LA MIRADA DEL OTRO. ESCENARIOS PARA LA DIFERENCIA

17/06/2017


 

 
 

Orestes y Pílades (Grupo de San Ildefonso)

Escuela de Pasiteles
Hacia 10 a.C.
Mármol
161 x 106 cm
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

Presentación

El Museo Nacional del Prado de Madrid (Paseo del Prado s/n, Madrid) propone hasta el próximo 10 de septiembre de 2017 un nuevo acercamiento a su colección permanente a través de un itinerario expositivo en el que se invita a contemplar la realidad histórica de las relaciones sentimentales entre personas del mismo sexo y de las identidades sexuales no normativas.

La diversidad y riqueza de las colecciones del Museo del Prado hacen posible esta nueva aproximación que, amparada en la historiografía, permite comprender el significado más profundo de esta selección de 30 obras formada por pinturas, esculturas y dibujos -icónicas algunas, como el grupo escultórico Orestes y Pílades de la Escuela de Pasiteles o David con la cabeza de Goliat de Caravaggio, y poco conocidas otras, como las excepcionales El Cid de Rosa Bonheur y El Maricón de la Tía Gila de Goya- que, habitualmente en sus salas, forman parte de la compleja herencia cultural occidental y ahora se erigen como un exquisito testimonio de fórmulas afectivas diferentes, minoritarias y, a veces, silenciosas, articulándose en seis recorridos temáticos con varios núcleos expositivos bajo el título La mirada del otro. Escenarios para la diferencia.

Cada uno de los recorridos propuestos, independientes pero complementarios entre sí, refleja una realidad afectiva cuya consideración social ha sido cambiante con el paso de los siglos y en función de los lugares, y que ha ofrecido diversos y atractivos reflejos en el Arte. En ellos se subraya, por un lado, el carácter inadvertido, o incluso oculto, que se confirió en el pasado a las iconografías del amor más diverso y, por otro, el hecho naturalmente inclusivo de su existencia.

Estas obras hablan sobre conceptos como el amor entre iguales libres en el mundo clásico o sobre la persecución de esa misma clase de relaciones en la era cristiana, la consideración de personajes raros y ambiguos como un espectáculo en sí durante la Edad Moderna, o sobre la única posibilidad de aceptar otras alternativas del amor en clave literaria y mitológica, contemplados en exclusiva como entretenimiento de los más poderosos.

Este proyecto se inscribe el marco de las actividades relacionadas con la celebración del WorldPride Madrid 2017 y está acompañado por una publicación patrocinada por la Comunidad de Madrid.

 

 
 

Antinoo

Anónimo romano
131-132
Mármol
97 x 70 cm
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

Amistades inmortales

El primero de los recorridos propone un acercamiento a las relaciones sentimentales y políticas entre personas del mismo sexo que, desde la Antigüedad, han permanecido mitificadas en la historia del arte y en la literatura como punto de partida para la creación de una identidad alternativa autorizada por la Historia.

Las relaciones sentimentales de algunos personajes de la Antigüedad clásica -por tutoría o amistad- permiten abordar la consideración y el trato que recibía en la sociedad el afecto entre hombres antes de la llegada del cristianismo, y de la naturalidad con la que el arte se convirtió en un lugar mítico para la cultura occidental, desde la Edad Moderna hasta el siglo XIX, que comenzó a cartografiar los espacios del pasado clásico como lugar de libertad poética inocente y libre de prejuicios.

 

 
 

San Sebastián

Guido Reni
1617-1619
Óleo sobre lienzo
170 x 133 cm
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

Perseguir los deseos

El segundo recorrido aborda la persecución que tanto los artistas como las obras de arte sufrieron a lo largo de la historia tanto por su identidad personal como por su contenido o iconografía, en cuanto visibilizaban relaciones o identidades fuera de los imperativos morales de su época. Algunos de ellos, como Sandro Botticelli o Leonardo da Vinci, fueron sometidos a juicios mientras que otros artistas ejercieron de verdugos contra los primeros. La misma fortuna aconteció a numerosas obras de arte que fueron encriptadas o conducidas al ostracismo por lo que revelaban visualmente.

Desde la Edad Media se persiguió la sexualidad tanto por tribunales civiles como religiosos y, en particular, por la Inquisición que quemó en la hoguera a los hombres y mujeres acusados de sodomía, término con el que se calificaba a las relaciones que no permitían la reproducción humana. A partir de ese momento, las acusaciones similares significaban juicios, humillación y mala fortuna, y eran utilizadas, a veces, como un método de desacreditación de rivales y de eliminación de la competencia en los ámbitos más elitistas.

Muchos artistas y coleccionistas, cuyo nombre recuerda la Historia, se vieron envueltos, por su sexualidad y por su éxito, en juicios por sodomía, lo que justificó un comportamiento invisible para quienes tuvieran sentimientos diversos, y al mismo tiempo, encriptó en muchas obras de arte los deseos inasibles de quienes se guardaban de la persecución; todo ello alentó al desdén y desprecio de los perseguidos por causas morales cuya imagen quedó distorsionada a los largo de los siglos y significó, incluso, la persecución moral de las propias obras de arte que pudieran encerrar esos deseos.

