MOMIAS EGIPCIAS. EL SECRETO DE LA VIDA ETERNA

20/12/2012


 

 
 
Sarcófago de Amenhotep. Tebas (1070-945 a. C.)

 

INTRODUCCIÓN

Un recorrido por la vida y la muerte en el Antiguo Egipto, en el que las momias se convierten en únicos testigos de un mundo desaparecido y nos revelan sus secretos. La Obra Social "la Caixa" presenta por primera vez Momias Egipcias. El Secreto de la Vida Eterna en CaixaForum Lleida, una exposición que aproxima a los visitantes a las creencias sobre la vida después de la muerte en el Antiguo Egipto, lo que siempre ha fascinado a numerosos estudiosos y viajeros.

La muestra analiza los complejos rituales relacionados con la muerte y la otra vida, profundizando en la evolución del arte de la momificación. Por otro lado, explica cómo arqueólogos y científicos han obtenido información a partir del análisis de los hallazgos arqueológicos y de la interpretación de los jeroglíficos, y cómo las nuevas tecnologías ha permitido ampliar los conocimientos sobre esta fascinante civilización y descubrir aspectos inéditos sobre sus costumbres, sus condiciones de vida y los rituales relacionados con el más allá.

Momias Egipcias. El Secreto de la Vida Eterna incluye más de 180 piezas de distintos periodos, procedentes de diversas cámaras sepulcrales. Los visitantes encontrarán momias humanas y animales, así como sarcófagos, joyas, amuletos, máscaras, esculturas, estelas y objetos personales. Destacan los sarcófagos de Amenhotep y, especialmente, el conjunto de Anjhor, que se muestra entero con la momia y los sarcófagos, y que permite conocer parte de la vida de este hombre que vivió en Egipto hace más 2.000 años.

La muestra propone un recorrido a partir de los tesoros del Rijksmuseum van Oudheden de Leiden, el Museo Nacional de Antigüedades de los Países Bajos, conocido en todo el mundo por sus colecciones de egiptología. El Antiguo Egipto ha intrigado y fascinado a estudiosos y viajeros durante siglos. La primera parte de la muestra analiza los complejos rituales relacionados con la muerte y la otra vida en esta antigua civilización. La idea de "morir para volver a nacer" exigía conservar el cuerpo del difunto y, a lo largo de los siglos, los antiguos egipcios fueron perfeccionando el arte de la momificación. Este apasionante tema es analizado y explicado mediante objetos hallados en tumbas. Sin embargo, a pesar de que estos elementos revelan muchas cosas del pasado, constituyen tan solo parte de la historia: son las momias las que nos ofrecen la posibilidad de descubrir cómo se vivía y se moría en el antiguo Egipto.

Las modernas tecnologías, desarrolladas a menudo inicialmente en la medicina, han permitido que científicos y arqueólogos ampliaran sus conocimientos sobre las enfermedades, hábitos alimentarios y condiciones de vida en el antiguo Egipto. Una parte de la muestra está centrada en la forma en que estudiosos, arqueólogos y científicos han ido obteniendo toda esta información a lo largo del tiempo. Aunque las inscripciones de los sarcófagos han permitido obtener numerosos datos, para conseguir más información a partir de las momias era necesario desenvolverlas, procedimiento invasivo y destructivo. Hoy en día, las técnicas no invasivas, como las radiografías o distintos tipos de escaneados, permiten examinar las momias sin estropear su cuerpo.

La exposición incluye tomografías computadorizadas de momias realizadas por el Rijksmuseum van Oudheden de Leiden. Este tipo de exploraciones radiológicas ha aportado nuevos datos -que de otro modo habría sido imposible obtener- sobre la momificación del cuerpo y su estado, y, además, ha mostrado los escarabajos escondidos en el envoltorio. Un elemento clave de la muestra es la increíble historia de Anjhor, gran sacerdote de Tebas que vivió hacia 650 a. C. Los datos sobre su momia y su sarcófago provienen de varias fuentes y nos aportan gran cantidad de información: desde el descubrimiento de la momia a principios del siglo XIX hasta los recientes hallazgos logrados mediante un escáner corporal. A través de una tomografía se obtuvo información sobre su anatomía, su edad y su estado de salud general, así como sobre la forma de momificación. La historia de Anjhor nos ofrece una fascinante perspectiva sobre la vida y la muerte en el antiguo Egipto.

