VIRGO PACIS. LA ICONOGRAFÍA PENITENCIAL DE LA VIRGEN DE LA PAZ

Jesús Abades y Sergio Cabaco


 

 

El Día Mundial de la Paz se conmemora anualmente cada 30 de Enero, fecha elegida por la ONU por ser el día en el que el político indio Mohandas Karamchand Gandhi fue asesinado por un extremista hindú y por la propia importancia de Gandhi en el camino hacia otro mundo posible.

Para Juan Claudio Acinas Vázquez, profesor de Filosofía Política y estudioso del pacifismo gandhiano, las desigualdades económicas, la militarización de los Estados, así como el odio y la violencia son las causas de gran parte de los conflictos bélicos. La línea de dicho pacifismo se genera en Oriente -donde también surgen valores cultivados conscientemente por el Budismo, caso de la compasión universal, de gran importancia para consolidar una cultura de la Paz-, pero no es ajena al pensamiento de Occidente.

Al igual que las creencias búdicas, las cristianas establecen que la Paz es una forma de vida y que nada tiene valor sin la Paz; que no es igual a la ausencia de guerra o el interludio entre conflictos armados, pues la única manera de lograr la Paz es mediante constantes y diarios esfuerzos para crearla.

Para el Cristianismo la Paz es un concepto muy ligado con la Fe y a ella se llega a través de la meditación. En el ámbito penitencial español, no son pocos los iconos procesionales que la tienen como advocación, sobre todo los marianos, lo que se debe a tres motivos, a veces interrelacionados: convivir con un pasaje no integrado en el martirio, pertenecer a una corporación fundada en la posguerra del siglo XX, o incidir, como explican los historiadores Juan Miguel González Gómez y Manuel Jesús Carrasco Terriza, en la Paz como fruto de justicia y santidad que no se consigue sin esfuerzo.

 

 

Virgen de la Paz (Almería)

Original del siglo XVIII, el aspecto original de esta Dolorosa anónima se encuentra bastante modificado tras la aplicación de una nueva policromía por parte del escultor gaditano Luis González Rey con el fin de adaptarla al pasaje en que la Virgen se muestra gozosa ante el multitudinario recibimiento a Jesús por parte del pueblo hebreo, de ahí que actualmente no lleve lágrimas. Originalmente, se trataba de una talla dieciochesca propia de la devoción privada, de rostro carnoso, cuello redondeado, facciones maduras, lágrimas de cristal, cejas elevadas en señal de dolor, párpados hinchados, nariz recta y alargada, hoyito bajo muy marcado y boca menuda. Hoy en día, las cejas han sido repintadas y sus rasgos rejuvenecidos con el fin de borrar toda señal de fatiga y aflicción del semblante; si acaso, un rictus ensombrecido que presagia los dolorosos momentos de La Pasión de Cristo. Presenta la cabeza levemente inclinada y la ausente mirada proyectada hacia el suelo. Las manos se hallan extendidas, portando una rama de olivo, símbolo de su advocación, en la derecha, y un rosario en la izquierda. Es titular de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Victoria en su Entrada Triunfal en Jerusalén.

Virgen de la Paz (Granada)

Labrada por el escultor sevillano Antonio Dubé de Luque en 1974, esta Dolorosa, de pálidas carnaciones, ladea suavemente la cabeza hacia abajo y dirige los ojos al frente, con la mirada muy concentrada en su aflicción. El delicado semblante posee cejas finas y policromadas en la madera; al igual que los ojos, que además muestran pestañas postizas en sus párpados superiores. Lleva tres lágrimas de cristal, una en la mejilla derecha y dos en la izquierda. La nariz es recta y alargada; la boca, entreabierta, permite ver en su interior la lengua y los dientes superiores tallados en la madera, y el puntiagudo mentón, tocado con hoyuelo, da paso a un cuello con los músculos muy contraídos por el dolor. Las manos aparecen extendidas, portando un rosario en la derecha y un pañuelo en la izquierda. En 2000 fue restaurada por Carmen Bermúdez y Raquel Fuentes, quienes limpiaron el busto y las manos, eliminaron elementos metálicos, estucaron la figura y reintegraron la policromía en aquellas zonas donde se apreciaban faltas del original, colocaron nuevas pestañas de pelo natural, repusieron las lágrimas rotas y aplicaron un barniz final de protección. Al igual que la imagen almeriense, es obra de candelero para vestir y titular mariana de la Cofradía de la Entrada en Jerusalén, conocida como La Borriquilla.