 

 
 

Maddalena Ventura

José de Ribera
1631
Óleo sobre lienzo
196 x 127 cm
Hospital de Tavera (Toledo) Depósito en el Museo del Prado

 

Engañosas apariencias

El cuerpo y su imagen articulan el tercero de los recorridos. La desobediencia a lo normativo del cuerpo se manifiesta en representaciones históricas, con ejemplos clave en la colección, como el Hermafrodito o las mujeres barbudas de José de Ribera y Juan Sánchez Cotán, a los que se añaden ejemplos de travestismo o intercambio de roles de género.

Mientras se perseguían los actos de sexualidad considerada reprobable, los cuerpos extraños, a veces inevitables y otras, fruto de una transformación consciente, se contemplaron como un entretenimiento. Era el espectáculo de la diferencia y abordaba la sexualidad no desde la práctica del amor prohibido, sino sublimado en sus evidencias más visibles e inocentes, las de la apariencia humana. Por ello, adquirió, al mismo tiempo, un claro significado de broma y de maravilla y dio a su presencia artística, gracias a personajes insólitos y a criaturas mitológica, un lugar en la sociedad del Antiguo Régimen en el que el disfraz fue, por encima de todo, una condición indispensable para escenificar cualquier afectividad alternativa. 

 

 
 

Diana y Calisto

Peter Paul Rubens
Hacia 1635
Óleo sobre lienzo
202,6 x 325,5 cm
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

Amar como los dioses

El último de los recorridos, agrupa una serie de obras mitológicas que representan las relaciones entre iguales en escenarios ajenos al mundo real y que fueron destinadas a espacios privados reservados a la mirada del poder: solo los poderosos podían contemplar, y protagonizado por dioses, lo que estaba prohibido a los mortales.

Las relaciones sentimentales más diversas disfrutaron de un espacio de privilegio destinado a la contemplación de las élites cultas, cuyo poder quedaba fuera de las persecuciones civiles y eclesiásticas. La literatura y la mitología sirvieron para dignificar historias de amor que, en la misma Corte donde se contemplaban, podían suponer la caída en desgracia política de un personaje o incluso su desaparición.

Un ejemplo muy interesante de esa situación paradójica fue la Torre de la Parada, en cuya decoración se incluyeron numerosos amores de los dioses que contaban historias que hubieran sido perseguidas por el rey de haberlas protagonizado alguno de sus súbditos, pero, en general, el arte cortesano aceptó esta iconografía como una manifestación ideal e inocente de una clase de amor que no tenía cabida en la sociedad real.

 

 
 

El Cid

Rosa Bonheur
1879
Óleo sobre lienzo
95 x 76 cm
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

Otras miradas

Como hemos apuntado, completan el itinerario dos obras excepcionales de la colección, El Cid de Rosa Bonheur y El maricón de la Tía Gila de Goya. Son obras poco conocidas que visibilizan dos realidades complementarias de una artista y una iconografía claramente alusiva a los contenidos de este itinerario expositivo.

 

 
 

La siesta o escena pompeyana

Lawrence Alma Tadema
1868
Óleo sobre lienzo
130 x 369 cm
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

Catálogo y actividades paralelas

Este itinerario está acompañado por una publicación, patrocinada por la Comunidad de Madrid, que recoge los recorridos por las obras seleccionadas comentadas e incluye textos introductorios de Estrella de Diego, Carlos Reyero, José Manuel Matilla, Víctor M. Macías-González, Javier Portús, María Cruz de Carlos, Manuela Mena, Álvaro Perdices y Carlos G. Navarro, estos dos últimos comisarios del proyecto.

En la página web institucional se ofrecen una serie de conversaciones entre artistas e historiadores, periodistas y agentes culturales que abordarán las cuestiones principales y los problemas de la representación de las otras condiciones del amor y la sexualidad a través del arte y la literatura.

También se celebrarán dos conferencias: Masculinos y clásicos. Homoeróticos en la colección del Museo del Prado, el domingo 18 junio a las 12:00 horas, y De la atracción consciente al deseo inconfesable: La fascinación por lo masculino en los pintores académicos del siglo XIX, el domingo 25 junio a las 12:00 horas.

Por último, el itinerario guiado La mirada del otro: escenarios para la diferencia es una actividad gratuita para los visitantes con entrada al Museo Nacional del Prado de Madrid. Tendrá lugar los miércoles a las 11:00 y a las 17:00 horas a partir del 21 de junio, mediante inscripción previa 15 minutos antes del comienzo de la actividad en el punto de encuentro de Educación. El máximo será de 25 personas por cada grupo.

 

 
 

David con la cabeza de Goliat

Caravaggio (Michelangelo Merisi)
Hacia 1600
Óleo sobre lienzo
110,4 x 91,3 cm
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

Horarios: lunes a sábado, de 10:00 a 20:00 horas; domingos y festivos, de 10:00 a 19:00 horas.

 

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1594
Óleo sobre tabla
44 x 98 cm
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

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