ESPLENDOR REAL EN LA ILUSTRACIÓN: CARLOS IV
DE ESPAÑA, DE MECENAS A COLECCIONISTA

23/05/2010


 

 
     
     
María Luisa Teresa de Parma
Giuseppe Baldrighi
Óleo sobre lienzo
1885
Museo Nacional del Prado
 
Jaula para Pájaros
Anónimo
Bronce, esmaltes y porcelana
Siglo XVIII
San Lorenzo de El Escorial

 

Carlos IV y su esposa, la Reina María Luisa, gobernaron desde 1788 hasta 1808 (cuando Napoleón los hizo salir al exilio), hacia el final del periodo de la Ilustración. Ambos sentían una pasión especial por las artes y coleccionaron obras con avidez a lo largo de sus vidas. "Durante su reinado, Carlos IV creó una corte muy sofisticada, refinada y cosmopolita en que las artes tuvieron un rol preponderante", explica Mark Roglán, "la combinación del coleccionismo de obras del pasado y la inversión en obras del presente, particularmente en el campo de las artes decorativas, se convirtió en actividad diaria del rey, cuyo gusto artístico figuraba entre los más exquisitos de su época y de toda la historia de la monarquía española". Esta exposición muestra también la evolución del interés de Carlos IV en el arte, ya que el monarca no solo tenía influencias de la tradición española, sino además una especial afición por el arte italiano, en razón de su infancia napolitana, así como por el arte francés, debido a la densa red de relaciones dinásticas que vincularon a los Borbones de Versalles con los de Madrid en el siglo XVII.

 

 
     
     
Carlos IV de Espaldas
Juan Bauzil
Óleo sobre lienzo
1818
San Lorenzo de El Escorial
 
Carlos Antonio de Borbón
Giuseppe Bonito
Óleo sobre lienzo
1748
Palacio de El Pardo

 

La exposición cuenta con más de 80 piezas de mobiliario, tejidos, relojes, porcelanas, pinturas y esculturas seleccionadas de las casas de campo y palacios reales de Madrid, Aranjuez, El Escorial y El Pardo. La mayoría de los trabajos son propiedad de Patrimonio Nacional, y la gran parte de estos no se había expuesto nunca antes en los Estados Unidos. La colección cuenta con algunas de las piezas más admirables de los estilos artísticos del momento, desde pinturas Rococó hasta un bellísimo centro de mesa para postres en estilo Neoclásico hecho con piedras semipreciosas, lapislázuli, bronce dorado y esmalte. Otras piezas destacadas son el sillón ceremonial de la reina con su dosel de 18 pies de altura, una bien trabajada silla de manos en que la transportaban, un reloj de jaula en bronce dorado, porcelana y esmalte, y una escopeta de madera, acero, oro y plata que perteneció al rey, que era un ávido cazador. Hay además obras de Francisco de Goya, el primer pintor de la corte bajo el reinado de Carlos IV, cuyo retrato del rey, fechado en 1789, hace ahora su primera aparición fuera de Madrid en 200 años. También se expone una pintura de Velázquez, Retrato (miniatura) del Conde-Duque de Olivares, circa 1638, coleccionado por Carlos IV, así como pinturas de Meléndez, Juan de Flandes, Mengs y Giovanni Panini, entre otros artistas.

 

 
 
Alfombra
Pedro Cancio (diseñador), Bernardino Pandeavenas (bordador), Rufino Arroyo (encajista) y Andrés Ximénez (alfombrista)
Sedas y encajes
1789
Palacio Real de Madrid

 

Carlos IV, Rey de España y Emperador de Las Indias como se le conocía oficialmente, nació en la localidad italiana de Portici (Nápoles) en el año 1748. Se casó con su prima hermana, María Luisa de Borbón-Parma, nieta del rey francés Luis XV, en 1765, y accedió al trono el 14 de Diciembre del año 1788, tras el fallecimiento de su padre, Carlos III. En 1808, Napoleón forzó al rey y la reina al exilio. Finalmente se establecieron en Roma, donde murieron con apenas unos días de diferencia, en 1819. Gracias a las grandes reformas administrativas y económicas de su padre, España era todavía una de las grandes potencias del mundo, y disfrutaba de mucho prestigio en el ámbito internacional cuando Carlos IV accedió al trono. Como resultado de su apoyo a la causa de la Independencia de los Estados Unidos, España logró ampliar su control sobre gran parte del continente americano, incluidos vastos territorios en América del Norte, en la zona conocida como el Virreinato de Nueva España.

