EL ESPEJO PERDIDO

28/10/2023


 

 
 
El milagro de la nube (Pedro Berruguete)

 

Presentación

Toda imagen creada es un espejo que refleja unos modos de ver. Miramos el mundo y a los otros en relación con nosotros mismos, a través de nuestra mentalidad y actitud.

Mediante una amplia selección de obras, la exposición El espejo perdido. Judíos y Conversos en la España Medieval recupera en el Museo Nacional del Prado de Madrid un espejo medieval: el retrato de los judíos y los conversos concebido por los cristianos en España entre 1285 y 1492. Durante esa época, las imágenes desempeñaron un papel fundamental en la compleja relación entre estos tres colectivos: por un lado, fueron un importante medio de transferencia de ritos y modelos artísticos entre cristianos y judíos, al tiempo que propiciaron un espacio de colaboración entre artistas de ambas comunidades; por otro, como sombrío reverso, contribuyeron a difundir el creciente antijudaísmo que anidaba en la sociedad cristiana. En este terreno, la estigmatización visual de los judíos fue un fiel reflejo del espejo cristiano, de sus creencias y ansiedades, y, con ello, un poderoso instrumento de afirmación identitaria.

Tras la masiva conversión de judíos al cristianismo como consecuencia de los pogromos de 1391, las imágenes de culto se situaron en el centro de la polémica, convirtiéndose en la prueba para afirmar la sinceridad de los nuevos cristianos o, por el contrario, para acusarlos de judaizar. La extensión de estas infundadas sospechas de herejía judaizante se encuentra en la base de la fundación de la Inquisición española en 1478. Consciente del poder de las imágenes, la nueva institución hizo un uso intensivo de las mismas, ya fuese para diseñar poderosas escenografías o para definir fórmulas de identificación visual de los conversos.

La muestra, comisariada por Joan Molina Figueras, Jefe de Departamento de Pintura Gótica Española del Museo del Prado, podrá visitarse hasta el 14 de enero de 2024.

 

 
 
La Fuente de la Gracia (Jan van Eyck)

 

Transferencias e intercambios

Cristianos y judíos habitaban en un espacio compartido con unas fronteras religiosas permeables. A pesar de las diferencias entre ambas comunidades, artistas judíos fueron autores de obras para cristianos y viceversa, maestros cristianos realizaron obras para judíos. Con frecuencia las transferencias e intercambios fueron estimulados por los propios clientes. En una muestra de aculturación, la élite judía encargó manuscritos iluminados, entre los que destacan las "hagadás", con un formato y tipología parecidos a los de los códices cristianos. Por su parte, algunos pintores y comitentes cristianos se sirvieron de su conocimiento íntimo de las costumbres y la vida ritual de los judíos para concebir retratos de diverso signo: desde positivas estampas de ambientes y prácticas tradicionales hasta escenas diseñadas a partir de un prisma claramente polémico. Las imágenes ponen de relieve que para los cristianos ningún adversario religioso era más familiar, y por ello mismo más difícil de ignorar, que los judíos.

 

 
 
Busto de Cristo (Antoniazzo Romano)

 

De precursores a ciegos

En el concepto cristiano de la Historia de la Salvación, los denominados Antiguo y Nuevo Testamento están unidos de forma indisociable. De ahí que destacados monarcas y profetas judíos fueran materia habitual de la iconografía cristiana, donde se representaron como prefiguraciones de la Nueva Ley.

Frente a esta visión positiva, desde el siglo XIII los teólogos cristianos desarrollaron una actitud claramente beligerante al incidir negativamente en la incapacidad de los judíos para aceptar la naturaleza divina de Jesús. Las imágenes, como los textos, se hicieron eco de esta polémica mediante la explícita metáfora de la ceguera de los judíos, un tema que conoció una gran difusión y que fue reproducido en todo tipo de obras y soportes.