Momias Egipcias. El Secreto de la Vida Eterna invita a los visitantes a un viaje al mundo de los rituales funerarios del antiguo Egipto que les permitirá ampliar sus conocimientos sobre la creencia en la vida después de la muerte en dicha cultura y sobre la labor que realizan arqueólogos y científicos para averiguar el pasado. Las momias se convierten en testimonios primordiales del pasado y nos revelan todos sus secretos.

 

 
 
Sarcófago interior de Anjhor. Tebas, Deir el Bahari (hacia 625 a. C.)

 

MORIR PARA RENACER

Los antiguos egipcios entendían la muerte como un paso hacia la resurrección: morir para renacer. Tras el fallecimiento empezaba una nueva vida en un mundo gobernado por Osiris, el dios de los muertos. Sin embargo, antes de entrar en el reino de Osiris el difunto debía enfrentarse al Juicio Final.

Según un antiguo mito egipcio, Osiris, hijo de la diosa Nut, fue asesinado por su celoso hermano Set. Para evitar que volviera a la vida, Set lo descuartizó y esparció los pedazos del cadáver por todo Egipto. Isis, hermana y esposa de Osiris, reunió los trozos del cuerpo descuartizado y utilizó sus poderes mágicos para resucitarlo. Con la ayuda del dios Anubis, juntó y vendó los restos. Se trata de la primera momificación, que permitió a Osiris volver a la vida. Una vez conquistada la muerte, pasó a ser el dios de la resurrección y de la otra vida y a gobernar el Reino de los Muertos. Osiris e Isis tuvieron un hijo, Horus, que vengó el asesinato de su padre derrotando a Set en una batalla por el trono de Egipto.

Osiris gobernaba en el Reino de los Muertos. Era el juez supremo de los difuntos y presidía el Juicio Final, en el que el fallecido se presentaba ante él y 42 dioses que juzgaban sus acciones. Ante ellos debía demostrar su pureza y probar que su conciencia estaba completamente limpia de pecados. El corazón del difunto se pesaba comparándolo con una pluma, que representaba a Maat, la diosa de la verdad, para valorar su inocencia. Si el corazón pesaba más que la pluma, la diosa demonio Ammit lo devoraba, con lo que se condenaba al muerto al olvido. Si pesaba más la pluma, se consideraba que el difunto había llevado una vida recta y podía acceder al más allá. Esta escena, llamada sicostasia, término de origen griego que significa "el peso del alma", aparece representada en todos los Libros de los Muertos hallados desde finales del Imperio Antiguo.

Toda persona, formada por un cuerpo terrenal y un conjunto de aspectos espirituales, era considerada única. Los componentes espirituales más importantes eran el ka, la fuerza vital, y el bai, el alma. Para que el difunto alcanzara la vida eterna era necesario que el ka y el bai pudieran regresar al cuerpo terrenal, que se preservaba y se protegía mediante la momificación.

Durante el Imperio Nuevo (1550-1070 a. C.) empezaron a aparecer representaciones del pájaro bai volando en torno al difunto tanto en las pinturas funerarias como en el Libro de los Muertos. El ka era la fuerza vital, que los antiguos egipcios consideraban uno de los elementos fundamentales de todo ser humano y que, tras la muerte, debía garantizar la supervivencia del difunto. Era la forma del espíritu que servía para canalizar la comida y la bebida entre el mundo de los vivos y el de los muertos.

 

 
 
Momia de Anjhor. Tebas, Deir el Bahari (hacia 625 a. C.)