 

 

Virgen de la Paz (Huelva)

El aspecto actual de esta Dolorosa, original del escultor e imaginero ayamontino Antonio León Ortega (1944), obedece a la intervención practicada por Luis Álvarez Duarte en el año 1992 sobre una talla que se encontraba en un estado deplorable debido a una desafortunada restauración. Dicha actuación de Duarte consistió en el retallado de la boca, cuello y mentón, aplicación de nuevo estucado y policromía, y colocación de nuevos elementos postizos (ojos vítreos, pestañas de pelo natural y lágrimas de cristal). De bellas facciones, la Virgen de la Paz inclina levemente la cabeza y mantiene la mirada baja. Su juvenil semblante muestra una dulcificada aflicción, destacada por las cinco lágrimas que corren por sus mejillas. Los ojos poseen pestañas de pelo de marta en el párpado superior. Su perfil es clásico, y la boca, entreabierta, permite ver en su interior la lengua y la dentadura talladas. El agraciado óvalo queda rematado por puntiagudo mentón, tocado con hoyuelo, para potenciar el atractivo femenino de la figura. Las carnaciones de la Dolorosa son sonrosadas y sus manos aparecen extendidas, portando un pañuelo en la derecha y una rama de olivo de plata en la izquierda, que como hemos dicho es símbolo de su advocación. Titular de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Victoria, fundada por ex-combatientes y mutilados de la Guerra Civil -de ahí su sobrenombre-, tuvo como precedente procesional una Dolorosa del cartayero Federico López Pereira (1943).

Virgen de la Paz (Jaén)

De nuevo nos encontramos con una obra de candelero tallada por Dubé de Luque, en esta ocasión del año 1991. Al procesionar bajo palio tras el misterio de la Entrada Triunfal en Jerusalén, representa a María gozosa ante el recibimiento prodigado a Jesús por las gentes que tienden mantos y ramas de olivo a su paso. La Dolorosa inclina la cabeza hacia la derecha y dirige la mirada al mismo lado. Pese a la dicha del momento, en su juvenil y amuñecado semblante se intuye la preocupación de la Madre por los presagios de la Pasión, lo que se manifiesta también en la lágrima que recorre la mejilla derecha. Sus ojos son tallados y pintados en la madera, estando el iris policromado en color verde esmeralda. Las pestañas son postizas en el párpado superior y pintadas en el inferior. La nariz es recta y la boca, entreabierta, posee la lengua y los dientes superiores tallados. Un gracioso mentón, tocado con hoyuelo, remata el ovalado rostro. Las manos aparecen extendidas, portando un pañuelo y una rama de olivo cincelada en plata dorada. Labrada en madera de cedro, mide 162 cm de altura.

 

 

Virgen de la Paz en su Mayor Aflicción (Jerez de la Frontera)

Con esta obra, tallada hacia el año 1940, el escultor e imaginero sevillano José Rivera García versiona los modelos románticos creados por el maestro archidonés Juan de Astorga para la imaginería sevillana del XIX, caracterizados por el refinamiento formal, la blandura del modelado y un dolor dulcificado que huye del dramatismo exagerado para no alterar la belleza de los rostros. La Dolorosa, de sonrosadas carnaciones, inclina la cabeza hacia la derecha y dirige su mirada al mismo lado, con los párpados hinchados y casi semicerrados por el llanto. Como aditamentos postizos utiliza ojos vítreos, cinco lágrimas de cristal, y pestañas de pelo natural en los párpados superiores. Inequívocamente astorguianos son también el clásico perfil, los entreabiertos labios -con la lengua asomando entre las dos hileras de dientes- y las delicadas manos, que aparecen extendidas para portar el pañuelo y el rosario. Es titular de la Cofradía de la Coronación de Espinas, la cual procesionó una Dolorosa contratada con Francisco de Villegas en el siglo XVII que no parece corresponderse con la Dolorosa atribuida a Peter Rehling y a Francisco Camacho de Mendoza (siglo XVIII) que se perdió en el incendio fortuito de 1934. Hasta la adquisición de la actual titular, en el año 1949, dicha imagen fue reemplazada por otra de los talleres sevillanos de Luis Sánchez Gil (1934).

Virgen de la Paz y Concordia (Jerez de la Frontera)

Dolorosa que, pese a estar fechada en los años finales del siglo XVII, muestra una evidente vinculación con las fórmulas del círculo gaditano-genovés, especialmente con las derivadas del arte de Francesco Maria Maggio y Jácome Baccaro (segunda mitad del XVIII). Ello se refleja tanto en el expresivo rictus de dolor, desvirtuado por desafortunadas intervenciones posteriores, como en la posición de una cabeza que, en señal de recogida pesadumbre, presenta un marcado giro hacia abajo y al lado derecho. También hay que resaltar el hecho de haber sido traída, en 1981, del Convento de Capuchinas de El Puerto de Santa María (Cádiz), ciudad con abundancia de piezas genovesas. La imagen, relacionable con la Virgen de los Dolores de la Cofradía de las Tres Caídas, también de Jerez, y la Virgen de los Dolores de la cofradía onubense de Los Judíos, presenta las manos extendidas para sujetar el pañuelo y el rosario, aunque en origen pudo haberlas tenido entrecruzadas o unidas por las palmas, como era habitual entre los artistas de Génova afincados en la provincia gaditana. Como elementos postizos, posee ojos vítreos, largas pestañas superiores y seis lágrimas de cristal, tres en cada mejilla. Las carnaciones son claras, la nariz es afilada y los labios, policromados en tonos rojizos, se hallan levemente entreabiertos. En el año 1996 esta imagen, titular mariana de la Cofradía de la Sagrada Cena, fue restaurada por Isaac Navarrete y Rosario Martínez Lorente, conservadores-restauradores de bienes culturales.

