jesús. Su último trabajo para la Hermandad fue una escultura de la "Virgen del Rosario" realizada para la enfermería. |
Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682) Mañara encargó a Murillo, que había ingresado en la Hermandad en 1665, una serie de cuadros sobre las obras de misericordia, que pintó entre 1666 y 1670 para que sirvieran de guía y ejemplo de conducta a para lograr la salvación de sus almas. El conjunto se disgregó en 1810 por la requisa de obras que llevó a cabo el mariscal Soult durante la invasión napoleónica. Afortunadamente cuatro de ellas todavía pueden contemplarse en los muros de la iglesia: "Santa Isabel de Hungría curando a los tiñosos" y "San Juan de Dios transportando a un enfermo", apuntan respectivamente al cuidado y al traslado de los enfermos al hospital, obligaciones específicas de los hermanos de la Caridad. Las dos apaisadas de gran formato, "La multiplicación de los panes y los peces" y "Moisés y la roca de Horeb", aluden a las obras de dar de comer al hambriento y de beber al sediento, a la vez que tienen un significado eucarístico. Las otras cuatro pinturas restantes se exhiben hoy en diversos museos extranjeros: "La curación del paralítico por Cristo" en la National Gallery de Londres, "Abraham y los tres ángeles" en la National Gallery de Canadá (Ottawa), "El regreso del hijo pródigo" en la National Gallery of Art de Washington y "San Pedro liberado por el ángel" en el Hermitage de San Petersburgo, si bien han sido recientemente sustituidas en su lugar de origen por copias para preservar el sentido iconográfico del conjunto. Las obras de Murillo que se exhiben en Arte y Misericordia. La Santa Caridad de Sevilla se complementan con tres pinturas que no forman parte del programa iconográfico que ideó Mañara y que se encuentran en retablos menores. Se trata de un "Niño Jesús Salvador" y un "San Juanito" que se sitúan en sendos áticos de dos retablos laterales, y el lienzo que preside el retablo de la "Anunciación", que ingresó como donación en 1686. |
Pedro Roldán (1624-1699) Roldán realizó para el Hospital de la Caridad las esculturas del magnífico retablo mayor, presidido por la escena del Entierro de Cristo, donde culmina todo el programa iconográfico de la iglesia. Es mostrada como la obra de misericordia de enterrar a los muertos, misión específica de la Hermandad desde su fundación a mediados del siglo XV: sepultar a los muertos de los que nadie se hacía cargo por haber fallecido sin recursos, ajusticiados o ahogados. Desde Mañara, esta finalidad se extendió a la atención de enfermos desvalidos. El retablo, contratado en 1670, es fruto de la afortunada colaboración del tracista Bernardo Simón de Pineda, el escultor Pedro Roldán y el pintor Valdés Leal, quien lo dora y policroma, invirtiendo en su ejecución más de dos años. Está concebido como una escenografía arquitectónica, efectista y teatral, que presenta la dramática escena del Entierro de Cristo. En sus extremos, más cercanos al espectador, José de Arimatea y Nicodemo, como modelos para los hermanos, depositan a Cristo en el sepulcro, mientras que detrás, a modo de friso, se despliegan las figuras de la Virgen, San Juan y las santas mujeres. El fondo lo constituye una vista del Calvario donde bajorrelieve y pintura se confunden. La policromía de Valdés refuerza la expresividad e ilusionismo de las esculturas y el bajorrelieve, mediante un inteligente uso del colorido y las sombras. La escena central está flanqueada por grandes columnas salomónicas, donde se sitúan las esculturas de San Jorge, patrono titular de la iglesia, y San Roque, protector ante enfermedades y epidemias, que son mostradas en este ámbito. En ellas se constata el talento desplegado por Roldán como escultor, sorprendiendo su monumentalidad y su intensidad expresiva. En el ático, las virtudes teologales, infundidas por Dios para la salvación eterna, coronan el conjunto: la Fe y la Esperanza a ambos lados, mientras en el centro, la Caridad es mostrada con mayor relevancia, recordando el nombre de la Hermandad y el mensaje del mandamiento nuevo de Jesús, eje del programa iconográfico. El Cristo de la Caridad, realizado hacia 1673, manifiesta la estrecha colaboración de Roldán con la Hermandad y en concreto su sintonía con Mañara, cuyo pensamiento supo interpretar para transformarlo en magistrales imágenes. |
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