 

LA MOMIFICACIÓN

Cuando alguien moría, su cadáver se llevaba a la casa de embalsamamiento, donde se realizaba la momificación. El proceso más completo duraba alrededor de 70 días y constaba de varias etapas: evisceración (extracción de los órganos), deshidratación y, por último, aplicación del vendaje. Los sacerdotes colocaban amuletos y en ocasiones joyas sobre el cadáver y entre las capas de vendas para proteger al difunto en su viaje. El dios Anubis presidía todas las momificaciones y velaba el reposo de los muertos. También solía encargarse de acompañar al difunto ante Osiris en el Juicio Final.

La complejidad de la momificación fue aumentando con el tiempo. Los procesos concretos dependían también de lo que pudiera permitirse la familia del difunto. Los reyes, miembros de la nobleza y funcionarios de alto rango podían costearse momificaciones más elaboradas, pero los menos adinerados tenían que conformarse con una sencilla aplicación externa de natrón, y los más pobres se quedaban sin nada.

Cuando el cuerpo del difunto llegaba a la casa de embalsamamiento era lavado para purificarlo ritualmente. A continuación se procedía a la extracción de los pulmones, el estómago, los intestinos y el hígado, por lo general a través de una incisión realizada con un cuchillo de sílex en el lado izquierdo del vientre. Los órganos eran lavados, secados, tratados con natrón y vendados para colocarlos en canopes. En determinados casos se extraía el cerebro por la nariz con la ayuda de una sonda mediante un gancho, utensilio que servía para deshacer el cerebro en putrefacción. El corazón, donde se consideraba que residían la memoria y la emoción, tenía que ser juzgado antes de que el difunto pudiera pasar a la otra vida, de modo que se dejaba dentro del cuerpo.

Una vez extraídos los órganos, el cadáver se cubría con natrón y se dejaba así durante aproximadamente un mes. El natrón era una sal natural hallada en Wadi Natrun, entre Alejandría y El Cairo, que ayudaba a deshidratar el cuerpo eliminando todo resto de grasa. También actuaba como agente antibacteriano. Al final, el cuerpo era aclarado y se le aplicaban aceites y ungüentos para mantener parte de la elasticidad de la piel.

El proceso de vendaje del cadáver era supervisado por un sacerdote, quien recitaba las oraciones adecuadas a medida que se añadían capas de vendas. La forma de envolver los cuerpos varió a lo largo del tiempo. Así, por ejemplo, a partir del año 2000 a. C. aproximadamente empezaron a emplearse capas adicionales de vendas para unir las extremidades al cuerpo en la clásica forma de momia. A continuación, la momia se envolvía en un sudario para completar su transformación en una réplica del dios de la muerte, Osiris.

Según el periodo y el estatus del difunto, se colocaban en el cadáver vendado determinados amuletos y joyas para su adorno y protección. Las máscaras de cartonaje aparecieron hacia el año 2100 a. C., y las cajas de cuerpo entero de cartonaje fueron introducidas hacia el año 900 a. C. Tanto las máscaras como otros ornamentos se elaboraron con ese material asequible hasta la época romana, en algunos casos con decoraciones de pan de oro e incrustaciones de vidrio.

Los antiguos egipcios creían que en el corazón residían la inteligencia y la emoción. Durante el proceso de momificación este órgano se dejaba dentro del cadáver o, en ocasiones, era sustituido por un escarabeo o una vasija en forma de corazón. Tras la muerte, el corazón del difunto era sometido a un juicio en el que era pesado. Por esa razón los egipcios colocaban sobre el cuerpo un escarabeo donde se grababa una fórmula mágica encomiando al corazón a no declarar los pecados para que el difunto pudiese gozar de vida eterna.