 

 

Virgen de la Paz (Málaga)

Típica obra de la primera etapa de Álvarez Duarte, caracterizada por la plasmación de rasgos intimistas y aniñados en sus Dolorosas. El presente ejemplar, labrado en el año 1970, guarda estrecha relación con la onubense Virgen de la Victoria y la sevillana Virgen de Guadalupe, ambas del mismo periodo, especialmente en el largo trazado de unas cejas pinceladas pelo a pelo, el modelado de los abultados párpados y el prominente mentón, tocado con hoyuelo para acentuar la sensualidad del semblante. En este caso, observamos también unos labios carnosos y entreabiertos, cuyas comisuras parecen emitir una melancólica sonrisa, lo que la acerca más a la también malagueña Dolorosa de la Paloma. La cabeza se encuentra ligeramente inclinada hacia la derecha, los ojos son grandes y policromados en la madera, las pestañas superiores han sido realizadas con pelo de marta, el perfil es recto y el cuello se muestra en tensión como consecuencia de su llanto. Cuatro lágrimas de cristal surcan el bello rostro de María, dos en cada mejilla. Respecto a las manos, aparecen con las palmas abiertas y los dedos grácilmente recogidos para sujetar el pañuelo y la rama de olivo, esta última cincelada en oro y pedrería por el joyero Manuel Valera. Tuvo como precedente dentro de la Cofradía de la Sagrada Cena una talla de José Gabriel Martín Simón (1939) que pereció en el incendio de 1969. Fue restaurada en el año 1995 por Estrella Arcos, quien limpió la policromía, eliminó grietas y arañazos de la talla, reintegró las lagunas pictóricas existentes y consolidó sus ensambles. Para muchos se trata de una de las mejores obras que el artista sevillano hizo para la Semana Santa malagueña.

Virgen de la Paz (Sevilla)

Hoy en día, la impronta primitiva del escultor e imaginero sevillano Antonio Illanes Rodríguez se encuentra bastante alterada debido a las restauraciones practicadas por Sebastián Santos (1955) y Juan Manuel Miñarro (2002). El primero le colocó nuevo aparejo y policromía, y el segundo retocó y reparó la policromía del rostro, colocó nuevas pestañas, limpió los ojos de cristal, eliminó repintes, y estableció nuevos sistemas de sujeción de la corona y de articulaciones en los brazos. Con anterioridad a la de Miñarro, la Dolorosa titular de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Victoria -fundada en idénticas circunstancias que la onubense- había sufrido otra intervención por Francisco Arquillo (1979) con el fin de restañar los desperfectos en la encarnadura causados por un incendio fortuito. El delicado giro de la cabeza hacia la izquierda y la cabizbaja mirada otorgan a la escultura, tallada en el año 1937 empleando madera de pino, una evidente nota de emoción, realismo y sosegado dolor. Posee cabellera postiza de pelo natural. Las facciones del semblante se inspiran en las de la propia esposa de Illanes, con los ojos de cristal, las pestañas de pelo natural en su parte superior, arqueadas cejas trazadas con pincel y tres lágrimas vítreas que corren por sus mejillas, dos por la derecha y una por la izquierda. Presenta muy marcado el hoyito bajo entre la recta nariz y los entreabiertos labios -señal de sollozo-, lo que permite ver sus dientes superiores tallados en la madera. El cuello se tensa levemente por efecto de sus lamentos. Las manos aparecen extendidas, portando un manípulo la derecha y una rama de olivo de plata la izquierda, en alusión a su advocación. Es una Dolorosa de bastidor, que mide 163 cm y se halla adaptada para ser vestida con telas naturales. El candelero, labrado en madera de caoba, está formado por ocho listones que arrancan de las caderas. Costó en su momento 2.500 pesetas.

 

Fotografía de Almería de Guillermo Méndez Sánchez para http://rambladealfareros.blogspot.com
Fotografía de Granada de http://granadacofradiera.blogspot.com
Fotografía de Huelva de Sergio Cabaco Garrocho
Fotografía de Jaén de Pedro Pérez Montoro para www.olivaresdepasion.com.es
Fotografía de Málaga de Alejandro Cerezo Ortigosa
Fotografía de Sevilla de Roberto Villarrica Méndez para www.fotoscofrades.com

 

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