MACCHIAIOLI. REALISMO IMPRESIONISTA EN ITALIA

11/09/2013


 

 
 

Algunos integrantes de los macchiaioli retratados hacia 1860 por un fotógrafo anónimo: sentados, de izquierda a derecha, Serafino de Tivoli, Saverio Altamura, Silvestro Lega y Ferdinando Bonamici; de pie, de izquierda a derecha, Giuseppe Blanchi, un personaje desconocido, Cristiano Banti y Odoardo Borrani. La fotografía se conserva en una colección particular.

 

Introducción

En Florencia, hacia 1855, un grupo de jóvenes pintores emprende la búsqueda de un arte nuevo. Se oponen decididamente a la pintura académica y al romanticismo histórico, su marco de formación, y persiguen lo verdadero en el arte asumiendo como práctica predilecta la pintura al aire libre. En sus pinturas, pequeñas en cuanto a formato pero monumentales en su concepción, crean una sincera e innovadora visión del paisaje toscano, con fuertes contrastes lumínicos captados mediante la yuxtaposición de manchas de color.

Entre sus principales protagonistas destacan Giovanni Fattori, Silvestro Lega, Telemaco Signorini, Giuseppe Abbati, Giovanni Boldini o Odoardo Borrani, todos ellos unidos en torno al crítico y mecenas Diego Martelli. Conocidos como los macchiaioli ("manchistas") -un nombre en origen peyorativo por la esbozada esencialidad de sus pinturas-, protagonizan uno de los capítulos más brillantes de la modernización de la pintura europea, adelantándose a buena parte de las premisas proclamadas posteriormente por los impresionistas.

La muestra Macchiaioli. Realismo Impresionista en Italia ha sido co-producida por FUNDACIÓN MAPFRE y los museos de Orsay y de L’Orangerie, París. Reúne cerca de 100 obras procedentes de las más prestigiosas colecciones públicas y privadas italianas, entre las que destacan la Galleria d'Arte Moderna del Palazzo Pitti de Florencia, la Galleria Nazionale d'Arte Moderna de Roma, la Galleria d'Arte Moderna de Milán, la Fondazione Musei Civici di Venecia, la Galleria Internazionale d'Arte Moderna di Ca'Pesaro de Venecia, el Museo Civico Giovanni Fattori de Livorno y el Istituto Matteucci de Viareggio, entre otras.

Se trata de la primera exposición realizada en España en torno a este movimiento, a pesar de la importancia e influencia que tuvieron los macchiaioli en la pintura española de finales del siglo XIX. Al mismo tiempo se presentará un pequeño conjunto del pintor español Mariano Fortuny, porque desde un planteamiento claramente distinto, compartió con ellos algunos puntos de vista y algunas maneras.

 

 
 

Giovanni Fattori en su Taller

Giovanni Boldini
1886-1887
Óleo sobre tabla
13 x 24 cm
Colección Intesa Sanpaolo

 

El Caffè Michelangiolo

A mediados del siglo XIX, la ciudad de Florencia acoge una intensa actividad cultural. Durante los años del Risorgimento, la importancia social y política de Florencia crece de manera exponencial, especialmente en los años en los que ostenta la capitalidad italiana. Desde 1852, el Caffè Michelangiolo se convierte en el espacio de encuentro tanto para los artistas florentinos como para los procedentes de otros lugares de Italia y también del resto de Europa (Manet, Degas o Tissot). Situado cerca de la Piazza del Duomo, en la llamada Via Larga (actual Via Cavour), el Caffè Michelangiolo dispone de una salita reservada en la que se reúne el grupo de jóvenes artistas que serán conocidos con el nombre de macchiaioli.

Los parroquianos del Caffè Michelangiolo discuten apasionadamente de arte y de política: su compromiso con la renovación artística corre en paralelo a sus ideales políticos en pro de una nueva Italia. Congregados en torno al crítico y mecenas Diego Martelli, se rebelan contra la pintura académica en la que se han educado, y buscan, ante todo, una verdad honesta y sin artificios, que plasmarán en sencillos paisajes, escenas campesinas o el retrato de la burguesía. Al debate en el café se incorporan también las innovaciones de la escena del arte parisina, de la mano de algunos de estos pintores a la vuelta de su viaje a París.

La unión de los ideales artísticos y políticos de estos artistas se traduce asimismo en una fuerte amistad entre ellos. Juntos trabajan en Castiglioncello, en la hacienda agrícola que Diego Martelli hereda en 1861 y que comparte con sus amigos pintores para estudiar la riqueza cromática de la campiña toscana; juntos trabajan en Piagentina, pintando la calma quattrocentista de la burguesía italiana.