Pese a que un buen número de autoridades siguieron defendiendo que la conversión al cristianismo de los judíos era posible, la recreación figurativa de esta ceguera abrió paso a la construcción de su alteridad. Con su negación del Mesías, el judío empezó a convertirse en el Otro.

 

 
 
Aparición de la Virgen a una comunidad de dominicos (Pedro Berruguete)

 

Antijudaísmo e imágenes mediáticas

A partir de finales del siglo XIII, en el contexto de una violencia sistémica contra los judíos, se desarrolló una variada iconografía antijudía. En ella encontramos desde retratos concebidos a partir de caricaturizaciones y signos denotativos (indumentarias y rodelas) hasta escenas que presentan a los judíos como enemigos de la fe cristiana. Como en el resto del Occidente europeo, además de expresar intolerancia y prejuicios, a menudo la promoción de estas imágenes infamantes obedece a estrategias de afirmación de la identidad cristiana. Solo hay que fijarse en las escenas con actos de profanación de imágenes de culto y de la hostia o en los ciclos de la Pasión. Desde un punto de vista cristiano, muchas de estas representaciones fueron consideradas un eficaz medio para ratificar creencias que habían despertado una viva controversia en el seno de la Iglesia, como el culto a las imágenes y a la Eucaristía, o para difundir devociones de carácter cristocéntrico. La deformada imagen del judío como profanador y deicida fue un reflejo del espejo cristiano; una manifestación de las creencias, miedos y ansiedades de los fieles de la Iglesia romana.

 

 
 
Varón de Dolores (Juan Sánchez de San Román)

 

Imágenes para conversos, imágenes de conversos

Tras los pogromos que en 1391 asolaron buena parte de las aljamas peninsulares, un gran número de judíos se vio obligado a abrazar el cristianismo. Lejos de acabar con las tensiones, el proceso de conversión masiva aumentó el temor de que el cristianismo estuviera ahora amenazado por el judaísmo desde su propio seno. A través de la acusación de judaizar, los miedos y ansiedades se redirigieron hacia los cristianos nuevos, es decir, hacia los conversos y sus descendientes. En esta situación, única en toda Europa, las imágenes fueron un medio activo y poderoso para expresar deseos e inquietudes de muy diversa índole. Por un lado, los cristianos favorables a la evangelización las utilizaron para transmitir la necesidad de la conversión a todos aquellos que permanecían fieles a la Ley de Moisés. Por el otro, el creciente clima de desconfianza impulsó a muchos conversos a encargar imágenes religiosas para despejar las sospechas de judaizar. En un caso u otro, las imágenes estuvieron en el centro de la polémica.

 

 
 
Auto de Fe presidido por Santo Domingo de Guzmán (Pedro Berruguete)

 

Imágenes para conversos, imágenes de conversos

Durante el siglo XV, el clima de animadversión hacia los conversos fue en aumento y acabó desembocando en el establecimiento de la Inquisición (1478), una institución particular de los reinos hispanos fundada para perseguir a los nuevos cristianos sospechosos de judaizar.

A los recelos de índole religiosa se había añadido desde 1449, fecha de la promulgación de los primeros estatutos de limpieza de sangre en Toledo, un prejuicio racial: la idea de que los conversos eran corruptos por tener sangre impura.

En este ambiente de persecución y sospechas, las imágenes religiosas volvieron a desempeñar un destacado papel. Las acusaciones de su profanación se convirtieron en uno de los argumentos más utilizados contra los procesados por herejía judaizante. Las imágenes fueron también el medio para diseñar retóricos programas que justificaban y enaltecían el proyecto represivo desplegado por la Inquisición.

Por último, cabe destacar la creación de una iconografía estigmatizadora de los conversos judaizantes, punto de partida de una nueva e infamante alteridad visual. Un intenso proceso de creación figurativa que alcanzó uno de sus momentos más álgidos en torno a 1492, cuando se decretó la expulsión de los judíos.

 

 
 
La Virgen de los Reyes Católicos (Maestro de la Virgen de los Reyes Católicos)

 

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