GRATIA PLENA

Jesús Abades


 

Organizada para celebrar el 150 Aniversario de la Proclamación del Dogma de la Inmaculada, el Obispado de la Diocésis cordobesa y CajaSur organizaron la exposición Gratia Plena, en la que se recogió buena parte de la mejor iconografía mariana, pictórica y escultórica, de la provincia de Córdoba.

A destacar las creaciones de los siguientes imagineros que pudieron verse en la sede expositiva de la Iglesia de La Magdalena entre el 8 de octubre y el 28 de noviembre del año 2004:

Juan de Mesa: Su magistral grupo de Las Angustias (1627), su última gran obra que eclipsa todo allí donde se exponga, robó todo el protagonismo de la muestra. Sobre la original postura de ambas imágenes existen multitud de hipótesis y todavía nadie ha logrado ponerse totalmente de acuerdo. Ultimamente cobran fuerza dos teorías: aquella que estima que la inestabilidad de la postura se debe a que la iconografía real es la de los últimos momentos del Descendimiento (concretamente, aquellos en los que Cristo es depositado en el regazo de la Virgen), de ahí la posición del brazo derecho todavía replegado en el sudario, y otra que afirma que el encargo del grupo se completó a última hora con las imagenes de San Juan y La Magdalena (de ahí que no figuraran en el contrato original), según lo cual una de ellas también sostendría la imagen de Cristo muerto, pero que la muerte de Mesa impidió su ejecución. Dentro de las lógicas reservas, vemos más viable la primera.

José Risueño: Del que fue maestro de la gracia y el encanto en las obras de terracota (con permiso de La Roldana), se expusieron los exquisitos grupos de María y San José con el Niño, de la Parroquia de las Angustias de Priego (hacia 1720). También se mostró su faceta de pintor con el lienzo del Sueño de San José (finales del Siglo XVII), conservado en la Capilla del Nazareno de Lucena.

Pedro Roldán: La Visión Apocalíptica de San Juan en la Isla de Patmos, que recibe culto en el Convento de Franciscanas de Montilla (1665), no sólo fue una de las mejores obras de la muestra, sino también una de las más brillantes salidas del taller sevillano de entre las gubiadas en tamaño académico (sólo mide 50 cm). Llama la atención el afán con el que están labrados todos sus detalles, incluido el diminuto libro sobre el que el Evangelista plasma sus textos. Fue restaurado expresamente para la muestra por el imaginero cordobés Antonio Bernal Redondo, quien no escatimó elogios para el simulacro. También es roldanesca otra pieza expuesta: el Relieve de La Adoración de los Pastores, del Convento cordobés de Los Ángeles.

Pedro Duque Cornejo y Roldán: Impresionante su Asunción para el Instituto Góngora, aunque se echó de menos una mayor elevación de la colosal imagen para gozar de toda su fuerza expresiva. Duque Cornejo muestra a una Virgen ascendiendo majestuosamente al cielo sobre una nube de ángeles, estilizando al máximo las siluetas para restar la mayor pesadez al conjunto, que se antoja etéreo. También son suyas la Virgen de la Candelaria de La Catedral y la Virgen de Belén, de Priego (Siglo XVIII), labrada con gran maestría hasta la cintura, al igual que su homónima cordobesa.

Alonso Gómez de Sandoval: Del imaginero cordobés se muestra la Virgen del Socorro, de La Compañía; la Virgen de la Aurora, de San Francisco y San Eulogio, y la Virgen de Belén, de La Encarnación (Siglo XVIII). La primera compone un monumental conjunto escultórico que representa a Maria, con el Niño Jesús en brazos, aplastando y asaeteando a una serpiente (símbolo del pecado) ante la ayuda que le solicita un niño (símbolo del orbe cristiano) que acude a refugiarse bajo la protección que le otorga su manto. La tercera, de amorosa disposición, muestra al pequeño Jesús apretando su rostro contra el de la Madre, labrada sólo hasta la altura de la cintura. Junto con la bella Virgen de la Aurora, en actitud sedente y rodeada de angelitos con grandilocuente gesto, estas tres obras sitúan a Sandoval como el imaginero cordobés más destacado del Siglo XVIII.

Pedro de Mena: Se le atribuye a un miembro del Círculo del granadino la Virgen del Consuelo del Convento del Císter, cuya pureza de líneas y ternura compositiva presentan semejanzas con varias creaciones marianas del maestro, caso de la semidestruida Virgen de Belén, de Málaga (finales del XVII). El exquisito trabajo de los paños, el cuidado dibujo y la dulzura de los rostros, de idealizada belleza, hacen de esta obra una de las más sobresalientes de la muestra.

Francisco de Ocampo: Su nombre figura como muy probable autor del San José con el Niño y de la Santa Ana con la Virgen Niña, de La Rambla. Son dos grandes obras, de un fuerte estilo montañesino que se manifiesta en la transmisión del barroquismo escultórico con un innegable y obvio abolengo renacentista. Se fechan en torno a los años 1630 y 1637, respectivamente.

Felipe de Ribas: La Inmaculada de Guadalcázar (Córdoba), labrada hacia 1640 por el escultor sevillano. Como en todas sus obras, Ribas nos ofrece una creación de gran fineza y distinción, en la que la herencia montañesina se diluye por una búsqueda hacia formas más sentidas y dinámicas, propias de la segunda mitad de la centuria.

Alonso de Mena: Del padre de Pedro de Mena se expuso la Inmaculada de la Parroquia de la Paz, fechable en el segundo cuarto del XVII. De excelente modelado y policromía, como era habitual en su autor, vista a lo lejos puede resultar de expresión adusta y severa, pero a medida que nos acercamos descubrimos un semblante femenino dulce y afable. Su composición denota gran verticalidad.

Diego de Mora: Al hermano de José de Mora se le atribuyen la Inmaculada de Lucena y la Virgen de la Victoria de Priego (Siglo XVIII). Ambas obras son excelentes ejemplos de la estética convulsa y teatral que dominaría gran parte de la imaginería dieciochesca.

Obras Anónimas de Imaginería: De gran interés son las fechables en torno al año 1500, caso de La Piedad de La Magdalena, la Virgen de los Remedios de La Trinidad o la Virgen de la Berenjena que recibe culto en Fuente Obejuna. Todas ellas muestran anatomías simplificadas, arcaica composición y rancio sabor goticista. Del siglo anterior es la Virgen de las Navas, excelente alabastro, antaño policromado, que presenta un magistral y complejo plegado de paños.

Obras Pictóricas: A destacar cuatro maravillosas tablas de Pedro Romana (primer cuarto del Siglo XVI) que representan La Anunciación, La Visitación de María a Isabel, La Adoración de los Reyes y La Presentación en el Templo, y se conservan en el Obispado, en el Convento de Santa María de Gracia, en el Convento de los Ángeles y en el Museo Diocesano, respectivamente. También resultan de obligada mención el lienzo Espadas de María (finales del XVII), obra de Nicolás Rodríguez Xuárez que representa a la Virgen traspasada por una espada de dolor y se conserva en la Iglesia de San Francisco de Priego, y las miniaturas del Libro Coral de la Catedral (principios del XVI), que representan, entre otras, Pentecostés y El Árbol de Jesé. Por último, mencionar otro lienzo de La Anunciación, obra de Juan de Alfaro (Hacia 1663) que se conserva en el Convento cordobés de San José, de estilo plenamente integrado en el periodo barroco.

 

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