El conjunto de retratos que presenta esta exposición da testimonio de la amistad que une a estos pintores, pero también de su necesidad de afirmarse como artistas en sus poses cotidianas, sin la impostura del retrato romántico, pintando del natural sus pequeñas tablas construidas mediante manchas de color.

 

 
 

Carreta Roja en Castiglioncello

Odoardo Borrani
1865-1866
Óleo sobre tela
12,6 x 66,5 cm
Istituto Matteucci de Viareggio

 

La Conquista del Aire Libre

La revolución de los macchiaioli encuentra su razón de ser en la pintura al aire libre, que se convierte en su principal seña de identidad. En su propuesta de un arte nuevo, este grupo de pintores se identifica con los paisajes de la Toscana italiana bañados por el sol, con claroscuros muy marcados a través de manchas de color fuertemente contrastadas, con gran concisión en los detalles y construidos a través de planos sucesivos, como hacían los maestros del Quattrocento.

Por primera vez, los paisajes de Vincenzo Cabianca, Giovanni Fattori, Odoardo Borrani o Giuseppe Abbatti, ya sea en La Spezia, Livorno o Castiglioncello, pretenden expresar el sentimiento de un lugar preciso, en una estación determinada y a una hora concreta. Los artistas se desplazan juntos para pintar el paisaje del natural y, en este sentido, su modo de trabajo puede recordar al de los artistas de la Escuela de Barbizon; no obstante, el grupo de los macchiaioli resulta ser más osado, y se enfrentan al paisaje puro, lleno de luz y color, con una libertad hasta entonces desconocida.

Los formatos rectangulares, muy apaisados, así como la utilización de la madera como soporte predilecto, deben ponerse en relación con las predelas florentinas del Trecento y el Quattrocento. Siguiendo este espíritu, la construcción rigurosa de las composiciones confiere a las escenas una solemnidad y una monumentalidad nuevas: el mundo de los campesinos se aleja del realismo social para proyectarse bajo una mirada elegíaca que encuentra una nueva poesía en la vida rural, sincera y sencilla.

 

 
 

La Torre Roja

Giovanni Fattori
1875
Óleo sobre cartón
14 x 28 cm
Museo Civico Giovanni Fattori de Livorno

 

La Macchia

En las pequeñas tablas de los macchiaioli, de apenas quince centímetros de alto, se concentra su radical experimentación plástica. Se trata de unas tablitas de madera procedentes, en muchas ocasiones, de la recuperación de diferentes embalajes -por ejemplo, cajas de puros-; un soporte sobre el que los colores al óleo se aplican sin imprimación, dejando visibles las vetas de la madera.

El método de los macchiaioli privilegia la abreviación, la masa y el relieve, frente a la minuciosidad descriptiva propia de la pintura romántica anterior. La realidad se observa como una yuxtaposición de manchas de color fuertemente contrastadas, pues, aunque la luz no cambia el color, sí transforma de manera radical las intensidades del tono. Se establece así una rigurosa síntesis geométrica de las formas: reducidos los valores de la pintura a la luz y a la sombra, la construcción y organización espacial resulta de las líneas que delimitan los colores-luz y los colores-sombra.

Dicha definición de las composiciones mediante la mancha de color les valió a estos pintores el calificativo peyorativo de macchiaioli ("manchistas") por parte de un crítico anónimo; denominación que en 1862 Signorini adoptó para el grupo, estableciendo así un paralelismo evidente con el término "impresionismo", lanzado irónicamente por el periodista Louis Leroy en 1874, y adoptado por Monet y sus amigos.

Al igual que los impresionistas, los macchiaioli se interesan profundamente por las nuevas investigaciones en torno al color y a la óptica. A través de la luz y del color, los impresionistas fundan un nuevo sistema de visión de lo real; los macchiaioli, sin embargo, "simplifican" la visión tradicional, eliminando, a través de esos mismos valores, las habituales perspectivas escenográficas, y retomando la formulación del siglo XV.

 

 
 

De Guardia/El Muro Blanco

Giovanni Fattori
1871
Óleo sobre tela
37 x 57 cm
Fundación Progetto Marzotto de Trissino

 

La Unidad de Italia

Durante la primera mitad del siglo XIX se constituye en Italia un gran movimiento nacionalpatriótico. A pesar de las divisiones, este movimiento está unido por la convicción de la existencia de una nación italiana, digna de poseer su propia expresión estatal. Los ideales patrióticos se difunden ampliamente, involucrando a aristócratas y burgueses, a las clases medias y obreras y, por supuesto, a los intelectuales y artistas.