Los "libros" funerarios de rollos de papiro empezaron a producirse durante el Imperio Nuevo, hacia el año 1550 a. C. Al principio se colocaban cerca de la momia en la cámara sepulcral, a veces dentro de una estatuilla, pero más tarde dispuestos sobre el propio cuerpo. Se trataba de guías para llegar al otro mundo y garantizar que el fallecido pasara con éxito a la vida eterna. Los antiguos egipcios creían que lo que estaba escrito o representado en ellos podía suceder mágicamente en el otro mundo. El más habitual era el Libro de la Salida al Día, más conocido hoy como Libro de los Muertos, pero había muchos más, como el Libro de lo que hay en el Otro Mundo (Amduat en egipcio), el Libro de las Cavernas, el Libro de las Puertas o el Libro de la Respiración.

Los ataúdes y sarcófagos, denominados con frecuencia Arcas de la Vida, solían ser decorados mediante textos e imágenes que conferían una protección mágica al difunto. La posición social y económica y la moda dictaban el tipo de ataúd donde era depositada la momia, a veces en parejas o grupos de tres. Hasta el Segundo Periodo Intermedio (hacia el año 1650 a. C.) fueron rectangulares, y después adoptaron la forma de momia con máscara. En general eran de madera o cartonaje, aunque algunos reyes tuvieron ataúdes de oro o plata. En ocasiones eran colocados en el interior de sarcófagos de piedra.

 

 
 
Pájaro Bai (hacia 712-332 a. C.)

 

LA CASA DE LA ETERNIDAD

Una vez momificado y dentro del ataúd, el difunto era trasladado a su tumba, la denominada casa de la eternidad, con frecuencia orientada hacia el sol poniente. La cámara sepulcral, que quedaba sellada tras una ceremonia, contenía la momia, los sarcófagos y el ajuar funerario.

El número y el tipo de objetos depositados variaban según la dinastía y la posición económica del difunto. Las paredes de la mayor parte de las cámaras no estaban decoradas, aunque algunas presentaban textos e imágenes de libros funerarios. La tumba contaba también con una capilla en la superficie donde familiares, sacerdotes y visitantes rendían homenaje al difunto y dejaban sus ofrendas. En la capilla había una falsa puerta, una estela o una estatua del difunto que marcaba la frontera entre el mundo de los muertos y el de los vivos. El bai y el ka podían pasar de un mundo a otro a través de dicho elemento.

La ceremonia de apertura de la boca es un ritual funerario que se realizaba a la entrada de la tumba. Servía para reactivar los sentidos del cuerpo momificado. Un sacerdote retornaba el aliento de vida al fallecido y le restituía la capacidad de utilizar la boca para hablar y comer en la otra vida. Esta ceremonia también se practicaba a las estatuas del difunto, a fin de que pudieran recibir por medios mágicos las ofrendas depositadas en la capilla.

Los antiguos egipcios creían que la vida eterna se parecería a su existencia terrenal. De ahí que las cámaras funerarias estuvieran repletas de elementos y objetos cotidianos que, por medios mágicos, debían facilitar al difunto en la eternidad una forma de vida que le resultara familiar. Los más pobres eran menos afortunados y recibían sepultura en simples hoyos practicados en el suelo.

 

 
 
Estatua de un matrimonio. Saqqara (hacia 1550-1307 a. C.)

 

LA CAPILLA DE LAS OFRENDAS

Idealmente, todas las tumbas debían tener una cámara funeraria y una capilla. La primera debía sellarse para la eternidad, pero la segunda permanecía siempre abierta para que pudieran visitarla los familiares y depositar sus ofrendas. Dentro de la capilla, el difunto solía estar representado mediante una pintura o un relieve situado frente a una mesa llena de ofrendas alimentarias. Con frecuencia se incluían también escenas de la vida del fallecido e imágenes de su familia. Las capillas de las tumbas reales eran mucho mayores y a menudo adquirían la forma de grandes templos.