 

 
     
     
Carlos IV
Francisco de Goya
Óleo sobre lienzo
1789
Real Academia de la Historia de Madrid
 
Silla de Mano
Anónimo
Madera, metal, bronce, plata y terciopelo
1795
Palacio Real de Madrid

 

España se encontraba en la vanguardia de la Ilustración en el siglo XVIII. En toda Europa, las monarquías ilustradas, a través de sus Reales Academias de Ciencias, utilizaban las obras de arquitectura, escultura y pintura para expresar sus ideales de gobierno y para promover ideas nuevas y más racionales de acuerdo con la estética neoclásica en boga. Los nuevos gustos e ideales de la Ilustración se expusieron en monumentos públicos y en palacios, donde el pueblo y la Corona los podían admirar y apreciar cotidianamente. Como resultado de esto, las artes se convirtieron en instrumento de propaganda y de prestigio. En ese respecto, la Corona Española se convirtió en una de las cortes más importantes de su época, particularmente durante el reinado de Carlos IV.

 

 
     
     
Urna
Fábrica de Porcelana de Sèvres
Porcelana y bronce patinado y dorado
Siglo XVIII
Palacio de El Pardo
 
Carlos IV en Roma
José de Madrazo
Óleo sobre lienzo
Hacia 1825
Palacio Real de Aranjuez

 

La corte española se mudaba estacionalmente a distintas sitios reales, incluidos palacios y casas de campo con jardínes y pabellones en los que Carlos IV pasaba parte del día relajándose y comiendo en compañía de su círculo más íntimo. A Carlos IV le encantaba supervisar el mobiliario y la decoración de sus residencias, que encarnaron la opulencia y el exquisito gusto estético del siglo XVIII. Dos de estas, las residencias reales del El Pardo y El Escorial, en las cercanías de Madrid (que fueron contruidas cuando él era aún príncipe), son monumentos de la arquitectura neoclásica española. La majestuosa decoración interior se mantiene intacta. La más espléndida de sus casas de campo es la Casa del Labrador, en Aranjuez, construida y decorada por Carlos IV a partir de 1794. Esta obra es famosa por su magnífico salón de platino, diseñado por el arquitecto francés Charles Percier y producido en París en caoba, bronces dorados, platino y pinturas, anticipando así lo que se convertiría en el estilo Imperio.

 

 
     
     
Retrato del Conde-Duque de Olivares
Diego Velázquez
Óleo sobre papel montado en madera
Hacia 1638
Patrimonio Nacional
 
Trono Ceremonial de María Luisa
Manuel Muñoz de Ugena (diseñador)
Madera y sedas
1793-1794
Palacio Real de Madrid

 

Piezas de mobiliario de cada una de estas residencias forman parte de esta exposición, e ilustran el gran interés en la antiguedad clásica que prevaleció a través de Europa en esa época. Carlos IV sentía una pasión particular por los objetos decorativos franceses, especialmente por las obras realizadas en seda, bronce y porcelana, así como por piezas de mobiliario, y protegió a varios artesanos que habían abandonado París durante la Revolución Francesa para buscar trabajo en España. Estas obras no solo aportaron un tono cosmopolita al interior de los palacios y casas de campo españolas, sino que ejercieron gran influencia en las obras de artistas españoles, contribuyendo así a poner el arte de la corte madrileña a tono con el del resto de Europa. Artistas como el diseñador francés Jean-Démosthène Dugourc y el arquitecto español Isidro Velázquez, o fabricantes de sedas de Lyon, broncistas de París y Madrid, ebanistas de los Talleres Reales, todos contribuyeron a dar forma a una coherente colección de obras.

 

Nota de La Hornacina: Hasta el 18 de Julio de 2010, la muestra estará expuesta en el
Meadows Museum de Dallas, entidad estadounidense que alberga una de la mayores y más
completas colecciones extranjeras de arte español. Mark Roglán es su director.

 

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