Los jóvenes del Caffè Michelangiolo se comprometen políticamente y participan como voluntarios en las guerras de la independencia italiana y en las campañas en pro de su unidad. Se convierten, así, en verdaderos actores de los conflictos bélicos del Risorgimento, pero, también, a través de sus pinturas, en excepcionales cronistas de la situación política que están viviendo.

En un momento en el que se desencadena una ola de retórica belicista, volcada en glorificar el martirio y el sacrificio militar, los macchiaioli proponen una mirada desencantada y valiente sobre sus propias experiencias, y construyen una nueva imagen del Risorgimento a partir de valores puramente plásticos.

 

 
 

La Luna de Miel

Telemaco Signorini
1862-1863
Óleo sobre tela
31 x 98,5 cm
Istituto Matteucci de Viareggio

 

La Pintura de la Intimidad

Tras el período más experimental de la macchia, que tiene lugar durante la primera mitad de los años de 1860, y especialmente en Castiglioncello, algunos artistas se instalan en la localidad de Piagentina, controvertido refugio que los macchiaioli adoptan como oposición a la emergente Florencia haussmanniana. Silvestro Lega se aísla en la residencia de la familia Batelli; Telemaco Signorini, a su regreso de París, se traslada asimismo a una casa cercana a la de Lega, y lo mismo hará Odoardo Borrani.

En este periodo, el género del retrato fue particularmente querido y popular entre los macchiaioli. Una máxima fundamental consistía en superar las convenciones del posado y la ambientación biedermeier, en beneficio de la naturalidad del modelo representado y la cotidianidad del ambiente en el que se integra. De hecho, la desenvoltura en el posado entraba en seria contradicción con la "distinción" del canon purista, y ésta era una diferencia que los jóvenes artistas trataban de destacar.

En Piagentina, los artistas abordan el retrato íntimo de la tranquila y elegante intelectualidad burguesa, que, para los macchiaioli, debería ser la clase dominante de la nueva nación unida. En las escenas de la intimidad femenina queda sellada la confianza en un mundo sereno y bien estructurado.

Se pone de manifiesto la necesidad de recuperar el Quattrocento florentino como una tradición propia, capaz de convertirse en una base sólida sobre la que construir un arte nacional. Los artistas trabajarán en vías donde poder conjugar esta tradición con una nueva pintura que apuesta por los valores lumínicos.

 

 
 

Playa de Portici

Mariano Fortuny
1872-1873
Óleo sobre tela
73,6 x 32,2 cm
Meadows Museum de Dallas

 

Mariano Fortuny

Simultáneamente a la aventura de los macchiaioli, en Europa se está desarrollando de manera extraordinaria una pintura de carácter comercial, con temas agradables ambientados en siglos pasados, de pequeño formato y con una técnica depurada y preciosista, que hace las delicias de coleccionistas y marchantes. Mariano Fortuny es uno de los grandes representantes de este género, despreciado por los macchiaioli y que fue blanco de un importante debate en torno a la concepción de lo verdadero en el arte.

Sin embargo, en los años más intensos de dicho debate, Mariano Fortuny se siente hastiado de acometer su producción al dictado de la pintura comercial y, poco a poco, su obra se encamina con gran libertad hacia la pintura al aire libre, acercándose -aunque desde posturas, a priori, contrapuestas- a presupuestos estilísticos significativamente similares a los desarrollados por los macchiaioli. Sin que existiera una relación estrecha entre ellos, Fortuny y los macchiaioli bebieron en las fuentes comunes del arte del napolitano Domenico Morelli y encontraron soluciones muy parecidas a sus búsquedas estilísticas.

El pequeño grupo de pinturas de Mariano Fortuny que se presenta en esta exposición pretende poner de manifiesto la proximidad entre sus respectivas propuestas. A través de formatos marcadamente rectangulares, y sobre sus pequeñas y espontáneas tablitas, el pintor de Reus (Tarragona) muestra su fascinación ante los valores lumínicos, construyendo sus paisajes en planos sucesivos, con fuertes contrastes de claroscuros.

La profunda influencia que este episodio tan personal de la obra de Fortuny tiene en la siguiente generación de artistas españoles, entre los que destacan Ignacio Pinazo y Joaquín Sorolla, es el eslabón por el que la pintura de los macchiaioli conecta con la mejor pintura española de finales del siglo XIX.

 

 
 

La Casa Batelli en Piagentina

Silvestro Lega
1863
Óleo sobre tela
43,4 x 79,3 cm
Istituto Matteucci de Viareggio

 

Hasta el 5 de enero de 2014 en la Fundación Mapfre (Paseo de Recoletos, nº 23, Madrid)
Horario: lunes, de 14:00 a 20:00 horas; martes a sábado, de 10:00 a 20:00 horas; domingos y festivos, de 11:00 a 19.00 horas.

 

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