La estela funeraria permitía que el ka del difunto abandonara la cámara sepulcral y entrara en la capilla para disfrutar de las ofrendas alimentarias de los vivos. Estas estelas contienen textos y escenas con sortilegios y fórmulas para la elaboración mágica de alimentos. Las estelas solían ser colocadas en la parte más interna de la capilla. Con frecuencia se esculpían o pintaban en ellas imágenes del difunto ante la mesa de las ofrendas y de familiares o sirvientes portando comida y bebida. El fallecido era representado a menudo realizando ofrendas a los dioses. A diferencia de las estelas de piedra halladas en capillas, las de madera eran depositadas dentro de la cámara sepulcral, cerca del féretro. Marcan un cambio en las prácticas funerarias producido a principios del Tercer Periodo Intermedio (hacia el año 1070 a. C.): en lugar de constituir un conducto para las ofrendas situadas en la capilla, al parecer aportaban directamente el sustento al difunto.

En ocasiones se instalaba una estatua representativa del difunto denominada shesep (receptor). El ka, la fuerza vital, podía entrar en esa figura para recibir las ofrendas destinadas a alimentar al muerto. La estatua era también un sustituto simbólico del cuerpo momificado en caso de que fuera destruido o se deteriorara.

 

 
 
Piramidón de Ptahemuia. Saqqara (hacia 1325 a. C.)

 

LA HISTORIA DE LA EGIPTOLOGÍA

Las tumbas egipcias han sufrido saqueos durante siglos. Además, una vez robados sus tesoros, muchas momias acabaron destruidas y con frecuencia deshumanizadas: los cuerpos eran reducidos a un polvo que se empleaba para elaborar pinturas o medicamentos, o bien se usaba como fertilizante, o incluso como combustible para locomotoras. En otros casos se convirtieron en recuerdos, souvenirs curiosos para viajeros europeos.

Ni el surgimiento de la egiptología como ciencia logró acabar con esas prácticas y, hasta bien entrado el siglo XX, las momias descubiertas sin decoraciones o inscripciones eran desechadas. Hasta hace poco no se ha reconocido realmente la utilidad de las momias para aportar información fidedigna y detallada sobre la vida y la muerte de los antiguos egipcios, y apenas empiezan a analizarse en profundidad los restos conservados.

Por otro lado, hasta la aparición de los aparatos de rayos X, a finales del siglo XIX, los análisis científicos de las momias implicaban su destrucción o, en el mejor de los casos, la carne quedaba desprotegida y expuesta a un deterioro lento pero constante.

 

 
 
Momia de gato (siglos I-II d. C.)

 

TESTIMONIOS DEL PASADO

En la actualidad, nuevos dispositivos a menudo desarrollados para el campo médico han permitido a los expertos estudiar las momias mediante técnicas virtuales y no invasivas. La información que va recogiéndose amplía nuestros conocimientos sobre una de las civilizaciones más fascinantes de la Antigüedad.

Los nuevos métodos permiten conocer mejor las técnicas de momificación y, en algunos casos, incluso descubrir la causa de la muerte. Las tomografías computadorizadas (TC) aportan sorprendentes imágenes del interior de las momias, dejando al descubierto, por ejemplo, los amuletos depositados entre los vendajes y permitiendo crear reconstrucciones faciales tridimensionales. Los resultados de practicar distintas pruebas y de aplicar diferentes procedimientos a las momias nos facilitan abundante información sobre el antiguo Egipto: desde enfermedades, hábitos alimentarios y condiciones de vida hasta parentescos y movimientos de población.

Egipto, año 109 d. C.: muere una joven de 16 años, Sensaos. Como era costumbre en aquel periodo, su momia fue cubierta con una espléndida mortaja. En el año 1998 se realizó una tomografía de esta momia, gracias a la cual los expertos pudieron reconstruir el rostro de Sensaos. Las imágenes digitales proporcionaron los datos en bruto necesarios para producir un modelo tridimensional de su cráneo mediante la técnica del modelado MJM. Dicha reproducción permitió comparar el rostro obtenido con el que aparecía pintado en la mortaja, constatando que no existía ningún parecido real, aunque el proceso en su conjunto proporcionó más información sobre Sensaos y la época en que vivió.

