EL ARTE SACRO DE PROPIEDAD PARTICULAR (XXV)


 

 
     
     
 
     
     
Comenzamos esta entrega con una estatuilla para vestir de San Antonio de Padua, de factura muy tosca y popular. Se halla catalogada en el siglo XVIII y es pieza muy representativa de las figuritas de devoción privada realizadas por autores locales de discreta categoría artística. En las fotografías podemos verla sin ropajes, lo que nos permite presuponer, por las características de su armazón -desbastado y con la anatomía muy esquematizada salvo en las zonas del busto, manos y pies-, una posible procedencia levantina. Mide 1 m de altura.
     
     
 
     
     
 
     
     
Pese a poseer también una factura popular, bastante más entidad artística presenta esta imagen de San Juan Evangelista, fechable en el siglo XVII. Hoy en día sólo se conserva de ella el busto cortado a la altura de las caderas, habiéndose perdido los brazos y el candelero en el que se sustentaba, pues tuvo que ser pieza de vestir con la túnica tallada -incluyendo el cíngulo en la zona del talle y un singular pliegue en la mitad del torso- y pintada de gris sobre la que se disponían las telas. Sus propietarios le atribuyen un antiguo culto de carácter público. La cabeza queda enmarcada por una melena oscura, partida y ondulada, que oculta ambas orejas, con las puntas seccionadas; probablemente, en una modificación para vestirla. El semblante, de juveniles y afiladas facciones -sobresale el prognático mentón terminado en un profundo hoyuelo- y seria expresión, está girado hacia el lado derecho, todo lo cual nos indica que pudo ser una talla de cariz pasionista. Su iconografía se advierte en el aspecto imberbe del Varón, que sólo ostenta un fino bigote en forma de arco. La cálida policromía, con los lógicos roces y desgastes del paso del tiempo, parece ser la original de la hechura.
     
     
 
     
     
 
     
     
Por último, les mostramos un Niño Jesús que sus dueños datan en torno a finales del siglo XIX y principios del XX. Es una talla popular de 85 cm de altura, que llegó a su actual colección de la provincia de Sevilla -a la que también pertenecen las dos anteriores esculturas- de un particular que lo tenía guardado en un cobertizo situado en un polígono de la capital hispalense. La pequeña efigie tenía muchos repintes y arreglos, siendo los Hermanos Borrego Llamas quienes lo restauraron y le dieron su aspecto actual. Se exorna con potencias seriadas.

 

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