En el antiguo Egipto se momificaban también muchos animales, por ejemplo gatos, ibis, cocodrilos y halcones. En algunos casos se pretendía que acompañaran a sus dueños en el otro mundo, pero la mayoría de esas momias eran creadas con fines religiosos. Algunos animales en concreto eran considerados encarnaciones terrenales de determinados dioses. Otras momias de animales eran llevadas por peregrinos a los templos como ofrendas. Gracias a los rayos X ha podido determinarse el verdadero contenido de las momias de animales sin necesidad de abrirlas. Las tomografías computadorizadas también pueden ser usadas para crear reconstrucciones virtuales de los cadáveres que se esconden bajo los vendajes.

 

 
 
Radiografía de la momia de Anjhor. Tebas, Deir el Bahari (hacia 625 a. C.)

 

ANJHOR, SACERDOTU DE MONTU, EL SEÑOR DE TEBAS

Se cree que Anjhor fue descubierto por el explorador italiano Giovanni Battista Belzoni, que llevó a cabo excavaciones en Deir El-Bahari, donde se considera que estuvo enterrado el sacerdote. Sin embargo, también es posible que Belzoni comprara los sarcófagos a saqueadores de tumbas en vez de desenterrarlos él mismo.

En el año 1826, el Rijksmuseum van Oudheden de Leiden adquirió la momia y los sarcófagos. Dos años antes, el primer director de dicho museo, tras desenvolver una momia, decidió prohibir dicho procedimiento, de modo que Anjhor quedó intacto. La información que se tenía de Anjhor procedía del estudio de los jeroglíficos de sus sarcófagos y de los ornamentos dispuestos encima de la momia. En la actualidad, gracias a las técnicas modernas no invasivas, arqueólogos y científicos han podido conocer parte de la vida de este hombre, que vivió en Egipto hace más de 2.000 años.

Los textos otorgan a Anjhor el título de "sacerdote de Montu, el Señor de Tebas". El templo principal del dios Montu se hallaba en Karnak, a la orilla este del Nilo en Tebas (actual Luxor). Numerosos miembros del cuerpo sacerdotal de Montu fueron enterrados en Deir El-Bahari, a la orilla oeste de Tebas, por lo que es probable que Anjhor también recibiera sepultura en ese lugar. Los textos nos cuentan también que los progenitores de Anjhor trabajaban en templos adyacentes a Karnak.

Los antiguos egipcios creían que el faraón era su conexión viviente con los dioses. Podía delegar tareas en los sacerdotes, "«sirvientes de los dioses", quienes realizaban en su nombre los rituales diarios destinados a dar de comer al dios y tenerlo satisfecho. En el santuario del templo, una estatua podía habitar el espíritu del dios o diosa representados. El funcionamiento de los grandes templos dependía de una jerarquía encabezada por el sumo sacerdote y sus ayudantes. Anjhor fue miembro de rango medio del cuerpo sacerdotal de Montu. Además de sus obligaciones rituales, se cree que también fue responsable de parte de la administración del templo.

Al morir, Anjhor fue momificado y enterrado en función de su posición social. Sus ataúdes pueden datarse con bastante precisión hacia los años 650-625 a. C. La momia permaneció intacta dentro de su cámara funeraria hasta el descubrimiento de la tumba 2.500 años más tarde.

En 1965 se realizaron las primeras radiografías de Anjhor, que ofrecieron las primeras imágenes del interior de sus vendajes. En 1999 le fue practicada una tomografía computadorizada, y el egiptólogo Maarten J. Raven, junto con el radiólogo Wybren K. Taconis, realizaron detallados análisis de las imágenes obtenidas. Aquellos exámenes permitieron descubrir la anatomía de Anjhor, su edad y el proceso de momificación de su cadáver. Su estatura era de 160 cm, aproximadamente, y tenía entre 32 y 50 años al morir. Conservaba los dientes en bastante buen estado, algo poco frecuente en el Antiguo Egipto. Su cuerpo fue correctamente momificado: se extrajeron los órganos y el cerbero, dejando en su sitio el corazón. Sin embargo, resultó imposible establecer la causa de la muerte. Las imágenes también mostraron las formas y la ubicación de los amuletos y objetos que los embalsamadores dispusieron entre las capas de vendas y sobre el cuerpo durante la momificación.

 

 
 
Detalle del Libro de los Muertos de Nesinajt (hacia 332-330 a. C.)

 

CICLO DE CONFERENCIAS (I): DESENVOLVIENDO LAS MOMIAS EGIPCIAS. APROXIMACIÓN DESDE VARIAS PERSPECTIVAS

Coordinador del ciclo: Carles Buenacasa. El precio por cada conferencia es de 4 € (–50 % de descuento para clientes de "la Caixa").

 

Martes 22 de enero, a las 19:00 horas
El Egipto de Quéope, Quefrén y Micerino: la época de los grandes constructores de pirámides
Carles Buenacasa, profesor agregado del Departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología de la Universidad de Barcelona.

Martes 29 de enero, a las 19:00 horas
La momificación y sus justificaciones mitológicas en el Egipto faraónico
Pascal Vernus, catedrático de lenguas clásicas y director de estudios en lingüística egipcia y en filología en la École Pratique des Hautes Études de la Sorbona Conferencia impartida en francés; servicio de traducción al castellano.

Martes 5 de febrero, a las 19:00 horas
El Libro de los Muertos, un manual para alcanzar la vida en el más allá egipcio
Josep Cervelló, coordinador y profesor de los programas de posgrado en egiptología impartidos por el Instituto de Estudios del Próximo Oriente Antiguo de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Martes 12 de febrero, a las 19:00 horas
Estudiar las momias hoy en día: musealización y técnicas de análisis forense
Luis M. Gonzálvez, egiptólogo y conservador del Museo Egipcio de Barcelona y profesor de la Escuela de Egiptología de la Fundación Arqueológica Clos.

Martes 19 de febrero, a las 19:00 horas
La momia en la cultura popular moderna, protagonista de nuestras pesadillas
Rafael de España, miembro del equipo directivo del Centro de Investigaciones Film-Historia, Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Barcelona.

Martes 26 de febrero, a las 19:00 horas
El proyecto Djehuty y los secretos de la necrópolis tebana
José Manuel Galán, profesor de investigación del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC (Madrid) y director del proyecto Djehuty en Luxor (Egipto).

 

 
 
Estatuilla de Anubis (hacia 712-332 a. C.)

 

CICLO DE CONFERENCIAS (II): LA RELIGIÓN DE LOS ANTIGUOS EGIPCIOS. TODA UNA VIDA PENSANDO EN EL MÁS ALLÁ

A cargo de Carles Buenacasa, profesor agregado del Departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología de la Universidad de Barcelona. El Precio por cada conferencia es de 4 € (–50 % de descuento para clientes de "la Caixa")

 

Jueves 7 de marzo, a las 19:00 horas
Características generales de la religión egipcia: cosmogonías y divinidades principales

Jueves 14 de marzo, a las 19:00 horas
Los rituales funerarios: las concepciones en torno a la muerte y la vida en el más allá

Jueves 21 de marzo, a las 19:00 horas
Religión y prácticas mágicas: el poder de amuletos y encantamientos contra los poderes maléficos

 

 
 
Escarabeo alado (hacia 1070-712 a. C.)

 

Hasta el 21 de abril de 2013 en CaixaForum Lleida (Avinguda de Blondel, nº 3) Horarios: lunes a sábado, de 10:00 a 20:00 horas; domingos y días festivos, de 11:00 a 14:00 horas; los días 25 de diciembre de 2012 y 1 de enero de 2013, el centro estará cerrado.

 

 
 
Falsos ojos (hacia 712-332 a. C.)

 

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